Miembros del CCRI-CG del EZLN: segundo de derecha a izquierda, comandante Zebedeo.
Extremo izquierdo, comandante Contreras (Pablo González Casanova). Guadalupe Tepeyac, Chiapas,
diciembre de 2018. Foto: Carlos Ayala
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A 25 AÑOS DEL LEVANTAMIENTO EN CHIAPAS
La Realidad, Chiapas
31 de diciembre de 2018.
El subcomandante insurgente Galeano entró al Caracol caída ya la tarde. Detrás suyo, dos columnas de mujeres milicianas abrieron con tenaz disciplina el despliegue militar. Como un espejo de los Ejércitos modernos, el Escuadrón Motorizado arrancó con 15 motocicletas hacia la modesta cancha de basquetbol. Tronido de motores y toletes de insurgentes y milicianos retiemblan esta esquina de la selva Lacandona. La caballería hace entrar a los comandantes Tacho, Zebedeo y a un lado suyo, al mando militar: el subcomandante insurgente Moisés.
El mensaje conmemorativo por el 25 aniversario del levantamiento indígena de 1994 fue dedicado al cuerpo militar zapatista y a las bases de apoyo, aunque también atestiguaron colectivos e individuos de la sociedad civil y la mayoría de los asistentes al Encuentro de Red de Resistencias y Rebeldías en apoyo al Congreso Nacional Indígena y al Concejo Indígena de Gobierno, que sesionó entre el 27 y 30 de diciembre cerca de la emblemática comunidad de Guadalupe Tepeyac.
El toque de la madera en los toletes y el paso redoblado de miles de milicianos suenan como un solo músculo. Y es que en esta selva fue sembrado el movimiento de concientización que hizo nacer y florecer a las comunidades más organizadas y cohesionadas.
“No es fácil enfrentar a esos malos gobiernos, a miles de soldados protectores del capitalismo, a los paramilitares, a los chiquitos líderes que tienen comprados a esos partidos políticos hoy, especialmente al que está en el poder. Pero no le tenemos miedo”, refrendó con firmeza Moisés.
No dejan de entrar los pelotones. Cabezas con gorras verdes y cafés forman columnas cual serpientes. Es también la antigua mística militar de un ejército de los pobres de la tierra, de los rebeldes sobre esta selva que grita —tseltales, tsotsiles, tojolabales, choles, mames, zoques, mestizos.
Son las siete lenguas y brazos de quienes están listos para la siguiente batalla, el viejo tajimal k'in tseltal, ese baile cósmico de fuego sagrado. Se trata también, de la 21° División de Infantería Zapatista (la misma que hace 25 años tomó las cabeceras municipales de Altamirano, Oxchuc, Huixtán, Chanal, Ocosingo, Las Margaritas y San Cristóbal de Las Casas) reforzada con combatientes de segunda y tercera generación zapatista, que eran infantes en 1994 o no habían nacido.
Los miembros de la sociedad civil impactados, intentan congelar el momento, atesorarlo, usarlo. Moisés deja caer lo impredecible: “la gente de afuera, va y viene… cada vez (lo hacen) como a turistear, pero la miseria, la desigualdad, la injusticia no se trata de turistearlo. El pueblo pobre de México está muriendo y va a seguir muriendo. Hace cinco años estuvimos diciéndole a la gente de México y al mundo, va a venir una cosa peor”, reiteró Moisés al referirse a las reflexiones teóricas sobre el Colapso y la Hidra capitalista, el Monstruo y el Muro. Aun así, reclamó, “no nos hicieron caso”.
Con la plena atención de los milicianos, el vocero indígena explicó: “Ahora vemos que vienen por nosotros. Esa consulta (del Tren Maya), decimos claro cómo manipulan al pueblo. Esa consulta le está pidiendo permiso a la tierra a través del voto para que nos vengan a atacar a los pueblos originarios. Pero al pueblo le hace falta que se despierte… ya nos cansamos de estar dice y dice. El nuevo gobierno, esta consultando a que nos vengan a enfrentarnos… No lo aceptamos”.
El silencio se apoderó del Caracol y de la tropa: “Nosotros nos vamos a defender pase lo que pase. Vamos a pelear si es necesario. Estamos dispuestos a lo que sea”, espetó Moisés. Al termino del fuerte discurso, las bases de apoyo de diversos pueblos aplaudieron festiva y alegremente.
No se podía percibir lo mismo de “la gente de afuera” quienes, reflexivos, incluso se reunieron de manera urgente con sus compañeros. Tenían que intentar sacudirse la incómoda etiqueta “de turista de afuera” los activistas y académicos, en tan peculiar tierra indígena rebelde.
La medianoche se acercó y, al término de la música y el teatro, la Junta de Buen Gobierno del caracol Madre de los caracoles mar de nuestros sueños emitió su mensaje en voz de la compañera Berenice. Recordó a los caídos: “Ellos y ellas ofrendaron su vida para que en el futuro las nuevas generaciones puedan vivir mejor. Ellos fueron los hombres y mujeres valientes, siempre les recordaremos porque fueron nuestros maestros”.
Hace 15 años, cuando nacieron los centros del autogobierno, los Caracoles, también se consolidaron las Juntas. La de aquí, Hacia la esperanza, es la pionera del proceso: “Hemos conquistado nuestra libertad, la libertad de gobernar con nuestros pueblos sin pedir permiso a nadie, hemos decido formar nuestros gobiernos y nuestros propios reglamentos como pueblos. En esos años atrás, no nos veían si existimos los pueblos indígenas, pero en 1994, dijimos ¡Ya Basta!”.
La rotación y consolidación de sus autoridades civiles ha sido un logro de la autonomía. Así, los consejos municipales, responsables de cada región aquí presente, se erigen como algo insólito en el mundo dentro de un moribundo Estado nacional mexicano: “Este sistema a los países los quiere convertir en fincas y los gobiernos serán los capataces, y para nosotros los malos gobiernos ya no son gobiernos del pueblo, porque están al servicio de su patrón. Por eso nosotros como EZLN ya no les creemos porque son los mismos rateros y asesinos vendepatria, les decimos que aquí estaremos con nuestra autonomía, resistencia y rebeldía en nuestro territorio zapatista”, sostuvo Berenice.
Resulta notable ver cómo el autogobierno en esta comunidad, que también alberga a indígenas partidistas, vive entre la cultura política de la gente. Varias generaciones solamente han conocido este sistema autónomo. Aquí eso se respira como el aroma de los árboles.
Cerca ya la media noche, la comandante Everlinda se presentó por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena para dirigir el último discurso, y la memoria caminó nuevamente: “A pesar de los ataques militares, aquí estamos. Aquí no caben las consultas disfrazadas, por eso no permitiremos ningún proyecto… que destruya la madre tierra. Desde 1492 a este 2018 han pasado 525 años de resistencia y rebeldía contra las grandes humillaciones extranjeras y mexicanas; nunca nos pudieron exterminar”.
Una vuelta de ciclo, pues la esencia entre éste y el mensaje de Moisés parecen sugerir una nueva etapa para el movimiento. La palabra se acopló en la mente y la conciencia colectiva de las bases del EZLN, en este momento histórico de su lucha y resistencia. El cielo estrellado tronó con los fuegos artificiales de la celebración. Las centellas multicolores en el aire abrieron para casi unos tres mil 500 asistentes el infinito zapateado y el baile de las caderas al llegar la madrugada.
Tomado de ojarasca.jornada.com.mx/2019/01/11/ezln-25-aniversario-261-7079.html
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