sábado, 30 de junio de 2012

Solidaridad con el centro Corto Circuito. Los de abajo

Los de Abajo
Solidaridad con el centro Corto Circuito
Gloria Muñoz Ramírez
Sobre las ruinas del centro social Corto Circuito, lugar emblemático de la rebeldía y la autogestión en Roma, incendiado esta semana por otro corto circuito, prende la llama de otro fuego, el de la solidaridad, la colectividad y la resistencia que se niega a perder este espacio por el que ha caminado parte de la historia del activismo italiano y sus conexiones con las luchas del mundo.
La madrugada del 26 de junio un corto circuito inició el fuego que por segunda ocasión destruyó gran parte del edificio de vía Serafini, en el barrio Cinecittà, que el 21 de abril de 1990 fue alegremente ocupado por jóvenes que venían de los movimientos de los años 70 y del movimiento estudiantil La Pantera. La respuesta colectiva no se hizo esperar. Después de la amarga sorpresa y de la preocupación inicial de que se tratara de un incendio provocado, como el que en 1991 consumió el espacio y provocó la muerte de Auro Bruni, un joven que aquella noche dormía en el centro, se pasó a las tareas de recuperación.

Cinecittà, el barrio que alberga al Corto Circuito es de origen proletario, con una fuerte tradición de lucha, refererente importante en el movimiento de ocupación de casas. En los años 80, cuenta el colectivo, se vivía una rápida disgregación de los valores que, aunada a la falta total de referencias culturales, hizo que los jóvenes adquirieran como único ideal el estadio. La cultura que estaba surgiendo era la década de los 90, la del dinero fácil. En los mismos años, pequeños grupos de fascistas tomaron el control de las plazas mediante la venta de drogas y el control de los grupos de aficionados. Este es el tiempo en el que nace el Corto Circuito.

Esta semana, nuevamente como en 1991, el dolor se apoderó de los cientos de personas que de inmediato acudieron a las instalaciones destruidas. Y hoy, como hace 21 años, nuevamente ganó la batalla la resistencia y el ánimo consagrado a una tarea: volver a levantarlo, pues, como dice la campaña: Sin Corto Circuito no puedo estar.

La respuesta de los centros sociales de Roma y del resto de Italia y, por supuesto, de la gente del barrio, es más grande que lo destruido. Artistas de renombre, como Ascanio Celestini y Valerio Mastandrea, se involucran con la recaudación de fondos y empiezan a organizar espectáculos para recaudar fondos. La limpieza que se antoja imposible ya está en marcha. Al segundo día mucha gente de los centros sociales de Roma se dan cita en el lugar y organizan una cena colectiva en la que se preparan las tareas para recuperar la escuela popular, el comedor, el espacio de música. El gimnasio, uno de los pilares, se mantiene en pie, junto con el mural que grita: No pasarán.

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