Por Brenda Burgoa, Dante Saucedo y José Luis Santillán
A las 18:49 del 31 de diciembre de 2018 —hora del frente de combate sur-oriental del Ejército Zapatista de Liberación Nacional—, el subcomandante insurgente Moisés se dirigió a las bases de apoyo y combatientes zapatistas reunidos en el caracol de La Realidad «Madre de los caracoles del mar de nuestros sueños». La explanada estaba repleta: alrededor de dos mil milicianas y milicianos la habían llenado en un ejercicio militar que duró casi una hora.
Desde las bancas situadas frente a las oficinas de la Junta de Buen Gobierno, las bases de apoyo habían observado la entrada del Escuadrón Motorizado Zapatista y de la Comandancia General del EZLN, montada a caballo. Cuando el despliegue militar culminó, las comandantas y comandantes ya habían tomado su lugar en el templete. Sobre él se observaba una manta con la figura del subcomandante Pedro —caído en combate en la ciudad de Las Margaritas el 1º de enero de 1994—, a cuya memoria se dedicó la celebración del 25 aniversario del levantamiento armado.
El subcomandante Moisés dirigió su mensaje a las bases de apoyo, a las autoridades autónomas, a las y los milicianos y a las y los insurgentes del EZLN. No mencionó a las redes de apoyo al Congreso Nacional Indígena y al Concejo Indígena de Gobierno que se habían reunido unos días antes a unos kilómetros de allí. Tampoco a las compañeras, compañeros y compañeroas de la Sexta nacional e internacional. Ese silencio —como todos los silencios zapatistas— resonó inmediatamente, en la primera frase del mensaje de Moisés: «estamos solos».
Pero esa soledad —como la del primer campamento del EZLN— pronto se convirtió en fuerza. «Lo que hemos logrado, fue logrado con nuestro trabajo, con nuestro esfuerzo», dijo el subcomandante, por cuya voz habla la voz colectiva zapatista. «Y lo vamos a seguir construyendo y lo vamos a ganar».
Responsable, como es, de sus tropas, Moisés les advirtió que ese triunfo no será tarea fácil. Dijo que no es fácil enfrentar a los paramilitares, combatir a los «lidercitos» de los partidos, especialmente del que ahora está en el poder. Pero una y otra vez preguntó a las tropas y a las bases «¿Tenemos miedo, compañeras y compañeros?» Y una y otra vez las tropas y las bases gritaron que no, ante el insignificante silencio de quienes estábamos allí sólo como testigos o, como dijo el mismo subcomandante, como turistas.
Ante la respuesta de las y los milicianos, y de los pueblos tojolabales de la zona Selva Fronteriza, Moisés identificó la principal amenaza para los pueblos zapatistas y para los trabajadores del campo y la ciudad: el nuevo finquero que ocupa el poder. Ante sus proyectos de despojo, ante la reconversión del Ejército en Guardia Civil, ante sus consultas a modo, ante la cínica manipulación de «nuestros modos, nuestras costumbres», el jefe militar y vocero del EZLN fue claro: «Vamos a enfrentar, no vamos a permitir que pase aquí ése su proyecto de destrucción […] Vamos a defender lo que hemos construido.»
«Hasta vencer o morir»
Nadie sabe mejor que las bases de apoyo zapatistas lo que significa construir una vida digna y rebelde en medio de hostigamientos y agresiones. Los hombres, mujeres, ancianos, niñas y niños zapatistas han trabajado para construir un sistema de educación y de salud autónomas, para mantenerse fuertes en el trabajo colectivo. Por eso Moisés —cuyo trabajo es ser voz y mirada de los pueblos zapatistas— dijo en más de una ocasión: «ténganlo claro compañeros y compañeras; aquí no hay salvador, ni hay salvadora. Los únicos que son salvadores y salvadoras son los hombres y las mujeres que luchan y se organizan, pero frente a su pueblo».
Desde 1994 sabemos que los pueblos zapatistas no se rinden, no se venden, no claudican. Hoy, 25 años después, el subcomandante insurgente Moisés fue un paso más allá: «digan lo que digan, así que piensan lo que piensan, nosotros nos vamos a defender. Pase lo que pase, cueste lo que cueste y venga lo que venga. Vamos a defendernos, vamos a pelear si es necesario. ¿O no compañeros y compañeras?»
Después del ejercicio militar, las bases de apoyo realizaron un acto cultural con poesía, música y teatro, todo para recordar y honrar la memoria del subcomandante insurgente Pedro.
«Autonomía Patentada» puso el ambiente entre los asistentes con su verso «El Sub Pedro insurgente perfecto», mientras que los corridos y las poesías narraban su trabajo en las comunidades. Con la obra de teatro «La vida del subcomandante insurgente Pedro» conocimos su trabajo en la clandestinidad hasta su muerte en Las Margaritas, además del reclutamiento de uno de los personajes más cercanos a él: Ezequiel, hoy conocido como Moisés.
Hace quince años, el todavía mayor de infantería Moisés relató una conversación que tuvo con el subcomandante insurgente Pedro en los últimos meses de 1993. Pedro, jefe del Estado Mayor zapatista y segundo al mando del EZLN, le dijo: “si algo pasa, tú te encargas. Cualquier cosa que pase tú te encargas”. Cuenta Moisés que no quiso creerle: ¿cómo podría pasarle algo a quien lo había formado política y militarmente?
Poco tiempo después de esa conversación, en las primeras horas de 1994, ambos avanzaron sobre Las Margaritas. En un momento dado, Moisés perdió comunicación con su mando. Cuando recibió la noticia de la caída de Pedro, pensó: “Ahora sigue lo que me dijo, ¡ahora sí!” El subcomandante insurgente Pedro cumplió esa mañana, y Moisés asumió su responsabilidad. Veinte años después se convirtió en el jefe militar del EZLN y en la voz de los pueblos zapatistas. Pedro, Moisés, las tropas y las bases de apoyo cumplieron y cumplen cada día con su trabajo y con su resistencia.
¿Y nosotros qué?
Tomado integramente de subversiones.org/archivos/134434
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