Imagen: https://libya360.files.wordpress.com/2015/12/familia-zapatista-escuelita-zapatista-la-garrucha-agosto-2013-3.jpg?w=1400
PALABRAS DEL EZLN EN EL 22 ANIVERSARIO
DEL INICIO DE LA GUERRA CONTRA EL
OLVIDO.
Primero de Enero del 2016,
BUENAS NOCHES, BUENOS DÍAS COMPAÑEROS,
COMPAÑERAS BASES DE APOYO DEL EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN
NACIONAL, COMPAÑEROS/AS MILICIANOS Y MILICIANAS, INSURGENTAS E
INSURGENTES, RESPONSABLES LOCALES Y REGIONALES, AUTORIDADES DE LAS
TRES INSTANCIAS DE GOBIERNO AUTÓNOMO, COMPAÑEROS/AS PROMOTORES Y
PROMOTORAS DE LAS DIFERENTES ÁREAS DE TRABAJO. COMPAÑEROS,
COMPAÑERAS DE LA SEXTA NACIONAL E INTERNACIONAL Y TODOS LOS
PRESENTES.
Compañeras y compañeros, hoy estamos
aquí para celebrar el 22 aniversario del inicio de la guerra contra
el olvido.
Durante más de 500 años sufrimos la
guerra que los poderosos de distintas naciones, lenguas, colores y
creencias nos hicieron para aniquilarnos.
Quisieron matarnos, sea matando
nuestros cuerpos, sea matando nuestras ideas.
Pero resistimos.
Como pueblos originarios, como
guardianes de la madre tierra, resistimos.
No sólo aquí y no sólo el color que
somos de la tierra.
En todos los rincones del mundo que
dolía antes y duele ahora, hubo y hay gente digna y rebelde que
resistió, que resiste contra la muerte que impone el de arriba.
El primero de enero de 1994, hace 22
años, hicimos público el “¡YA BASTA!” que preparamos en
silencio digno durante una década.
Callando nuestro dolor preparábamos
así el grito de nuestro dolor.
De fuego fue entonces nuestra palabra.
Para despertar a quien dormía.
Para levantar a quien caía.
Para indignar a quien se conformaba y
se rendía.
Para rebelar la historia.
Para obligarla a decir lo que callaba.
Para develar la historia de
explotaciones, asesinatos, despojos, desprecios y olvidos que se
escondía
detrás de la historia de arriba.
Esa historia de museos, estatuas,
libros de texto, monumentos a la mentira.
Con la muerte de los nuestros, con
nuestra sangre, sacudimos la modorra de un mundo resignado a la
derrota.
No fueron sólo palabras. La sangre de
nuestros caídos y caídas en estos 22 años se sumó a la de años,
lustros, décadas, siglos anteriores.
Tuvimos que elegir entonces y elegimos
la vida.
Por eso, entonces y ahora, para vivir
morimos.
Tan sencilla como nuestra sangre
pintando las calles y muros de las ciudades que nos desprecian ahora
como antes lo hicieron, fue nuestra palabra entonces.
Y lo sigue siendo:
Como bandera de lucha fueron nuestras
11 demandas: tierra, trabajo, alimentación, salud, educación,
vivienda digna, independencia, democracia, libertad, justicia y paz.
Estas demandas fueron las que nos
hicieron levantarnos en armas porque es lo que nos hace falta a los
pueblos originarios y la mayoría de las personas en este país y en
todo el mundo.
De esta manera, emprendimos nuestra
lucha en contra de la explotación, marginación, humillación,
desprecio, olvido y por todas las injusticias que vivimos causadas
por el mal sistema.
Porque para los ricos y poderosos sólo
servimos para sus esclavos, para que así ellos sean cada vez más
ricos y nosotros cada vez más pobres.
Después de vivir tanto tiempo bajo
esta dominación y despojo, dijimos:
¡YA BASTA! ¡Y HASTA AQUÍ SE ACABÓ
LA PACIENCIA!
Y vimos que no nos quedó otro camino
más que tomar nuestras armas para matar o morir por una causa justa.
Pero no estábamos solos, solas.
No lo estamos ahora.
En México y el Mundo la dignidad tomó
las calles y pidió espacio para la palabra.
Entendimos entonces.
A partir de ese momento cambió nuestra
forma de lucha y fuimos y somos oído atento y palabra abierta,
porque desde un principio sabíamos que una lucha justa del pueblo es
por la vida y no por la muerte.
Pero tenemos a un lado nuestras armas,
no las dejaremos, estarán con nosotros hasta el final.
Porque vimos que donde nuestro oído
fue corazón abierto, el Mandón opuso su palabra de engaño, su
corazón de ambición y mentira.
Vimos que la guerra de arriba siguió.
Su plan y su objetivo era y es hacernos
la guerra hasta exterminarnos. Por eso en lugar de resolver las
justas demandas, preparó y prepara, hizo y hace la guerra con sus
armamentos modernos, forma y financia grupos paramilitares, ofrece y
reparte migajas aprovechando la ignorancia y la pobreza de algunos.
Ésos mandones de arriba son tontos.
Pensaron que quienes estaban dispuestos a escuchar, estaban también
dispuestos a venderse, a rendirse, a claudicar.
Se equivocaron entonces.
Se equivocan ahora.
Porque nosotras las zapatistas, los
zapatistas, tenemos bien claro que no somos limosneros o inútiles
que esperan que todo se les resuelva solo.
Somos pueblos con dignidad, con
decisión y conciencia para luchar por la verdadera libertad y
justicia para todas, para todos, para todoas. Sin importar su
color, su raza, su género, su creencia, su calendario, su geografía.
Por eso nuestra lucha no es local, ni
regional, ni siquiera nacional. Es universal.
Porque universales son las injusticias,
los crímenes, los despojos, los desprecios, las explotaciones.
Pero también son universales la
rebeldía, la rabia, la dignidad, el afán de ser mejores.
Por eso entendimos que era necesario
construir nuestra vida nosotros mismos, nosotras mismas, con
autonomía.
En medio de las grandes amenazas, de
los hostigamientos militares y paramilitares, y las constantes
provocaciones del mal gobierno, empezamos a formar nuestro propio
sistema de gobernar, nuestra autonomía, con nuestra propia
educación, nuestra propia salud, nuestra propia comunicación,
nuestra forma de cuidar y trabajar a nuestra madre tierra; nuestra
propia política como pueblo y nuestra propia ideología de cómo
queremos vivir como pueblos, con otra cultura.
Donde otras, otros esperan que desde
arriba se solucionará lo de abajo; nosotras, nosotros, zapatistas,
empezamos a construir nuestra libertad como se siembra, como se
construye, como se crece, es decir, desde abajo.
Pero el mal gobierno intenta destruir y
acabar nuestra lucha y resistencia con una guerra que cambia de
intensidad como cambia su política engañosa, con sus malas ideas,
con sus mentiras, usando sus medios de comunicación para difundirlas
y con la repartición de migajas en los pueblos indígenas donde hay
zapatistas, para así dividir y comprar conciencias, aplicando de
esta forma su plan de contrainsurgencia.
Pero la guerra que viene de arriba,
compañeras, compañeros, hermanas y hermanos, es siempre la misma:
sólo trae destrucción y muerte.
Pueden cambiar las ideas y las banderas
con las que llega, pero la guerra de arriba siempre destruye, siempre
mata, nunca siembra como no sea el terror y la desesperanza.
En medio de esa guerra tuvimos que
caminar hacia lo que queremos.
No podíamos sentarnos a esperar a que
entendieran quienes no entienden ni siquiera que no entienden.
No podíamos sentarnos a esperar a que
el criminal renegara de sí mismo y de su historia y se convirtiera,
arrepentido, en alguien bueno.
No podíamos esperar una larga e inútil
lista de promesas que serían olvidadas unos minutos después.
No podíamos esperar a que lo otro,
diferente pero igual en dolor y rabia, nos mirara y mirándonos se
viera.
No sabíamos cómo hacer.
No había ni hay libro, manual o
doctrina que nos dijera cómo hacer para resistir y, al mismo tiempo,
construir algo nuevo y mejor.
Tal vez no perfecto, tal vez diferente,
pero siempre nuestro, de nuestros pueblos, de las mujeres, hombres,
niñas y ancianos que con su corazón colectivo cubren la bandera
negra con la estrella roja de cinco puntas y las letras que les dan
no sólo nombre, también compromiso y destino: E Z L N.
Entonces buscamos en nuestra historia
ancestral, en nuestro corazón colectivo, y a los tumbos, con fallas
y errores, fuimos construyendo esto que somos y que no sólo nos
mantiene con vida y resistiendo, sino que también nos levanta dignos
y rebeldes.
Durante estos 22 años de lucha de
Resistencia y Rebeldía seguimos construyendo otra forma de vida,
gobernándonos nosotros mismos como pueblos colectivos que somos,
bajo los 7 principios del mandar obedeciendo, construyendo un nuevo
sistema y otra forma de vida como pueblos originarios.
Uno donde el pueblo manda y gobierno
obedece.
Y nuestro corazón sencillo lo ve que
es lo más sano, porque nace y crece del mismo pueblo, es decir, es
el mismo pueblo que opina, discute, piensa, analiza, propone y decide
qué cosa es lo mejor para su beneficio, siguiendo el ejemplo que nos
dejaron nuestros antepasados.
Como iremos explicando después, vemos
que en las comunidades partidistas reinan el desamparo y la miseria,
manda la holgazanería y el crimen, la vida comunitaria está rota,
lastimada ya mortalmente.
El venderse al mal gobierno no sólo no
resolvió sus necesidades, sino que sumó más horrores.
Donde antes había hambre y pobreza,
hoy las sigue habiendo, pero además hay desesperanza.
Las comunidades partidistas se han
convertido en grupos de limosneros que no trabajan, sólo esperan el
siguiente programa gubernamental de ayuda, o sea esperan la próxima
temporada electoral.
Y esto no aparecerá en ningún informe
de gobierno municipal, estatal o federal, pero es la verdad que se
puede ver en las comunidades partidistas: campesinos que no saben ya
trabajar la tierra, casas de material vacías porque ni el cemento ni
las láminas se pueden comer, familias destruidas, comunidades que
sólo se reúnen para recibir las limosnas gubernamentales.
En nuestras comunidades tal vez no hay
casa de cemento, ni televisiones digitales ni camiones último
modelo, pero nuestra gente sabe trabajar la tierra. Lo que se pone en
su mesa, la ropa que las viste, la medicina que las alivia, el saber
que se aprende, la vida que transcurre es SUYA, producto de su
trabajo y de su saber. No es regalo de nadie.
Podemos decirlo sin pena: las
comunidades zapatistas no sólo están mejor que hace 22 años. Su
nivel de vida es superior al de quienes se han vendido a los
partidistas de todos los colores.
Antes para saber si alguien era
zapatista se veía si traía paliacate rojo o pasamontañas.
Ahora basta ver si sabe trabajar la
tierra; si cuida su cultura; si estudia para conocer la ciencia y la
técnica; si se respeta como mujeres que somos; si tiene la mirada en
alto y limpia; si sabe que manda como colectivo; si ve los cargos de
gobierno autónomo rebelde zapatista como servicio y no como negocio;
si cuando le preguntan algo que no sabe, responde “no lo sé…
todavía”; si cuando se burlan diciéndole que los zapatistas ya no
existen, que son muy pocos, responde “no preocupas, ya vamos a ser
más, de repente tarda, pero sí vamos a ser más”; si mira lejos
en calendarios y geografías; si sabe que el mañana se siembra hoy.
Pero pues sí, reconocemos que nos
falta mucho por hacer, nos hace falta organizarnos más y mejor.
Por eso nos tenemos que esforzar más
por prepararnos para realizar más y mejor nuestros trabajos de
gobernarnos, porque ahí viene de nuevo el mal de los males: el mal
sistema capitalista.
Y tenemos que saber cómo enfrentarlo.
Ya tenemos 32 años de experiencias de lucha de Rebeldía y
Resistencia.
Ya somos lo que somos.
Somos el Ejército Zapatista de
Liberación Nacional.
Somos aunque no nos nombren.
Somos aunque con silencios y calumnias
nos olviden.
Somos aunque no nos miren.
Somos en el paso, en el camino, en el
origen, en el destino.
Y en lo que somos vemos, miramos,
escuchamos dolores y sufrimientos cercanos y lejanos en calendarios y
geografías.
Y miramos antes, y miramos ahora.
Una noche cruenta, más si posible
fuera, se tiende sobre el mundo.
El Mandón no sólo se empeña en
seguir explotando, reprimiendo, despreciando y despojando.
Está decidido a destruir el mundo
entero si eso le da ganancias, dinero, paga.
Está claro que viene lo peor para
todas, todos, todoas.
Porque los grandes ricos
multimillonarios de unos cuantos países, siguen con el objetivo de
saquear todas las riquezas naturales en todo el mundo, todo lo que
nos da vida como el agua, las tierras, bosques, montañas, ríos,
aire; y todo lo que está bajo el suelo: oro, petróleo, uranio,
ámbar, azufre, carbón, y otros minerales. Porque ellos no la
consideran a la tierra como fuente de vida, sino como un negocio y
todo lo convierten en mercancía, y la mercancía la convierten en
dinero, y así nos quieren destruir por completo.
El mal y el malo tienen nombre,
historia, origen, calendario, geografía: es el sistema capitalista.
No importa cómo lo pinten, no importa
el nombre que le pongan, no importa la religión que lo vista, no
importa la bandera que levante.
Es el sistema capitalista.
Es la explotación de la humanidad y
del mundo que habita.
Es el desprecio a todo lo que es
diferente y que no se vende, no se rinde, no claudica.
Es el que persigue, encarcela, asesina.
Es el que roba.
Frente a él surgen, nacen, se
reproducen, crecen y mueren, salvadores, líderes, caudillos,
candidatos, gobiernos, partidos que ofrecen la solución.
Como una mercancía más, se ofertan
las recetas para resolver los problemas.
Tal vez alguien todavía crea que de
arriba, de donde vienen los problemas, vendrán las soluciones.
Tal vez todavía hay quien cree en
salvadores locales, regionales, nacionales y mundiales.
Tal vez hay todavía quien espera que
alguien haga lo que nos corresponde hacer a nosotros, nosotras
mismas.
Sería muy bueno, sí.
Todo fácil, cómodo, sin mayor
esfuerzo. Sólo levantar la mano, tachar una boleta, llenar un
formulario, aplaudir, gritar una consigna, afiliarse a un partido
político, votar para botar a uno y que otro entre.
Tal vez, decimos, pensamos nosotras,
nosotros, zapatistas que somos lo que somos.
Sería muy bueno así, pero no lo es.
Porque lo que hemos aprendido como
zapatistas que somos y sin que nadie nos lo haya enseñado, como no
sea nuestro propio paso, es que nadie, absolutamente nadie va a venir
a salvarnos, a ayudarnos, a solucionar nuestros problemas, a aliviar
nuestros dolores, a regalarnos la justicia que necesitamos y
merecemos.
Sólo lo que hagamos nosotras,
nosotros, cada quien según su calendario y su geografía, según su
nombre colectivo, su pensamiento y su acción, su origen y su
destino.
Y también hemos aprendido, como
zapatistas que somos, que es sólo con organización que es posible.
Aprendimos que si se indigna una,
uno, unoa, es bonito.
Que si se indignan varios, varias,
muchas, muchos, muchoas, entonces una luz se enciende en un
rincón del mundo y su luz alcanza a alumbrar por unos instantes toda
la faz de la tierra.
Pero también aprendimos que si esas
indignaciones se organizan… ¡Ah!, entonces no es una luz
momentánea la que ilumina los caminos terrenales.
Entonces es como un murmullo, como un
rumor, como un temblor que empieza a sonar quedo primero, más fuerte
después.
Como si este mundo fuera a parir otro
mundo, uno mejor, más justo, más democrático, más libre, más
humano… o humana… o humanoa.
Por eso hoy empezamos esta parte de
nuestras palabras con una palabra ya de antes, pero que sigue siendo
necesaria, urgente, vital: tenemos que organizarnos, prepararnos para
luchar, por cambiar esta vida, por crear otra forma de vida, otra
forma de gobernarnos, nosotros mismos los pueblos.
Porque si no nos organizamos, seremos
más esclavizados.
Ya no hay nada ya de que confiar en el
capitalismo. Absolutamente nada. Ya lo vivimos cientos de años su
sistema, ya las padecimos sus 4 ruedas del carruaje del capitalismo:
la explotación, la represión, el despojo y el desprecio.
Ya sólo queda la confianza entre
nosotras, nosotros mismos, donde nosotros, nosotras sí sabemos cómo
construir una nueva sociedad, un nuevo sistema de gobierno, con la
vida justa y digna que queremos.
Porque ahora nadie se salva en la
tormenta de la hidra capitalista que destruirá nuestras vidas.
Indígenas, campesin@s, obre@s,
maestr@s, amas de casas, intelectuales, trabajadores y trabajadoras
en general, porque hay muchos trabajadores que luchan por sobrevivir
su vida diaria, unos con patrón y otr@s no, pero que caen en la
misma garra del capitalismo.
O sea que no hay salvación en el
capitalismo.
Nadie nos va dirigir, somos nosotr@s
mism@s los que nos dirigimos, tomándonos en cuenta de cómo lo
pensamos resolver de cada situación.
Porque si pensamos que hay quien nos
dirige, pues ya vimos cómo nos dirigieron durante los cientos de
años antes y en el sistema capitalista, no sirvió para nosotros los
jodidos. Para ellos sí, porque ahí sí, sólo sentados, ganaron
dinero para vivir.
A todos les dijeron “voten por mí”,
voy a luchar porque ya no haya más explotación y ya cuando ya
llegaron en el puesto donde se gana dinero sin sudar, automáticamente
se olvidan de todo lo que dijeron, empiezan a crear más explotación,
a vender lo poco queda de la riqueza de nuestros países.
Ésos vende patrias son unos inútiles,
hipócritas, parásitos que no sirven.
Por eso, compañeros y compañeras, la
lucha no ha terminado, apenas estamos empezando, apenas llevamos 32
años, de los cuales 22 son públicos.
Por eso debemos unirnos más,
organizarnos mejor para construir nuestra barca, nuestra casa, es
decir nuestra autonomía, porque es la que nos va a salvar de la gran
tormenta que se acerca, debemos fortalecer más nuestras áreas de
trabajo y nuestros trabajos colectivos.
No tenemos otro camino más que unirnos
y organizarnos para luchar y defendernos de la gran amenaza del mal
sistema capitalista, porque las maldades del capitalismo criminal que
amenaza a la humanidad no va a respetar a nadie, va a barrer a todos
sin distinción de raza, de partido, ni religión porque ya lo han
demostrado durante muchos años que siempre han mal gobernado,
amenazado, perseguido, encarcelado, torturado, desaparecido y
asesinado a nuestros pueblos del campo y de la ciudad en todo el
mundo.
Por eso les decimos, compañeros,
compañeras, niños y niñas, jóvenes y jovenas, ustedes como
nuevas generaciones son el futuro de nuestros pueblos, de nuestra
lucha y de nuestra historia, pero deben de entender que tienen una
tarea y obligación: seguir el ejemplo de nuestros primeros
compañeros, de nuestros compañeros mayores de edad, de nuestros
padres y abuelos y todos los que iniciaron esta lucha.
Ellos y ellas ya nos marcaron el
camino, ahora nos toca seguir y mantener ese camino, pero para esto
solamente se logra organizándonos en cada generación y en
generación, entender eso y a organizarse para eso, y así hasta
llegar al final de nuestra lucha
Porque ustedes como jóvenes son parte
importante de nuestros pueblos, por eso deben de participar en todos
los niveles de trabajo que hay en nuestra organización y en todas
las áreas de trabajo de nuestra autonomía, y que sean las
generaciones que sigan dirigiendo nuestro propio destino con
democracia, libertad y justicia así como nos están enseñando ahora
nuestros compañeros y compañeras primeros.
Compañeras y compañeros todos y
todas, estamos seguros que vamos a lograr un día lo que queremos,
para todos todo, o sea nuestra libertad, porque ahora nuestra lucha
está avanzando poco a poco y nuestras armas de lucha son nuestra
resistencia, nuestra rebeldía y nuestra palabra verdadera que no hay
montañas ni fronteras que puedan impedirla, sino que llega hasta en
el oído y en los corazones de otros hermanos y hermanas en el mundo
entero.
Es decir que ya somos cada vez más los
que entendemos la lucha en contra de la gravísima situación de
injusticia en que nos tienen, que causa el mal sistema capitalista en
nuestro país y en el mundo.
También estamos claros que a lo largo
de nuestra lucha ha habido y habrá amenazas, represiones,
persecuciones, desalojos, contradicciones y burlas de parte de los
tres niveles de los malos gobiernos, pero debemos de estar claros que
si el mal gobierno nos odia es porque vamos en un buen camino; y si
nos aplaude es que nos estamos desviando en nuestra lucha.
No olvidemos que nosotros somos los
herederos de hace más de 500 años de lucha y resistencia. En
nuestras venas corre la sangre de nuestros antepasados, ellos nos
heredaron el ejemplo de lucha y rebeldía y el ser guardián de
nuestra madre tierra porque en ella nacimos, en ella vivimos y en
ella moriremos.
-*-
Compañeras, compañeros zapatistas:
Compañeros, compañeras, compañeroas de
la Sexta:
Hermanas y hermanos:
Ésta es nuestra primera palabra en
este año que comienza.
Más palabras vendrán, más
pensamientos.
Poco a poco se irá mostrando de nuevo
nuestra mirada, nuestro corazón que somos.
Ahora sólo queremos terminar
diciéndoles que para honrar y respetar la sangre de nuestros caídos,
no basta con solo recordar, extrañar, llorar, ni rezar, sino que
debemos de seguir el ejemplo y continuar la tarea que nos dejaron,
hacer en la práctica el cambio que queremos.
Por eso compañeros y compañeras para
este día tan importante es el momento de reafirmar nuestra
conciencia de lucha y de comprometernos para seguir adelante, cueste
lo que cueste y pase lo que pase, no permitamos que el mal sistema
capitalista destruya lo que hemos conquistado y lo poco que hemos
podido construir con nuestro trabajo y esfuerzo durante más de 22
años: ¡nuestra libertad!
Ahora no es el momento de echarnos para
atrás, de desanimarnos o de cansarnos, debemos de estar más firmes
en nuestra lucha, mantener firmes las palabras y ejemplos que nos
dejaron nuestros primeros compañeros: de no rendirse, no venderse y
no claudicar.
¡DEMOCRACIA!
¡LIBERTAD!
¡JUSTICIA!
Desde las montañas del Sureste
Mexicano.
Por el Comité Clandestino
Revolucionario Indígena – Comandancia General del
Ejército Zapatista de Liberación
Nacional.
Subcomandante Insurgente Moisés.
Subcomandante Insurgente Galeano.
México, Primero de enero del 2016.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario