Imagen de twitter de @regeneracion_r
El 28 de marzo de 2001, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el CNI pusieron a Regino en la más alta tribuna del Congreso de la Unión. Y ahí, junto a los comandantes Tacho, David y Zebedeo, junto a la comandante Esther, a la nahua María de Jesús Patricio (Marichuy) y al purhépecha don Juan Chávez Alonso, entre otros, dijo: durante muchos años los poderosos siempre han considerado a nuestros pueblos como simples objetos sin alma, sin espíritu, sin esencia cultural. A nuestras culturas las han visto como un estorbo y como causa de atraso y marginación, en lugar de reconocer la gran riqueza de nuestro pensamiento y corazón
.
Casi 20 años después, el ahora funcionario federal envió un tardío y escueto comunicado a quienes reclaman respeto y trato digno, a quienes no sólo se plantaron ahí para exigir su derecho a la vivienda y los servicios en la Ciudad de México, sino también su rechazo a los megaproyectos que se construyen en los territorios indígenas y terminar con los actuales ataques paramilitares a las comunidades zapatistas. El titular del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas pretende hacer local lo que claramente es un reclamo nacional.
Durante la toma de los seis pisos del edificio localizado en avenida Cuauhtémoc, en la Ciudad de México, Marisela Mejía, otomí integrante del Concejo Indígena de Gobierno, advirtió: si no dejan en paz Chiapas, no soltaremos aquí
, pero en el INPI no los escucharon y, después de ignorar la acción, se abrió a un diálogo que está muy lejos de lo que el mismo Adelfo Regino reclamó en 2001: que México reconozca que existimos, reconozca nuestros derechos, reconozca nuestra libre determinación y, asimismo, que reconozca nuestra autonomía
.
Tomado de https://www.jornada.com.mx/2020/10/17/opinion/012o1pol
No hay comentarios.:
Publicar un comentario