Los de Abajo
Solidaridad con el centro Corto Circuito
Gloria Muñoz Ramírez
Sobre las ruinas del
centro social Corto Circuito, lugar emblemático de la rebeldía y la
autogestión en Roma, incendiado esta semana por otro corto circuito,
prende la llama de otro fuego, el de la solidaridad, la colectividad y
la resistencia que se niega a perder este espacio por el que ha caminado
parte de la historia del activismo italiano y sus conexiones con las
luchas del mundo.
Cinecittà, el barrio que alberga al Corto Circuito es de origen proletario, con una fuerte tradición de lucha, refererente importante en el movimiento de ocupación de casas. En los años 80, cuenta el colectivo,
se vivía una rápida disgregación de los valores que, aunada a la falta total de referencias culturales, hizo que los jóvenes adquirieran como único ideal el estadio. La cultura que estaba surgiendo era la década de los 90, la del dinero fácil. En los mismos años, pequeños grupos de fascistas tomaron el control de las plazas mediante la venta de drogas y el control de los grupos de aficionados. Este es el tiempo en el que nace el Corto Circuito.
Esta semana, nuevamente como en 1991, el dolor se apoderó de los cientos de personas que de inmediato acudieron a las instalaciones destruidas. Y hoy, como hace 21 años, nuevamente ganó la batalla la resistencia y el ánimo consagrado a una tarea: volver a levantarlo, pues, como dice la campaña:
Sin Corto Circuito no puedo estar.
La respuesta de los centros sociales de Roma y del resto de Italia y, por supuesto, de la gente del barrio, es más grande que lo destruido. Artistas de renombre, como Ascanio Celestini y Valerio Mastandrea, se involucran con la recaudación de fondos y empiezan a organizar espectáculos para recaudar fondos. La limpieza que se antoja imposible ya está en marcha. Al segundo día mucha gente de los centros sociales de Roma se dan cita en el lugar y organizan una cena colectiva en la que se preparan las tareas para recuperar la escuela popular, el comedor, el espacio de música. El gimnasio, uno de los pilares, se mantiene en pie, junto con el mural que grita:
No pasarán.
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