Hasta pronto.
Por Gloria Muñoz Ramírez
Una parte de su corazón cabalgó las
luchas que desde abajo recorren los campos de México. La otra parte
no descuidó nunca la cotidianidad de las luchas de su pueblo en el
sur de Francia. La congruencia y la coherencia de su andar no
admitieron nunca concesiones a los poderosos ni a ninguna práctica
capitalista. Ni siquiera me atrevo a mencionar su nombre completo,
pues vivió en la colectividad hasta su último aliento, el pasado
primero de abril.
Su paso discreto, amoroso y su palabra
firme recorrieron a pie las comunidades zapatistas de Chiapas, donde
su corazón latió más fuerte que nunca durante más de dos décadas.
Caminó también las luchas del istmo de Tehuantepec, San Salvador
Atenco, Cherán, Ostula y Nurío. En los últimos meses, siempre con
esperanza, exigió junto a la gente solidaria de Toulouse la
presentación con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa. De los
pueblos del Congreso Nacional Indígena recibió enseñanzas que
llevó hasta su tierra, donde también formó parte del recibimiento
a luchadores sociales mexicanos, entre ellos don Juan Chávez e
Ignacio del Valle.
Anticapitalista en el aquí y ahora,
ayudó a sembrar emprendimientos transformadores de la vida
cotidiana, la autonomía, el aprendizaje y la transmisión de
conocimientos y memoria, como la tierra común La Fontié, ubicada a
unos 50 kilómetros de Toulouse, donde compartió: “Ya están
creciendo el trigo, la milpita, las plantas medicinales y
aromáticas... ya rebosan de jitomate, rábanos, cebollas, berenjenas
y calabacines, los dos invernaderos que nos han permitido enfrentar
una temporada lluviosa y fría. Y ya pasean las ovejas en sus
praderas. Fueron exitosos los injertos realizados en diversos árboles
frutales, especialmente los castaños (la castaña ha sido durante
milenios el alimento principal en muchas de nuestras regiones). Y
ahora nos visitan compasde toda Francia y hasta de países
vecinos, con quienes compartimos el ambicioso proyecto de reconstruir
nuestras vidas”.
JPP no conoció la palabra
desaliento. Por estas tierras del sur de Francia que tanto y tan
bien conoció, siempre se le veía yendo y viniendo, tejiendo lazos
entre quienes día a día, desde sus parcelas, luchan por recuperar o
por preservar lo que queda de la vida del campo. Siempre de la mano
de los que luchan por el derecho a la vivienda digna, contra el
racismo, por la defensa de los migrantes perseguidos. Siempre abajo.
Con sentido del humor, amor y respeto
al otro y la otra, también fue colaborador de Desinformémonos,
donde compartió la lucha de los jornaleros de Andalucía. Hasta
pronto, JP. Te mantendremos informado.
www.desinformemonos.org
lasylosdeabajo@yahoo.com.mx
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2015/04/04/opinion/013o1pol
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