miércoles, 6 de enero de 2016

¡¡¡HASTA SIEMPRE COMANDANTA RAMONA!!!



Texto escrito en enero de 2006 por Gloria Muñoz Ramírez.
Foto: FB Votan Zapata
 
Chiapas, México. Aquella noche de octubre de 1996 sus ojitos se cerraban de cansancio. En su pequeña y austera habitación dentro de la catedral de San Cristóbal de las Casas, la comandanta Ramona no entendía por qué había tanta gente afuera vitoreándola, llevándole serenatas y flores toda la noche. "No sé por qué me quieren", dijo con un tímida sonrisa, sentada a la orilla de una cama individual, apretando entre sus manos morenas una rosa de papel crepé que por la mañana le entregara el subcomandante Marcos en la comunidad de La Realidad, al despedirla.

Ramona luchó por más de veinte años en las filas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) como parte del Comité Clandestino Revolucionario Indígena (CCRI), órgano colegiado y supremo de la organización zapatista. Sorprendida, nerviosa, cargando en sus espaldas con la gran responsabilidad de ser la primera zapatista que cruzaba el cerco militar y salía de la zona de conflicto a decir su palabra en la ciudad de México. Ella, solita, ante decenas de miles de indígenas, trabajadores, campesinos, estudiantes y, sobre todo, mujeres del campo y la ciudad que hicieron de ella un símbolo de su propia lucha, un espejo de su propia rebeldía.

Ramona murió doce años después del levantamiento armado. Justo en un momento en donde toma auge una etapa que ella inició a principios de octubre de 1996. Entonces dijo, soñando, vaticinando, advirtiendo ante un Zócalo repleto: "Soy el primero de muchos pasos de los zapatistas al Distrito federal y a todos los lugares de México". Después vendrían en efecto muchos pasos: la salida de los 1 111 zapatistas a la ciudad de México en 1997; la Consulta por los Derechos de los Pueblos Indios y por el fin de la Guerra de Exterminio, en la que 5 mil hombres y mujeres zapatistas se desplegaron por todo el país en 1999; finalmente, la Marcha del Color de la Tierra, en la que el subcomandante Marcos y 23 comandantes y comandantas recorrieron 13 entidades de la República para exigir el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés.

"Esperamos que todos ustedes caminen junto a nosotros. Por eso queremos unir nuestra pequeña voz de zapatistas a la voz grande de todos los que luchan por un México nuevo. Llegamos hasta aquí a gritar, junto con todos, los ya no, que nunca más un México sin nosotros. Eso queremos, un México donde todos tengamos un lugar digno", dijo Ramona en 1996, y lo repiten diez años después los zapatistas en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y al arranque de la Otra Campaña.

Ramona representa la coherencia y consecuencia de un movimiento. La perseverancia, la ternura, la furia, la rebeldía permanente. "Para este diálogo nacional vamos a caminar mucho y vamos a dar muchos pasos... pero necesitamos que todos ustedes nos ayuden a caminar a todos los zapatistas, así como me ayudaron a mí a caminar hasta aquí." Ella, con su voz entrecortada por la enfermedad y su escaso castellano, la que habló de los sueños de los de abajo.

Durante la primera entrevista pública que concedió la comandancia general del EZLN, la comandanta Ramona hizo su aparición entre la niebla de los Altos de Chiapas. Corría febrero de 1994. Bajando de las montañas después de los primeros días de combate se dirigió al mundo. Un mes después, en medio de la primera ronda de negociaciones entre los rebeldes y el gobierno federal, Ramona se impuso con su pequeñez y firmeza. Durante el diálogo desplegó la bandera que le arrebataron al poder en la toma del palacio municipal de San Cristóbal de las Casas, en un símbolo que lo dice todo: "Somos indígenas y somos mexicanas". La respuesta de Manuel Camacho, entonces comisionado gubernamental, fue torpe y muy representativa: se colgó, literalmente, de una esquinita de la bandera para salir en la foto. Nunca quiso otra cosa el gobierno.

Un día antes de partir de nuevo a las montañas, Ramona se reunió con un grupo de periodistas, todas mujeres. Enfundada en una enagua negra de lana y un gran huipil rojo originario de San Andrés Sacamch'en, cubierto su rostro por el pasamontañas que deja ver unos ojos negros y extremadamente tiernos, la mujer tzotzil se apoyó en el comandante Javier como traductor para decir su palabra: "Las mujeres que estamos en esta lucha sentimos que nuestra participación es muy importante, porque llegamos a entender que para cambiar esta mala situación tenemos que participar. No todas en la lucha armada, sino también en diferentes trabajos en nuestras comunidades".

Era para variar, de madrugada. Las imágenes de los santos de la Catedral coleta estaban cubiertos con mantas. El olor a velas e incienso cubría el recinto que albergó los primeros diálogos de paz. Ramona explicaba su ingreso a la organización, las razones de su propio Ya Basta: "Antes de participar en la lucha armada salí de mi pueblo a buscar trabajo por la misma necesidad, pero cuando llegué a otro lado empecé a conocer la situación de las mujeres, empecé a entender y a cobrar conciencia. Así empecé a conocer la organización y me di cuenta que hay necesidad de organizarse también las mujeres, porque cuando salen a las ciudades pues no hay respeto, no nos toman en cuenta".

Fue su bandera la lucha contra la discriminación de las mujeres: "Una de nuestras principales demandas es precisamente de nuestra situación, porque no somos tomadas en cuenta. Por eso exigimos que haya respeto, democracia y justicia, porque como somos mujeres y además indígenas pues no hay nada de respeto para nosotras. Exigimos también que haya vivienda digna, clínicas especiales para atender a las mujeres, porque para atender a los niños no hay adonde acudir, ni hay hospitales ni doctores. No hay educación para las mujeres, tampoco alimentos, sobre todo para los niños... Hay una esperanza de que algún día cambie nuestra situación. Es lo que exigimos".

Ramona era bordadora de telares y sueños. Sus manos eran mágicas, como las de todas las mujeres de los Altos. Cuentan las religiosas que la cuidaron durante su convalecencia en el Distrito Federal que pasaba las tardes con hilos entre las manos, estudiando (pues casi era analfabeta) y aprendiendo un poco de castilla. Escuchaba noticias y compartía con sus visitas las historias de su lucha. A algunas mujeres que la cuidaban les enseñó a tejer pulseritas y a otras les regaló blusas de colores hechas con sus propias manos.

En febrero de 1995, luego de la traición gubernamental que llevó tropas y tanques mili-tares a las comunidades indígenas zapatistas, Ramona reapareció en un video sentada frente a una pequeña mesa: "Quiero que todas las mujeres despierten y siembren en su corazón la necesidad de organizarse, porque con los brazos cruzados no se puede construir el México libre y justo que todos deseamos", dijo la comandanta visiblemente afectada por la insuficiencia renal.

Fue ella, con su 1.40 de estatura quien destrabó una de las fase más críticas del segundo diálogo con el gobierno federal, en octubre de 1996. Su salida a México se aprovechó para tratar su enfermedad. Le transplantaron un riñón de su hermano y con él en el cuerpo sobrevivió, luchando siempre, casi diez años más. "Ella solita en su municipio autónomo", decían en broma sus compañeros más allegados.

Seis días después de iniciada La Otra Campaña, el movimiento nacional de los de abajo y a la izquierda convocado por los zapatistas, se recibió el anuncio del deceso de ramona. Los honores a la comandanta fueron privados. "Su pérdida ha significado un gran dolor del que es muy difícil hablar. Es por eso que ahora no les podemos decir más de nuestra comandanta y de lo que será para nosotros su ausencia" explicó el EZLN, al tiempo que confirmó que después del sepelio se reanudaría el recorrido por toda la República mexicana para seguir construyendo otra manera de hacer política. La responsabilidad y el compromiso se redoblaron. Por ella y muchas más como ella.

El 8 de marzo de 1996, el subcomandante Marcos esbozó un cariñoso y respetuoso retrato de Ramona, que hoy adquiere fuerza mayor: "La comandante Ramona asombrará con su estatura y brillo a los medios internacionales de comunicación... Ramona ríe cuando no sabe que se está muriendo. Cuando lo sabe, sigue riendo. Antes no existía para nadie, ahora existe, es mujer, es indígena y es rebelde. Ahora vive Ramona, una mujer de esa raza que tiene que morirse para vivir..."

Ramona, el arma más temible del EZLN, era una indígena más cuando sin pasamontañas caminó alguna vez por las racistas calles de San Cristóbal de las Casas. Cuentan que una vez se paró frente a una tienda de postales y compró algunas. Eran, para sorpresa de sus acompañantes, fotografías de ella con el rostro cubierto. Se las vendieron quienes hacen negocio con su imagen y Ramona, traviesa y sonriente con su ocurrencia, las pagó y se retiró con la frente en alto.

Jornada Global por Ayotzinapa (Tampico Tamaulipas, México)

Mensaje a los familiares de los Normalistas desaparecidos de Ayotzinapa:


martes, 5 de enero de 2016

RvsR: Contra las agresiones a los adherentes a la Sexta: ¡Julio César y César Iván no están solos!

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RvsR: Contra las agresiones a los adherentes a la Sexta:
¡Julio César y César Iván no están solos!

A través de los compañer@s del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, nos hemos enterado de los actos ominosos de hostigamiento e intimidación en contra de Julio César Ortega Oseguera y su hijo César Iván Ortega Salinas, ambos adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona.

En abierta impunidad y de manera cobarde, personas no identificadas invadieron y allanaron el domicilio de nuestros compañeros, atando a César Iván, amagándolo con amenazas de muerte en contra suya y de su padre Julio César.

Este acto de persecución no es un suceso aislado, forma parte de una política diseñada, planeada y ejecutada desde el poder y el Estado, en contra de las y los luchadores sociales, de toda persona solidaria que resiste no sólo desde los márgenes del sistema, sino que de manera colectiva y organizada se rebela para construir en comunidad una vida digna y un mundo mejor.

Julio y César son nuestros hermanos de lucha, junto con ellos hemos aprendido de la experiencia, del pensamiento y de la práctica zapatista, una agresión en su contra es una agresión contra nosotr@s.

Desde la Red contra la Represión y la Solidaridad hacemos eco de la denuncia del allanamiento que nos agravia. No basta ya con señalar que los responsables son los mismos que buscan tener a este país sumido entre el miedo y el terror; como nunca antes se hace necesario profundizar los esfuerzos organizativos que hagan de nuestros territorios espacios colectivos que resistan a este horror que se busca imponer, sólo construyendo organización y comunidad podremos revertir este desolador panorama de la represión.

A nuestros compas Julio César Ortega Oseguera y su hijo César Iván Ortega Salinas les decimos que no están solos, los abrazamos y quedamos al pendiente suyo.

Hacemos un llamado a nuestr@s compañer@s adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, a l@s estudiantes de la Escuelita Zapatista y a toda persona que se sienta convocada a que desde sus modos, tiempos y formas dé seguimiento a esta agresión y generar acciones de solidaridad y compañerismo.

Si el poder ambiciona silenciarnos, nuestro grito se hará voz colectiva, organizada y rebelde, no para exigirles, sino para agrietar sus muros donde las palabras solidaridad y libertad se cuelen ára encontrar perspectiva en la resistencia organizada.

¡Alto a las agresiones en contra de los adherentes a la Sexta!
¡Si nos tocan a un@, nos tocan a tod@s!
Contra el despojo y la represión: ¡la Solidaridad!
Red contra la Represión y por la Solidaridad
(RvsR)


viernes, 1 de enero de 2016

Lo que va de ayer a hoy.

Foto:Ernesto Zamorano de REDES


Lo que va de ayer a hoy.

En 22 años de existencia pública y diez de existencia clandestina, los zapatistas han logrado crear algo nuevo, pero nuevo de verdad. ¿qué cómo se llama eso? Es lo de menos. Ellos lo han hecho, lo han modelado con sus manos, lo han pensado y por ese simple hecho ya ha exsistido, lo han soñado como sueñan los que se despiertan y comienzan a construir lo que sueñan, porque se merecen lo que sueñan.

Ahora, sólo por un momento cerremos los ojos y pensemos ¿Qué sería de nosotros si esos indígenas no se hubieran insurreccionado el 1 de enero, hace 22 años? ¿Que sería de nuestra vida? ¿Cómo nos podríamos haber mantenido en la lucha?

Ya sé que muchos dirán (los hombres y mujeres de mármol), "hubiéramos seguido construyendo la lucha socialista".

Yo no lo sé. Creo que mi vida hubiera sido miserable.

Por eso yo no tengo mucho más que decir que GRACIAS. Gracias a esas mujeres, hombres niñ@s, jóvenes, ancian@s del Ejército Zpatista de Liberación Nacional.

Su creación heroica volvió a darle sentido a nuestra vida. Cuando vivíamos la medianoche del milenio, el 1 de enero representó la posibilidad de volver a tener destino. Sólo que éste no era el mismo. Ya no se basa en creencias metafísicas de que uno llevaba la conciencia desde afuera del movimiento, ni con la angustiante y perversa idea de que uno tiene que construir una vanguardia que dirija a las masas hacia la revolución.

Ahora tenemos una idea nueva, realmente nueva, lucharemos para siempre. Pero no porque tengamos esa vocación metafísica de vivir para siempre sino porque tenemos la convicción de como seres humanos pasajeros, el para siempre se construye siempre transmitiendo y heredando nuestra voluntad de lucha a las nuevas generaciones y, poco a poco, o más rápido de lo que se piense, irse haciendo a un lado, no abandonando la lucha sino jugando otro papel.

Bueno, eso es lo que yo creo. No ando a la búsqueda de sobrevivir a como de lugar aliándome a lo peor de colectivos de vividores u ONGs que sobreviven de administrando (en el peor sentido de la palabra) los movimientos sociales, como expertos en "solucionadores de conflictos". Como desde 2005, soy adherente a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, creo que ahí está mi horizonte y mi destino.

Creo en esos pueblos indígenas zapatistas que con su ejemplo nos dieron la mano y nos sacaron de nuestro invierno del desconsuelo.

Eso quería decir después de leer este texto-balance-herencia que nos regalaron este 1 de enero de 2016 nuestros compañeros zapatistas

"Antes para saber si alguien era zapatista se veía si traía paliacate rojo o pasamontañas.

Ahora basta ver si sabe trabajar la tierra; si cuida su cultura; si estudia para conocer la ciencia y la técnica; si se respeta como mujeres que somos; si tiene la mirada en alto y limpia; si sabe que manda como colectivo; si ve los cargos de gobierno autónomo rebelde zapatista como servicio y no como negocio; si cuando le preguntan algo que no sabe, responde “no lo sé… todavía”; si cuando se burlan diciéndole que los zapatistas ya no existen, que son muy pocos, responde “no preocupas, ya vamos a ser más, de repente tarda, pero sí vamos a ser más”; si mira lejos en calendarios y geografías; si sabe que el mañana se siembra hoy.

Pero pues sí, reconocemos que nos falta mucho por hacer, nos hace falta organizarnos más y mejor.

Por eso nos tenemos que esforzar más por prepararnos para realizar más y mejor nuestros trabajos de gobernarnos, porque ahí viene de nuevo el mal de los males: el mal sistema capitalista.

Y tenemos que saber cómo enfrentarlo. Ya tenemos 32 años de experiencias de lucha de Rebeldía y Resistencia.

Ya somos lo que somos.

Somos el Ejército Zapatista de Liberación Nacional".
(extracto del discurso del EZLN en el 22 aniversario del inicio de la Guerra contra el olvido)


Rodríguez Lascano S., 2016. Lo que va de ayer a hoy. [en línea]. 01 enero 2016. Disponible en: https://www.facebook.com/rodriguezsergiolas/posts/10204169560239444 [Consultado el 01 enero del 2016]

PALABRAS DEL EZLN EN EL 22 ANIVERSARIO DEL INICIO DE LA GUERRA CONTRA EL OLVIDO

Imagen: https://libya360.files.wordpress.com/2015/12/familia-zapatista-escuelita-zapatista-la-garrucha-agosto-2013-3.jpg?w=1400

PALABRAS DEL EZLN EN EL 22 ANIVERSARIO
DEL INICIO DE LA GUERRA CONTRA EL OLVIDO.

Primero de Enero del 2016,

BUENAS NOCHES, BUENOS DÍAS COMPAÑEROS, COMPAÑERAS BASES DE APOYO DEL EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL, COMPAÑEROS/AS MILICIANOS Y MILICIANAS, INSURGENTAS E INSURGENTES, RESPONSABLES LOCALES Y REGIONALES, AUTORIDADES DE LAS TRES INSTANCIAS DE GOBIERNO AUTÓNOMO, COMPAÑEROS/AS PROMOTORES Y PROMOTORAS DE LAS DIFERENTES ÁREAS DE TRABAJO. COMPAÑEROS, COMPAÑERAS DE LA SEXTA NACIONAL E INTERNACIONAL Y TODOS LOS PRESENTES.

Compañeras y compañeros, hoy estamos aquí para celebrar el 22 aniversario del inicio de la guerra contra el olvido.

Durante más de 500 años sufrimos la guerra que los poderosos de distintas naciones, lenguas, colores y creencias nos hicieron para aniquilarnos.

Quisieron matarnos, sea matando nuestros cuerpos, sea matando nuestras ideas.

Pero resistimos.

Como pueblos originarios, como guardianes de la madre tierra, resistimos.

No sólo aquí y no sólo el color que somos de la tierra.

En todos los rincones del mundo que dolía antes y duele ahora, hubo y hay gente digna y rebelde que resistió, que resiste contra la muerte que impone el de arriba.

El primero de enero de 1994, hace 22 años, hicimos público el “¡YA BASTA!” que preparamos en silencio digno durante una década.

Callando nuestro dolor preparábamos así el grito de nuestro dolor.

De fuego fue entonces nuestra palabra.

Para despertar a quien dormía.

Para levantar a quien caía.

Para indignar a quien se conformaba y se rendía.

Para rebelar la historia.

Para obligarla a decir lo que callaba.

Para develar la historia de explotaciones, asesinatos, despojos, desprecios y olvidos que se escondía
detrás de la historia de arriba.
Esa historia de museos, estatuas, libros de texto, monumentos a la mentira.

Con la muerte de los nuestros, con nuestra sangre, sacudimos la modorra de un mundo resignado a la derrota.

No fueron sólo palabras. La sangre de nuestros caídos y caídas en estos 22 años se sumó a la de años, lustros, décadas, siglos anteriores.

Tuvimos que elegir entonces y elegimos la vida.

Por eso, entonces y ahora, para vivir morimos.

Tan sencilla como nuestra sangre pintando las calles y muros de las ciudades que nos desprecian ahora como antes lo hicieron, fue nuestra palabra entonces.

Y lo sigue siendo:

Como bandera de lucha fueron nuestras 11 demandas: tierra, trabajo, alimentación, salud, educación, vivienda digna, independencia, democracia, libertad, justicia y paz.

Estas demandas fueron las que nos hicieron levantarnos en armas porque es lo que nos hace falta a los pueblos originarios y la mayoría de las personas en este país y en todo el mundo.

De esta manera, emprendimos nuestra lucha en contra de la explotación, marginación, humillación, desprecio, olvido y por todas las injusticias que vivimos causadas por el mal sistema.

Porque para los ricos y poderosos sólo servimos para sus esclavos, para que así ellos sean cada vez más ricos y nosotros cada vez más pobres.

Después de vivir tanto tiempo bajo esta dominación y despojo, dijimos:

¡YA BASTA! ¡Y HASTA AQUÍ SE ACABÓ LA PACIENCIA!

Y vimos que no nos quedó otro camino más que tomar nuestras armas para matar o morir por una causa justa.

Pero no estábamos solos, solas.

No lo estamos ahora.

En México y el Mundo la dignidad tomó las calles y pidió espacio para la palabra.

Entendimos entonces.

A partir de ese momento cambió nuestra forma de lucha y fuimos y somos oído atento y palabra abierta, porque desde un principio sabíamos que una lucha justa del pueblo es por la vida y no por la muerte.

Pero tenemos a un lado nuestras armas, no las dejaremos, estarán con nosotros hasta el final.
Porque vimos que donde nuestro oído fue corazón abierto, el Mandón opuso su palabra de engaño, su corazón de ambición y mentira.

Vimos que la guerra de arriba siguió.

Su plan y su objetivo era y es hacernos la guerra hasta exterminarnos. Por eso en lugar de resolver las justas demandas, preparó y prepara, hizo y hace la guerra con sus armamentos modernos, forma y financia grupos paramilitares, ofrece y reparte migajas aprovechando la ignorancia y la pobreza de algunos.

Ésos mandones de arriba son tontos. Pensaron que quienes estaban dispuestos a escuchar, estaban también dispuestos a venderse, a rendirse, a claudicar.

Se equivocaron entonces.

Se equivocan ahora.

Porque nosotras las zapatistas, los zapatistas, tenemos bien claro que no somos limosneros o inútiles que esperan que todo se les resuelva solo.

Somos pueblos con dignidad, con decisión y conciencia para luchar por la verdadera libertad y justicia para todas, para todos, para todoas. Sin importar su color, su raza, su género, su creencia, su calendario, su geografía.

Por eso nuestra lucha no es local, ni regional, ni siquiera nacional. Es universal.

Porque universales son las injusticias, los crímenes, los despojos, los desprecios, las explotaciones.

Pero también son universales la rebeldía, la rabia, la dignidad, el afán de ser mejores.

Por eso entendimos que era necesario construir nuestra vida nosotros mismos, nosotras mismas, con autonomía.

En medio de las grandes amenazas, de los hostigamientos militares y paramilitares, y las constantes provocaciones del mal gobierno, empezamos a formar nuestro propio sistema de gobernar, nuestra autonomía, con nuestra propia educación, nuestra propia salud, nuestra propia comunicación, nuestra forma de cuidar y trabajar a nuestra madre tierra; nuestra propia política como pueblo y nuestra propia ideología de cómo queremos vivir como pueblos, con otra cultura.

Donde otras, otros esperan que desde arriba se solucionará lo de abajo; nosotras, nosotros, zapatistas, empezamos a construir nuestra libertad como se siembra, como se construye, como se crece, es decir, desde abajo.

Pero el mal gobierno intenta destruir y acabar nuestra lucha y resistencia con una guerra que cambia de intensidad como cambia su política engañosa, con sus malas ideas, con sus mentiras, usando sus medios de comunicación para difundirlas y con la repartición de migajas en los pueblos indígenas donde hay zapatistas, para así dividir y comprar conciencias, aplicando de esta forma su plan de contrainsurgencia.

Pero la guerra que viene de arriba, compañeras, compañeros, hermanas y hermanos, es siempre la misma: sólo trae destrucción y muerte.

Pueden cambiar las ideas y las banderas con las que llega, pero la guerra de arriba siempre destruye, siempre mata, nunca siembra como no sea el terror y la desesperanza.

En medio de esa guerra tuvimos que caminar hacia lo que queremos.

No podíamos sentarnos a esperar a que entendieran quienes no entienden ni siquiera que no entienden.

No podíamos sentarnos a esperar a que el criminal renegara de sí mismo y de su historia y se convirtiera, arrepentido, en alguien bueno.

No podíamos esperar una larga e inútil lista de promesas que serían olvidadas unos minutos después.

No podíamos esperar a que lo otro, diferente pero igual en dolor y rabia, nos mirara y mirándonos se viera.

No sabíamos cómo hacer.

No había ni hay libro, manual o doctrina que nos dijera cómo hacer para resistir y, al mismo tiempo, construir algo nuevo y mejor.

Tal vez no perfecto, tal vez diferente, pero siempre nuestro, de nuestros pueblos, de las mujeres, hombres, niñas y ancianos que con su corazón colectivo cubren la bandera negra con la estrella roja de cinco puntas y las letras que les dan no sólo nombre, también compromiso y destino: E Z L N.

Entonces buscamos en nuestra historia ancestral, en nuestro corazón colectivo, y a los tumbos, con fallas y errores, fuimos construyendo esto que somos y que no sólo nos mantiene con vida y resistiendo, sino que también nos levanta dignos y rebeldes.

Durante estos 22 años de lucha de Resistencia y Rebeldía seguimos construyendo otra forma de vida, gobernándonos nosotros mismos como pueblos colectivos que somos, bajo los 7 principios del mandar obedeciendo, construyendo un nuevo sistema y otra forma de vida como pueblos originarios.

Uno donde el pueblo manda y gobierno obedece.

Y nuestro corazón sencillo lo ve que es lo más sano, porque nace y crece del mismo pueblo, es decir, es el mismo pueblo que opina, discute, piensa, analiza, propone y decide qué cosa es lo mejor para su beneficio, siguiendo el ejemplo que nos dejaron nuestros antepasados.

Como iremos explicando después, vemos que en las comunidades partidistas reinan el desamparo y la miseria, manda la holgazanería y el crimen, la vida comunitaria está rota, lastimada ya mortalmente.

El venderse al mal gobierno no sólo no resolvió sus necesidades, sino que sumó más horrores.

Donde antes había hambre y pobreza, hoy las sigue habiendo, pero además hay desesperanza.

Las comunidades partidistas se han convertido en grupos de limosneros que no trabajan, sólo esperan el siguiente programa gubernamental de ayuda, o sea esperan la próxima temporada electoral.

Y esto no aparecerá en ningún informe de gobierno municipal, estatal o federal, pero es la verdad que se puede ver en las comunidades partidistas: campesinos que no saben ya trabajar la tierra, casas de material vacías porque ni el cemento ni las láminas se pueden comer, familias destruidas, comunidades que sólo se reúnen para recibir las limosnas gubernamentales.

En nuestras comunidades tal vez no hay casa de cemento, ni televisiones digitales ni camiones último modelo, pero nuestra gente sabe trabajar la tierra. Lo que se pone en su mesa, la ropa que las viste, la medicina que las alivia, el saber que se aprende, la vida que transcurre es SUYA, producto de su trabajo y de su saber. No es regalo de nadie.

Podemos decirlo sin pena: las comunidades zapatistas no sólo están mejor que hace 22 años. Su nivel de vida es superior al de quienes se han vendido a los partidistas de todos los colores.

Antes para saber si alguien era zapatista se veía si traía paliacate rojo o pasamontañas.

Ahora basta ver si sabe trabajar la tierra; si cuida su cultura; si estudia para conocer la ciencia y la técnica; si se respeta como mujeres que somos; si tiene la mirada en alto y limpia; si sabe que manda como colectivo; si ve los cargos de gobierno autónomo rebelde zapatista como servicio y no como negocio; si cuando le preguntan algo que no sabe, responde “no lo sé… todavía”; si cuando se burlan diciéndole que los zapatistas ya no existen, que son muy pocos, responde “no preocupas, ya vamos a ser más, de repente tarda, pero sí vamos a ser más”; si mira lejos en calendarios y geografías; si sabe que el mañana se siembra hoy.

Pero pues sí, reconocemos que nos falta mucho por hacer, nos hace falta organizarnos más y mejor.

Por eso nos tenemos que esforzar más por prepararnos para realizar más y mejor nuestros trabajos de gobernarnos, porque ahí viene de nuevo el mal de los males: el mal sistema capitalista.

Y tenemos que saber cómo enfrentarlo. Ya tenemos 32 años de experiencias de lucha de Rebeldía y Resistencia.

Ya somos lo que somos.

Somos el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Somos aunque no nos nombren.

Somos aunque con silencios y calumnias nos olviden.

Somos aunque no nos miren.

Somos en el paso, en el camino, en el origen, en el destino.

Y en lo que somos vemos, miramos, escuchamos dolores y sufrimientos cercanos y lejanos en calendarios y geografías.

Y miramos antes, y miramos ahora.

Una noche cruenta, más si posible fuera, se tiende sobre el mundo.

El Mandón no sólo se empeña en seguir explotando, reprimiendo, despreciando y despojando.

Está decidido a destruir el mundo entero si eso le da ganancias, dinero, paga.

Está claro que viene lo peor para todas, todos, todoas.

Porque los grandes ricos multimillonarios de unos cuantos países, siguen con el objetivo de saquear todas las riquezas naturales en todo el mundo, todo lo que nos da vida como el agua, las tierras, bosques, montañas, ríos, aire; y todo lo que está bajo el suelo: oro, petróleo, uranio, ámbar, azufre, carbón, y otros minerales. Porque ellos no la consideran a la tierra como fuente de vida, sino como un negocio y todo lo convierten en mercancía, y la mercancía la convierten en dinero, y así nos quieren destruir por completo.

El mal y el malo tienen nombre, historia, origen, calendario, geografía: es el sistema capitalista.

No importa cómo lo pinten, no importa el nombre que le pongan, no importa la religión que lo vista, no importa la bandera que levante.

Es el sistema capitalista.

Es la explotación de la humanidad y del mundo que habita.

Es el desprecio a todo lo que es diferente y que no se vende, no se rinde, no claudica.

Es el que persigue, encarcela, asesina.

Es el que roba.

Frente a él surgen, nacen, se reproducen, crecen y mueren, salvadores, líderes, caudillos, candidatos, gobiernos, partidos que ofrecen la solución.

Como una mercancía más, se ofertan las recetas para resolver los problemas.

Tal vez alguien todavía crea que de arriba, de donde vienen los problemas, vendrán las soluciones.

Tal vez todavía hay quien cree en salvadores locales, regionales, nacionales y mundiales.

Tal vez hay todavía quien espera que alguien haga lo que nos corresponde hacer a nosotros, nosotras mismas.

Sería muy bueno, sí.

Todo fácil, cómodo, sin mayor esfuerzo. Sólo levantar la mano, tachar una boleta, llenar un formulario, aplaudir, gritar una consigna, afiliarse a un partido político, votar para botar a uno y que otro entre.

Tal vez, decimos, pensamos nosotras, nosotros, zapatistas que somos lo que somos.

Sería muy bueno así, pero no lo es.

Porque lo que hemos aprendido como zapatistas que somos y sin que nadie nos lo haya enseñado, como no sea nuestro propio paso, es que nadie, absolutamente nadie va a venir a salvarnos, a ayudarnos, a solucionar nuestros problemas, a aliviar nuestros dolores, a regalarnos la justicia que necesitamos y merecemos.

Sólo lo que hagamos nosotras, nosotros, cada quien según su calendario y su geografía, según su nombre colectivo, su pensamiento y su acción, su origen y su destino.

Y también hemos aprendido, como zapatistas que somos, que es sólo con organización que es posible.

Aprendimos que si se indigna una, uno, unoa, es bonito.

Que si se indignan varios, varias, muchas, muchos, muchoas, entonces una luz se enciende en un rincón del mundo y su luz alcanza a alumbrar por unos instantes toda la faz de la tierra.

Pero también aprendimos que si esas indignaciones se organizan… ¡Ah!, entonces no es una luz momentánea la que ilumina los caminos terrenales.

Entonces es como un murmullo, como un rumor, como un temblor que empieza a sonar quedo primero, más fuerte después.

Como si este mundo fuera a parir otro mundo, uno mejor, más justo, más democrático, más libre, más humano… o humana… o humanoa.

Por eso hoy empezamos esta parte de nuestras palabras con una palabra ya de antes, pero que sigue siendo necesaria, urgente, vital: tenemos que organizarnos, prepararnos para luchar, por cambiar esta vida, por crear otra forma de vida, otra forma de gobernarnos, nosotros mismos los pueblos.

Porque si no nos organizamos, seremos más esclavizados.

Ya no hay nada ya de que confiar en el capitalismo. Absolutamente nada. Ya lo vivimos cientos de años su sistema, ya las padecimos sus 4 ruedas del carruaje del capitalismo: la explotación, la represión, el despojo y el desprecio.

Ya sólo queda la confianza entre nosotras, nosotros mismos, donde nosotros, nosotras sí sabemos cómo construir una nueva sociedad, un nuevo sistema de gobierno, con la vida justa y digna que queremos.
Porque ahora nadie se salva en la tormenta de la hidra capitalista que destruirá nuestras vidas.

Indígenas, campesin@s, obre@s, maestr@s, amas de casas, intelectuales, trabajadores y trabajadoras en general, porque hay muchos trabajadores que luchan por sobrevivir su vida diaria, unos con patrón y otr@s no, pero que caen en la misma garra del capitalismo.

O sea que no hay salvación en el capitalismo.

Nadie nos va dirigir, somos nosotr@s mism@s los que nos dirigimos, tomándonos en cuenta de cómo lo pensamos resolver de cada situación.

Porque si pensamos que hay quien nos dirige, pues ya vimos cómo nos dirigieron durante los cientos de años antes y en el sistema capitalista, no sirvió para nosotros los jodidos. Para ellos sí, porque ahí sí, sólo sentados, ganaron dinero para vivir.

A todos les dijeron “voten por mí”, voy a luchar porque ya no haya más explotación y ya cuando ya llegaron en el puesto donde se gana dinero sin sudar, automáticamente se olvidan de todo lo que dijeron, empiezan a crear más explotación, a vender lo poco queda de la riqueza de nuestros países.

Ésos vende patrias son unos inútiles, hipócritas, parásitos que no sirven.

Por eso, compañeros y compañeras, la lucha no ha terminado, apenas estamos empezando, apenas llevamos 32 años, de los cuales 22 son públicos.

Por eso debemos unirnos más, organizarnos mejor para construir nuestra barca, nuestra casa, es decir nuestra autonomía, porque es la que nos va a salvar de la gran tormenta que se acerca, debemos fortalecer más nuestras áreas de trabajo y nuestros trabajos colectivos.

No tenemos otro camino más que unirnos y organizarnos para luchar y defendernos de la gran amenaza del mal sistema capitalista, porque las maldades del capitalismo criminal que amenaza a la humanidad no va a respetar a nadie, va a barrer a todos sin distinción de raza, de partido, ni religión porque ya lo han demostrado durante muchos años que siempre han mal gobernado, amenazado, perseguido, encarcelado, torturado, desaparecido y asesinado a nuestros pueblos del campo y de la ciudad en todo el mundo.

Por eso les decimos, compañeros, compañeras, niños y niñas, jóvenes y jovenas, ustedes como nuevas generaciones son el futuro de nuestros pueblos, de nuestra lucha y de nuestra historia, pero deben de entender que tienen una tarea y obligación: seguir el ejemplo de nuestros primeros compañeros, de nuestros compañeros mayores de edad, de nuestros padres y abuelos y todos los que iniciaron esta lucha.

Ellos y ellas ya nos marcaron el camino, ahora nos toca seguir y mantener ese camino, pero para esto solamente se logra organizándonos en cada generación y en generación, entender eso y a organizarse para eso, y así hasta llegar al final de nuestra lucha

Porque ustedes como jóvenes son parte importante de nuestros pueblos, por eso deben de participar en todos los niveles de trabajo que hay en nuestra organización y en todas las áreas de trabajo de nuestra autonomía, y que sean las generaciones que sigan dirigiendo nuestro propio destino con democracia, libertad y justicia así como nos están enseñando ahora nuestros compañeros y compañeras primeros.

Compañeras y compañeros todos y todas, estamos seguros que vamos a lograr un día lo que queremos, para todos todo, o sea nuestra libertad, porque ahora nuestra lucha está avanzando poco a poco y nuestras armas de lucha son nuestra resistencia, nuestra rebeldía y nuestra palabra verdadera que no hay montañas ni fronteras que puedan impedirla, sino que llega hasta en el oído y en los corazones de otros hermanos y hermanas en el mundo entero.

Es decir que ya somos cada vez más los que entendemos la lucha en contra de la gravísima situación de injusticia en que nos tienen, que causa el mal sistema capitalista en nuestro país y en el mundo.

También estamos claros que a lo largo de nuestra lucha ha habido y habrá amenazas, represiones, persecuciones, desalojos, contradicciones y burlas de parte de los tres niveles de los malos gobiernos, pero debemos de estar claros que si el mal gobierno nos odia es porque vamos en un buen camino; y si nos aplaude es que nos estamos desviando en nuestra lucha.

No olvidemos que nosotros somos los herederos de hace más de 500 años de lucha y resistencia. En nuestras venas corre la sangre de nuestros antepasados, ellos nos heredaron el ejemplo de lucha y rebeldía y el ser guardián de nuestra madre tierra porque en ella nacimos, en ella vivimos y en ella moriremos.

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Compañeras, compañeros zapatistas:

Compañeros, compañeras, compañeroas de la Sexta:

Hermanas y hermanos:

Ésta es nuestra primera palabra en este año que comienza.

Más palabras vendrán, más pensamientos.

Poco a poco se irá mostrando de nuevo nuestra mirada, nuestro corazón que somos.

Ahora sólo queremos terminar diciéndoles que para honrar y respetar la sangre de nuestros caídos, no basta con solo recordar, extrañar, llorar, ni rezar, sino que debemos de seguir el ejemplo y continuar la tarea que nos dejaron, hacer en la práctica el cambio que queremos.

Por eso compañeros y compañeras para este día tan importante es el momento de reafirmar nuestra conciencia de lucha y de comprometernos para seguir adelante, cueste lo que cueste y pase lo que pase, no permitamos que el mal sistema capitalista destruya lo que hemos conquistado y lo poco que hemos podido construir con nuestro trabajo y esfuerzo durante más de 22 años: ¡nuestra libertad!

Ahora no es el momento de echarnos para atrás, de desanimarnos o de cansarnos, debemos de estar más firmes en nuestra lucha, mantener firmes las palabras y ejemplos que nos dejaron nuestros primeros compañeros: de no rendirse, no venderse y no claudicar.

¡DEMOCRACIA!
¡LIBERTAD!
¡JUSTICIA!

Desde las montañas del Sureste Mexicano.

Por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena – Comandancia General del

Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Subcomandante Insurgente Moisés. Subcomandante Insurgente Galeano.
México, Primero de enero del 2016.


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