Fografía: http://regeneracionradio.org/Galerias/Imagenes/39-homenaje-galeano-villoro/
Maestro Zapatista Galeano: Apuntes de
una vida.
2 de Mayo del 2015.
Compañeros y compañeras del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional:
Compañeroas, compañeras, compañeros
de la Sexta:
Personas que nos visitan:
Me toca ahora hablarlo al compañero
maestro zapatista Galeano.
Hablarlo para que en la palabra viva.
Hablárselos para que tal vez así entiendan nuestra rabia.
Y decimos “maestro zapatista Galeano”
porque ése era el puesto o la posición o el trabajo que tenía el
compañero cuando fue asesinado.
Para nosotros, nosotras, zapatistas, el
compañero maestro Galeano sintetiza toda una generación anónima en
el zapatismo. Anónima para afuera, pero protagonista fundamental en
el alzamiento y en estos más de 20 años de rebeldía y resistencia.
La generación que, siendo joven,
estuvo en las llamadas organizaciones sociales y conoció la
corrupción y falsedad que nutre a sus dirigentes, se preparó en la
clandestinidad, se alzó en armas contra el supremo gobierno,
resistió a nuestro lado traiciones y persecuciones, y orientó la
resistencia de la generación que hoy asume los cargos en las
comunidades indígenas.
La muerte violenta, absurda,
implacable, cruel, injusta lo alcanzó con el cargo de maestro.
Un poco después y lo hubiera alcanzado
como autoridad autónoma.
Algún tiempo antes lo hubiera tocado
como orientador.
Antes de eso, hubiera la muerte matado
al miliciano.
Muchas lunas antes el muerto hubiera
sido un joven que sabía lo suficiente y necesario sobre el sistema,
y buscaba, como muchas, muchos, muchoas todavía, el modo mejor de
desafiarlo.
Hace un año un trío de periodistas de
paga, adocenados por el gobierno del Ario Velasco y su podrida corte,
levantaron una mentira en torno a su asesinato.
Quien tomó las fotos lastimeras de los
supuestos golpes cuidadosamente vendados de los asesinos, como premio
fue a pasear a Nueva York otras fotos mercenarias.
Quienes tragaron sin reparo la mierda
gubernamental y la difundieron en primera plana, ahora tienen eco en
quienes maquillan la noticia y presentan su asesinato como producto
de un enfrentamiento.
Quienes callaron cómplices por
conveniencia financiera o cálculo político siguen simulando que
hacen periodismo y no publicidad mal disimulada.
No muchos días antes de este que nos
convoca, leímos en la prensa de paga que la “heroica”,
“abnegada”, “profesional” e “impoluta” policía del
Distrito Federal, en México, tuvo un “enfrentamiento”, así
dijeron, con un grupo de personas invidentes. Los malvados ciegos
arremetieron con sus “armas”, sus bastones, a los pobres policías
que no hacían sino cumplir su deber y tuvieron que responder con
golpes de tolete y escudo para hacer ver, a los sin vista, que la ley
es la ley para los de abajo, y para arriba no es.
Y también hace poco, y con motivo de
esas especulaciones de temporada que suelen azotar no sólo al gremio
periodístico, también a las redes sociales, cuando hablar de algo
es ocultar que no se tiene nada importante qué decir o informar, una
periodista, de ésas que alegan “profesionalismo” y
“objetividad”, escribía sobre la muerte del hermano en lucha y
recogedor de lluvias, Eduardo Galeano, y suponía una liga falsa
entre el Galeano escritor y el Galeano maestro, miliciano y
zapatista.
Al hacer referencia al compañero
zapatista Galeano, la periodista de paga insistía en que había
muerto en un enfrentamiento y remitía a las fotos de su colega
turista en Nueva York.
Señalo que es una periodista no por
misoginia, sino por lo siguiente: como ya es común en los medios de
comunicación, tan común que a veces ni nota alcanzan, los
asesinatos de mujeres son también maquillados de modo que son
“muertas” y no “asesinadas”.
Tomemos un caso cualquiera, un hogar o
una calle cualquiera, una geografía cualquiera, un calendario
cualquiera: hay una discusión, una pelea, o ni siquiera eso, sólo
porque sí, porque él manda, el hombre agrede a la mujer, la mujer
se defiende y alcanza a rasguñar al hombre, el hombre la asesina a
golpes, a puñaladas, a balazos, a desprecio. El hombre es atendido y
los arañazos curados y vendados.
Sobre este hecho, la periodista,
“profesional y objetiva” como dice ser, hará la siguiente nota:
“una mujer murió en un enfrentamiento con su pareja, el hombre
presenta heridas producto de la pelea. Se adjuntan fotos del pobre
hombre herido, después de ser atendido en los servicios médicos. La
familia de la mujer agresora se negó a que fuera fotografiado su
cuerpo”. Fin de la nota y a cobrar.
Así son las notas periodísticas de
hoy: ciegos armados con bastones se enfrentan contra policías
armados con escudos, toletes y gases lacrimógenos. Mujeres armadas
con sus uñas se enfrentan contra hombres armados con cuchillos,
garrotes, pistolas, penes. Éstos son los “enfrentamientos” de
los que se da cuenta en unos medios de paga, aunque algunos se
disfracen de medios libres, como algunos que se registraron así,
pensando que no los conocíamos y no los íbamos a dejar pasar si
eran de paga. Pero los conocemos y aquí están “cubriendo” este
acto.
El compañero maestro zapatista Galeano
no murió en un enfrentamiento. Fue secuestrado, torturado,
desangrado, apaleado, macheteado, asesinado y rematado. Sus agresores
tenían armas de fuego, él no. Sus agresores eran varios y varias,
él estaba solo.
La periodista “profesional y
objetiva” reclamará las fotos y la autopsia, y no tendrá ni las
unas ni la otra. Porque si ella no se respeta y no respeta su
trabajo, y por eso escribe lo que escribe sin que nadie se lo
cuestione y además cobrando por ello; nosotras, nosotros,
zapatistas, sí respetamos a nuestros muertos.
Hace más de 20 años, en la batalla de
Ocosingo, que duró 4 días, combatientes zapatistas fueron
ejecutados por los federales después de ser heridos en combate. Las
armas de fuego de los zapatistas fueron suplantadas por armas de
palo. La prensa fue entonces llamada a desquitar la paga bajo la
vigilancia de las tropas gubernamentales. Se tejió así la patraña,
repetida hasta el vómito hasta nuestros días, de que las tropas del
EZLN salieron con armas de madera a enfrentar al mal gobierno. Claro,
el pequeño problema es que alguien tomó las fotos cuando los
zapatistas caídos no tenían nada a su lado.
Y luego las contrastó con las
presentadas por la prensa oficialista. Mucho dinero se pagó para que
las fotos que retrataban la realidad no fueran difundidas.
Ahora, en los tiempos modernos de
crisis económica de los medios de comunicación de paga, un arte, la
fotografía periodística, se ha convertido en una mercancía mal
pagada que a veces sólo alcanza a provocar náuseas.
No voy a detallar todas y cada una de
las heridas sufridas por el compañero Galeano, ni a presentarles
fotos de su cadáver mancillado. No voy a reseñar el cinismo
narrativo con el que sus asesinos detallaron el crimen como quien
cuenta una hazaña.
Tiempo habrá de pasar. Las confesiones
de los verdugos serán conocidas. Se sabrán con detalle las
torturas, los festejos que hacían con cada gota de sangre, la
borrachera de la muerte cruel, la euforia posterior, la cruda moral y
etílica de los siguientes días, la culpa persiguiéndolos, la
justicia alcanzándolos.
El compañero maestro zapatista Galeano
será recordado por las comunidades zapatistas, sin bulla, sin
primeras planas. Su vida, y no su muerte, será alegría en nuestra
lucha por generaciones. Cientos de niños tojolabales, tzeltales,
tzotziles, choles, zoques, mames y mestizos llevarán su nombre. Y no
faltará la niña que se llame “Galeana”.
Los 3 miembros de la decadente nobleza
mediática, quienes llamaron a la guerra con la difusión de una
mentira, quienes callaron con cobardía, y la periodista “profesional
y objetiva”, seguirán siendo mediocres, mediocres vivirán,
mediocres morirán, y la historia seguirá su curso sin que nadie los
eche de menos.
Y sólo para terminar de una buena vez
con suposiciones tontas, el compañero maestro zapatista Galeano no
toma ese nombre del incansable recogedor de la palabra de abajo que
fue Eduardo Galeano.
Esa liga fue un invento de los medios.
Aunque suene absurdo, el compañero
toma su nombre de lucha del insurgente Hermenegildo Galeana, por
cierto originario de Tecpan, en el ahora estado de Guerrero, y que
llegó a ser lugarteniente del jefe independentista José María
Morelos y Pavón. Hermenegildo Galeana estaba con las tropas
insurgentes cuando, el 2 de mayo de 1812, rompen el sitio que el
ejército realista mantenía sobre Cuautla, derrotando a su paso a
las tropas del general Félix María Calleja. La resistencia
insurgente escribió entonces una página brillante en la historia
militar.
Es frecuente en los pueblos zapatistas
que hombres y mujeres apliquen los géneros a su muy particular
entender. Así, por ejemplo, el mapa es “la” mapa. Lo que hizo el
compañero fue “masculinizar” el apellido Galeana y lo convirtió
en Galeano. Esto fue años antes de que saliéramos a la luz pública.
-*-
No voy a decir mucho más sobre el
compañero maestro zapatista Galeano.
Ya lo harán más y mejor sus
familiares y compañeros y compañeras que hoy nos honran con su
presencia, lo mismo que lo hará el
compañero Subcomandante Insurgente Moisés.
A mí me duele todavía mucho su
ausencia.
Sigo todavía sin poder explicarme la
crueldad con la que se ensañaron contra él, queriendo matarlo con
armas y con notas periodísticas.
Sigo sin entender el silencio cómplice
y el desapego de quienes fueron levantados y ayudados por su
generosidad, y luego le dieron la espalda a su muerte después de
haber usado su vida.
Por eso creo que, puesto que es su vida
la que levantamos, es mejor que sea el compañero Galeano quien les
hable.
Los siguientes fragmentos que les leeré
provienen del cuaderno de apuntes del compañero Galeano. El
cuaderno. con éstos y otros escritos, fue entregado a la Comandancia
General del EZLN por la familia del compañero que nos hace falta
hoy.
Se supone que se empieza a escribir en
el año 2005 y los últimos escritos son del año 2012.
Va:
“Para todos los que lean esta
brillante historia y para que algún día mis hijos y mis compañeros
no digan se esfumó.
Escribo mis acciones y pasos en la
lucha, pero también soy crítico porque también conocerán mis
errores para no caer en ellos. Pero eso no quiere decir que no soy un
compañero.
Bueno voy a empezar desde mi vida joven
y civil antes.
Cuando yo tenía como 15 años yo
siempre participé en trabajos y acciones de una organización
llamada “Unión de Ejidos de la Selva”.
También sabía yo que estaba explotado
porque el peso de la pobreza que caía sobre mis quemados hombros
bastaba para darme cuenta de que la explotación aún existía, y que
algún día aparecería alguien para levantarnos y mostrarnos el
camino, para guiarnos.
Bueno, como les dije en el principio
participé en un recorrido que hicimos (número ilegible) indígenas
para tratar de intercambiar ideas de trabajos productivos. Así se
llamó ese programa que hicieron según nuestros asesores de esa
llamada Unión, en la que nosotros militábamos.
Bueno, para mí me sirvió para
aprender muchas cosas. En primer lugar me di cuenta cómo nos
trataron de engañarnos esos mentados asesores Juárez y Jaime
Valencia entre otros. Fuimos hasta Oaxaca, a un lugar donde también
existen compañeros indígenas como nosotros, y que también tenían
una organización llamada X dirigidos por un sacerdote que estaba con
ellos. Pero también están en la misma situación de opresión que
nosotros.
Bueno, total que recorrimos varias
ciudades del país. Fue allí donde me di cuenta cuánta gente
mendiga por las calles, sin techo y sin tener qué comer. De veras
nació en mí que eso debería ser nuestro objetivo de intercambiar
ideas para tratar y ver cómo exigir una vida digna para todos los
que vivimos en condiciones de pobreza humillante, por culpa de los
gobiernos.
También me di cuenta de algo que me
disgustó y nunca más volví a depender de esos mentirosos y mañosos
hombres que aparentan estar con los de abajo. Ellos hacían todos
estos movimientos para enriquecerse a costillas de nosotros, los
pendejos de esos tiempos que creíamos en su mañosa y falsa idea.
¿Por qué digo esto? Pues ya verán
cómo estaba la cosa. Resulta que ellos promovían programas de
gobierno para engañarnos, y luego nosotros engañar a nuestra gente
de nuestras comunidades. En ese recorrido, el gobierno dio un apoyo
de 7 millones de pesos, que en ese tiempo eran un gran dineral porque
se hablaba de miles y no ahora que se habla de pesos. En ese entonces
nos dijeron que el gobierno había dado 7 mil millones, pero que no
nos lo iban a dar todo, nada más 3 millones y el resto iba a servir
para los siguientes recorridos, y nunca más supimos dónde se fue
ese dinero.
Claro, no nos informaron, pero ese
dinero les quedó a los mentados asesores, y mientras nosotros
comíamos totopo con un pequeño pedazo de queso, allá en Oaxaca, y
dormíamos en el corredor de la presidencia de Ixtepec, Oaxaca, ¿Y
ellos dónde estaban? Pues verán ustedes, ellos dormían en buenos
hoteles y comían en buenos restaurantes. Y así regresamos para
Chiapas.
Llegamos en el Puerto Arista. Allí se
compraron cajas de cerveza para acabar de amolar. Cuando se terminó
disque los 3 millones que tenían los nombrados para llevar los
gastos. Nos dijeron que íbamos a tener que comer galletas y
refrescos porque ya no había dinero. Pero yo sabía que no era
cierto, que los representantes en llevar la cuenta nos hacían creer
que todo había terminado, pero es que ellos ya habían hecho un
acuerdo con esos weyes asesores. Y yo les dije que se hicieran un
recuento para ver si era cierto que se había acabado ese dinero.
Pero no se aceptó mi propuesta y lo que pasó es que me dijeron que
ahí se había terminado el recorrido en Motozintla. Me dieron 40 mil
pesos (de entonces) para regresarme a mi casa, porque ya habían
hecho la cuenta que era lo que iba yo a gastar en pasajes hasta
Margaritas y luego para La Realidad, que yo viera cómo hacerle.
Estuvo cabrón, 40 mil pesos de los viejos que Salinas convirtió
hasta hoy en día en 40 pesos nuevos. Y así regresé a mi pueblo
todo triste y encabronado a la vez.
Fue cuando en el 89, conocí a un
verdadero asesor, a un hombre que se hacía pasar como un humilde
chambeador vendedor de loros. Él y yo ya casi éramos amigos, pero a
pesar de que ya nos conocíamos, nunca me había dicho quién era y
que era lo que realmente quería y hacía. Muchas veces nos
encontramos en el Cerro Quemado, platicábamos y yo veía que llevaba
mochila pinta, como le llamamos nosotros, y envueltas llevaba sus
herramientas de trabajo. Eso era lo que mi amigo me decía.
A cuántas gentes como yo sabían el
cuento de mi amigo sin saber la realidad, que estaba por verse
cuántas mentiras decía mi amigo en aquel tiempo. Mentiras para
hacer verdad, mentiras para hacer Realidad, mentiras verdaderas. Era
mi cuate, yo tan torpe que no entendía lo que estaba pasando.
Hasta que un día me topé nuevamente
con mi amigo, pero esta vez ya no estaba vestido de humilde
chambeador, y ni cargaba mochila pinta y tampoco llevaba jaula de
loros.
¿Qué era lo que llevaba entonces?
Verán, pues allí estaba mi amigo, mi cuate, todo de negro y café,
con mochila y zapatos, y un arma en los hombros. Resulta que mi amigo
era un valiente guerrillero y soldado del pueblo. Me quedé
sorprendido, y me regresé todo triste y aún sin comprender lo que
allí
está pasando.
Eso fue mi error, no entender rápido
lo que aquel hombre quería.
Fue entonces cuando él supo que yo ya
lo había descubierto, y me mandaron llamar en la casa de seguridad
junto con mis padres y mis hermanos. Pero fue que mi padre no quiso
entrarle luego y mis hermanos también, pero yo ya no tenía más qué
hacer y decir. Fue así que le entré de lleno a la organización. Me
llevaron para entrenar. En ese entonces casi todos ya eran
zapatistas. Nos fuimos a entrenar. Luego me asignan el grado de cabo
y así hasta que entraron todos mis familiares.
Hasta que se llegó el día que supe
quién era y cómo se llamaba mi mentiroso verdadero amigo: era en
ese entonces el Capitán Insurgente Z. Allí estaba ese hombre que
tuvo que recorrer todos los pueblos indios de Chiapas, todas sus
montañas, ríos y cañadas. Caminaba de noche como guerrillero; de
día como el más humilde buscador de trabajo, y sembrando paso a
paso la semilla de la libertad hasta que creció y dio frutos.
Qué grande fue su sufrimiento, pero
qué lindos frutos cosechó y se llevó. Y se ganó con orgullo el
grado de Mayor por su inteligencia y valiente acción y preparación.
Pero no sólo él estaba, había otro
gran y valiente hombre e inolvidable revolucionario en la historia de
nuestra clandestinidad, el llamado y querido Subcomandante Insurgente
Pedro, “el Tío”, llamado así respetuosamente por todos los
compañeros de nuestra lucha. Querido por todos porque era un
verdadero ejemplar que compartió su sabiduría revolucionaria. Fue
un verdadero maestro en disciplina y compañerismo.
Ejemplar porque él decía que él
saldría al frente en los combates, y si era necesario morir por
nuestro pueblo, lo haría.
El día 28 de diciembre (del año 1993)
me dijo el compañero Sup I. Pedro, te vas para Margaritas para
comprar gasolina y unas baterías que nos hacen falta, dile al
compañero Alfredo que lleve “el Amigo”, o sea el carro de la
comunidad, pero no le digas que va a empezar la guerra. Y yo me fui.
Cooperamos maíz desgranado para disimular con el chofer, porque era
de emergencia la salida y así no sospechara lo que estaba por verse.
Pero él ya sabía, pero como chisme, que la guerra iba a empezar, y
preguntaba, pero yo no le conté nada, ésa era la orden, y cumplí a
pesar de que era mi compadre. Ni a mis padres informé de lo que iba
a pasar, porque ellos ya vivían en Margaritas. Caminamos viajando
toda la noche y todo el día.
El 29 (de diciembre de 1993) regresamos
como a las 4 de la tarde nuevamente en la Realidad. Yo había
cumplido mi primera misión. Me reporté y me dijo: “prepárate
porque nos vamos a pelear, en media hora tendremos a los policías de
Margaritas rendidos”. Y allí se quedó por siempre grabado. Así
otras hazañas del Sup C. I. Pedro.
Y permanece hasta la fecha el día 30
(de diciembre de 1993) salida a Margaritas. También hubo muchos
accidentes en el camino. Fue increíble el avance de nuestras tropas.
Sin que el enemigo se diera cuenta, avanzábamos como fantasmas en
medio de la oscura noche, sólo iluminada por los faros de los carros
y autobuses zapatistas.
Antes de Las Margaritas hay un lugar,
antes de Zaragoza. Cerca ya de ese poblado se repartió cada uno con
su trabajo revolucionario: primer grupo, tomar la presidencia;
segundo grupo, tomar y retén de la carretera Margaritas-Comitán;
tercer grupo, tomar y retén de la carretera San José Las
Palmas-Altamirano; cuarto grupo, carretera Independencia-Margaritas;
quinto grupo, tomar la radio Margaritas.
Esto fue en la madrugada de aquel
glorioso día 1 de enero, cuando ya no éramos fantasmas salidos de
la noche, ya éramos el EZLN a la luz del mundo. Todos nos veían con
asombro y con respeto por nuestra valiente acción.
Fue así cuando el Sup C. I. Pedro cae
en combate con los policías. Murió como todo un gran valiente,
matando a varios policías. Él solo los enfrentó. Fue tanta su
rabia contra los asesinos del pueblo que no le importó su vida, y
con eso había cumplido con lo que había dicho: morir por el pueblo
o vivir por la patria.
Cuál fue mi sorpresa cuando nos
avisaron que había caído nuestro querido jefe. Un dolor tan grande
sentí, pero él había cumplido su misión, y también había
acomodado bien la sucesión de mando.
Porque él sabía que iba a pelear y
que de por sí en una guerra pueden pasar este tipo de cosas.
Fue cuando toma el mando y otra vez se
ve la acción de este valiente guerrillero, mi amigo el Mayor
Insurgente Z. Así que nuestras misiones, a pesar de la dolorosa
caída de nuestro gran jefe, ya era dirigida por el Mayor I. Z. Un
grupo fue y tomó la finca del general Absalón Castellanos Domínguez
y fue tomado prisionero y traído preso hasta las montañas, para
después hacerle un juicio por todos los crímenes cometidos durante
su gobierno, pues él era el autor intelectual de los mismos. A pesar
de todo lo que cargaba, de lo culpable y de ser un asesino de tantos
niños, mujeres y ancianos en Wololchán, se le respetan sus derechos
como prisionero de guerra. En ningún motivo se le torturó. Al
contrario, lo que comía la tropa, se le daba también a él. Es así
como nuestro camarada demostró una vez más su educación y buen
trabajo militar que obtuvo durante su clandestinidad. El respeto por
las vidas de los que caen prisioneros en una guerra debe ser
respetado. Y se recuerda a todos los que leen nuestra historia que el
respeto se gana respetando a los de abajo, pero también a los de
arriba pero si muestran respeto hacia los de abajo. Gracias. Morir
para vivir. Galeano.”
(sigue)
“En Las Margaritas me tocó hacer
retén en la carretera Margaritas San José las Palmas. De allí nos
trasladamos para la carretera Margaritas-Comitán. Allí estuvimos el
día 1 de enero toda la noche hasta que llegó otra orden de ir para
tomar el almacén de la Conasupo que estaba en Espíritu Santo.
Fuimos con otros compañeros insurgentes para sacar cosas para que
comieran las tropas. Luego se dio la orden de retirada a las montañas
y nos venimos y nos posicionamos en Guadalupe Tepeyac, Luego hicimos
emboscada de La Realidad al kilómetro 90 Cerro Quemado, luego me
mandan a recuperar un vehículo de 3 toneladas que era de un cabrón
llamado J de Guadalupe Los Altos.
Yo no sabía manejar bien. Sólo tenía
la teoría de cómo manejar un vehículo, y fue donde pasé en
práctica y empecé a mover el vehículo. Llegué a La Realidad con
pura primera. Ya me estaban esperando, la compañera capitán L y
varios insurgentes más y me dijeron “Vamos Galeano”, pero yo le
dije “yo no he manejado y mucho menos cargado.
Morir para vivir. Galeano.” (entre
2005 y 2009)
(sigue)
“No importa, en la guerra todo se
vale”, me respondió la compañera y nos fuimos, pero allá
adelante de Cerro Quemado, yo había agarrado confianza, empecé a
correr más ligero, pero en una curva giré demasiado el volante y
que me salgo de la carretera entrando en el acahual como 15 metros de
la carretera. Pero bueno, lo saqué como pude y seguí para cumplir
con la misión.
Desde ese día empecé a manejar todos
los días, hasta que un día nos vio el helicóptero y me ametralló.
Tardó como 10 o 20 minutos
disparándome, pero yo ya estaba bien parapetado debajo de una
piedra.
Sólo el polvo y olor de piedra y
pólvora llegaba hasta donde estaba yo. Y hasta que el fuego cesó y
el helicóptero se retiró, salí de mi escondite y seguí con mi
misión. La misión era ir por los milicianos que estaban por Momón.
Fui y regresé junto con mi amigo y jefe militar el compañero Mayor
Insurgente Z.
Siempre estuvimos juntos los días de
guerra, aún cuando hubo el cese al fuego.
En los trabajos del primer
Aguascalientes en Guadalupe Tepeyac, participé en la revisión de la
gente
que vino en la Convención Nacional
Democrática. Me entrenaron para escolta, fui escolta de nuestros
mandos.
Luego, el día de la traición de
Zedillo, fuimos el 9 de febrero a obstaculizar la carretera en el
Cerro Quemado. Ya el ejército estaba en Guadalupe Tepeyac. Aún así
avanzamos en la oscuridad y trabajamos haciendo zanjas y derribamos
árboles para evitar el paso del ejército federal a La Realidad.
Luego nos retiramos a las montañas por
varios días, hasta que, nuevamente, el pueblo de México y el mundo
se movilizó y frenó la persecución de nuestros compañeros mandos
y tropas del EZLN.
Después de varios días y noches
estando acampados en las montañas, regresamos a nuestros pueblos.
Participé en todos los encuentros que
nuestra organización organizó. Estuve de escolta de nuestros jefes
militares. Participé en la marcha de los 1,111 zapatistas a la
ciudad de México.
En todas las marchas siempre viajé
orgullosamente como chofer del “conejo”, del “tata”, del
“chocolate”. Siempre llevando a nuestros compañeros en las
marchas para exigir nuestras demandas. Cuando se rajaron todos los
sargentos, me quedé y me dan el grado de sargento. Participé como
regional de grupos juveniles en la clandestinidad y en tiempos de
guerra. De una y mil maneras le hemos hecho la guerra al enemigo,
aunque también el mal gobierno ha hecho lo mismo.
Pero debemos valorar los grandes
caminos que hemos recorrido sin importar los sacrificios y
privaciones. Eso nos ha hecho más fuertes y me mantiene en el camino
de la lucha, hasta conseguir la libertad que nuestro pueblo necesita.
Falta mucho que recorrer, porque de por sí es largo y difícil,
quizás cerca, quizás lejos, pero triunfaremos.
Luego se formaron las Juntas de Buen
Gobierno, y me eligieron como chofer del primer camión que obtuvo la
JBG. Se llamaba “el Diablo”. Luego me secuestraron junto con otro
compañero y también nos llevaron amarrados dentro del mismo camión
por la CIOAC-Histórica. Me tuvieron amarrado varias horas y luego me
trasladaron a una cárcel de Saltillo. Y luego me trasladan a Justo
Sierra y me mantuvieron sin comer, amarrado, sin comunicación.
Querían que yo exigiera la liberación de un delincuente, pero yo no
aceptaba ser intercambiado porque yo era inocente y él era un ladrón
de esos que siempre abundan en las organizaciones sociales.
Estuve cautivo 9 días hasta que se
dieron cuenta que se estaban metiendo en problemas con derechos
humanos y con el EZLN. Y por fin liberan al camión después de 3
meses que lo tuvieron. Y luego se le cambió el nombre (al camión),
se le puso “El Secuestrado Histórico”. Desde entonces empiezan
los trabajos de las JBG y la autonomía. Morir para vivir. Galeano”.
(24 enero 2012)”
Ésta es la última fecha que aparece
en su cuaderno. Junto a esa breve autobiografía, hay un par de
poemas, probablemente de su autoría, y algunas canciones de amor y
esas cosas.
Por mi parte, sólo me queda agregar
que el compañero maestro zapatista Galeano era como es cualquiera de
las compañeras y compañeros zapatistas, alguien por quien bien
valía la pena morir para hacerlo renacer de nuevo.
Al terminar estas líneas, tal vez haya
respuesta a una cuestión latente. Una pregunta sembrada en mitad de
la historia que no se escribe con palabras:
¿Qué o quién hizo posible que en un
espacio de lucha confluyeran el filósofo zapatista y el indígena
zapatista?
¿Cómo fue que sin dejar de ser
maestro, el filósofo se hiciera zapatista, y que el indígena, sin
dejar de ser zapatista, se hiciera maestro?
Algo pasa en el mundo que hace posible
éste y otros absurdos.
¿Por qué, para vivir, el uno hereda a
los suyos una escondida pieza del rompecabezas de su historia?
¿Por qué, para no irse, el otro nos
deja en letras su mirada vuelta hacia sí mismo y a su historia con
nosotras, nosotros, zapatistas?
Esto es lo que tratamos de responder
todos los días, a todas horas, en todos los rincones.
Ahora, casi al poner el punto final a
estas palabras, se me ocurre que la respuesta, o al menos una parte
de ella, está sentada en esa mesa, está en quienes están atrás y
frente mío, está en los mundos que al nuestro se asoman por la
lucha de quienes, con secreto orgullo, se autodenominan zapatistas,
profesionales de la esperanza, transgresores de la ley de gravedad,
personas que sin aspavientos en cada paso se dicen y dicen: PARA
VIVIR MORIMOS.
Desde las montañas del Sureste
Mexicano.
Subcomandante Insurgente
Galeano.
México, Mayo 2 del 2015.
México, Mayo 2 del 2015.
Tiene la palabra la compañera escucha
zapatista Selena…
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