domingo, 31 de diciembre de 2017

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Participación de la Comisión Sexta del EZLN en la clausura del ConCiencias por la Humanidad: “DEL CUADERNO DE APUNTES DEL GATO-PERRO”. SupGaleano

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DEL CUADERNO DE APUNTES DEL GATO-PERRO.

QUE NARRA DE CÓMO SE ENCONTRARON LOS DOS MÁS GRANDES DETECTIVES, UN FRAGMENTO DE LO QUE ELÍAS CONTRERAS Y EL SUPGALEANO HABLARON CUANDO EL CASO DE LA YA NO MISTERIOSA DESAPARICIÓN DE LAS MANTECADAS, Y DE CUANDO DEFENSA ZAPATISTA HIZO PEDAZOS LA CIENCIA DEL LENGUAJE, ASÍ COMO ALGUNAS OCIOSAS REFLEXIONES DEL SUP QUE VIENEN AL CASO, O COSA, SEGÚN.

30 de diciembre del 2017,

Buenos y reiterados días, tardes, noches, madrugadas.

Antes que nada, queremos mandar un abrazo al pueblo Mapuche que sigue siendo agredido por los malos gobiernos de los países llamados Chile y Argentina. Ahora, con sus trampas jurídicas, han vuelto a someter a juicio condenatorio a la Machi Francisca Linconao, junto a otras y otros mapuche. Una muestra más de que, en el sistema que padecemos, quienes destruyen la naturaleza son los buenos, y quienes resisten defendiendo la vida son perseguidos, asesinados y encarcelados como si fueran criminales Pero, a pesar de eso, o precisamente por eso, una sola palabra basta para describir la lucha del pueblo Mapuche y de todos los pueblos originarios de este continente: Marichiweu, diez, mil veces, siempre venceremos.

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El día de ayer, una de las científicas ponentes nos pasó el dato de que hay un concurso para el mensaje que llevará una nave espacial hacia otro planeta, y que el premio es de un millón de dólares.
El mensaje que proponemos, y que seguramente ganará, es: “No permitan que nos instalemos en su mundo. Si no hemos resuelto los problemas que provocamos, repetiremos los mismos errores. Porque entonces no llegaremos solos, con nosotros llegará un sistema criminal. Seremos para su mundo el Alien apocalíptico, el temido octavo pasajero que crece y se reproduce gracias a la muerte y la destrucción. El móvil para conocer otros mundos debería ser el ansia de conocimiento, la necesidad de aprender, y el respeto hacia lo diferente, y no la búsqueda de nuevos mercados para la guerra, ni el refugio para el asesino hecho sistema”.

El millón de dólares favor de depositar en la cuenta bancaria de la asociación civil “Llegó la hora del florecimiento de los pueblos” que apoya al Concejo Indígena de Gobierno.

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La que voy a leer iba a ser nuestra participación en la mesa de ayer pero, como al Pedrito, me aplicaron la “equidad de género”, zape incluido, y, para variar, ganaron las “como mujeres que somos”. Va pues:

El doctor John Watson se mira al espejo con preocupación. Se peina para uno y otro lado, para el frente y para atrás. Se mira de frente, perfil derecho, izquierdo y, con un espejo de mano, atrás. Mientras está en ese curioso ajetreo murmura para sí:

Pelo de tortilla… ¿por qué dice “pelo de tortilla”?… ¿será el color?… o el tipo de peinado… tal vez las canas que ya compiten en número con el cabello castaño… ¿o será el peinado?.. pelo de tortilla… maldita niña…”

En eso está cuando Sherlock Holmes, detective consultor, se pone de pie de un salto, dejando la hamaca en la que, recostado, le arrancaba al violín unos notas melancólicas. Acomodándose con premura el abrigo, Sherlock apura al doctor:

Rápido Watson, que no tenemos mucho tiempo

¿Y a dónde nos dirigimos, Holmes?, el frío aprieta y en la Junta dicen que va a empeorar”, reprocha Watson al traspasar el dintel de la champa que les han facilitado las autoridades autónomas durante su estancia en las montañas del sureste mexicano.

Holmes no se ocupa siquiera en responder. A grandes trancos, avanza por la calle principal de la comunidad, y se dirige a la pequeña casita en cuya fachada hay un letrero en el que se lee “Comisión de Vigilancia” y un mural de vívidos colores desafía la humedad. En su interior, una joven indígena observa atenta el monitor de una computadora.

Te´ oyot Tzeb”, (“Te saludo, jóvena”) dice en su mejor tzotzil Sherlock Holmes, a quien, al parecer, le han bastado unos pocos días para aprender lo indispensable para darse a entender en las lenguas mayas de esas zonas.

Watson lo voltea a ver con burla, cuando la mujer que está de comisión de vigilancia, le responde en perfecto inglés: “Good Afternoon” (“Buenas tardes”). Aunque su acento, más que británico, a Watson le sonó más cercano al dublinense.

Holmes ignora la mirada sarcástica de Watson y, en español impecable, pregunta:

¿Dónde me pueden dar razón de una persona con la que quiero hablar?”

La mujer, una indígena joven, bajita, de largas trenzas y vivos ojos negros, parece muy divertida porque responde en perfecto alemán: “Und wie heißt diese Person?“ (“¿y cómo se llama esa persona?“)

Holmes inmediatamente capta de qué va el asunto, y en un francés de migrante “sans papiers”, responde:

Je ne connais pas son nom, mais sa profession est un enquêteur privé” (“No sé su nombre, pero su profesión es investigador privado”)

Non capisco niente” (“no entiendo nada”), dice la joven indígena en un italiano de barrio bravo e insumiso.

El doctor John Watson parece divertirse con los apuros en los que se encuentra Holmes, pero mira con preocupación hacia la calle, temiendo que aparezca la niña.

Sherlock Holmes está pensando cómo se dice “investigador privado” o “detective” en ruso, cuando los temores de Watson se confirman.

Como un pequeño huracán, la niña que dice llamarse Defensa Zapatista, baja corriendo por la calle llena de charcos, y entra intempestivamente a la champa cuando Watson se acomoda instintivamente el cabello, y Sherlock está dudando entre si mejor usa el chino mandarín o el polaco.

Defensa Zapatista abraza a Sherlock gritando “¡Jol-mes, cabeza de escoba!

Bueno, lo de abrazarlo es un decir. La altura del Holmes y la de la niña dan como resultado que el abrazo lo reciba el detective en las rodillas.

El detective consultor está desconcertado. La estatura mínima de las personas con las que ha tratado en Londres es de 1 metro con 75 centímetros, aunque a los días de estar en tierras zapatistas, tuvo que bajar su estándar al metro y medio. Respecto a los infantes, bueno, además de tomar distancia cada que veía uno y hacer gestos de desagrado si escuchaba su llanto, su experiencia era nula. Pero por alguna extraña razón, el más grande de los detectives sentía simpatía por Defensa Zapatista.
La niña se voltea hacia el respetado Doctor y bloguero, John Watson, y le brinca al cuello con un 
¡Waj-tson, pelo de tortilla!”, que no hace nada feliz al ex médico militar.

Defensa Zapatista toma a ambos de las manos y los jala a la salida: “¡Rápido, que vamos a llegar tarde!

La joven mujer encargada de la Comisión de Vigilancia, desilusionada por el abrupto final de su internacionalismo lingüístico, cierra las 7 pestañas del navegador con el traductor de google en varios idiomas, y regresa al blog que informa de las actividades de la vocera del Concejo Indígena de Gobierno, María de Jesús Patricio Martínez.

Holmes no necesita correr; por cada una de sus zancadas, la niña tiene que dar varios pasos. Sherlock lleva en su diestra la varita con la que acostumbra hurgar en la tierra y entre las plantas buscando insectos. Watson se retrasa propositivamente cuando ve que el llamado “gato-perro” muerde a Holmes en uno de los dobladillos del pantalón. de seguro para obligarlo a reducir su tranco y así camine-corra al par de la niña.

De pronto la niña se detiene en seco y dice aliviada: “Llegamos”.

Están en el potrero que sirve, lo mismo para que el ganado de los colectivos paste, que para los partidos de fútbol de los equipos que se turnan para agrandar y profundizar la grieta en el muro, que para fiestas, bailes y festivales, además de ser campo de entrenamiento para el incompleto equipo de Defensa Zapatista.

Watson, que no acaba de orientarse en el poblado donde pasan la mayor parte del tiempo, confirma con desagrado que es un potrero, cuando siente bajo su calzado la espesa y tibia mierda vacuna.

Defensa Zapatista dice “Ustedes esperen aquí, voy por el caballo choco”, y sale corriendo con el gato-perro detrás de ella.

Entonces, un varón indígena de edad indefinida se acerca al par de británicos.
Sherlock Holmes lo mira acercarse y, con la aguda rapidez que le ha dado fama, empieza a construirse una semblanza del indígena, pero, antes de que termine de hacerla, el personaje le dice:
Buenos días señor Jol-mez, señor Waj-tson. No se preocupe, dice dirigiéndose a Sherlock, su sastrero en Londres podrá remediar sin problema la rotura. También creo que sí encontrarán en la zapatería zapatista unas botas de su número. Y luego así pasa aquí, a veces parece que no hay nada qué hacer, pero debería intentar no fumar tanto en pipa, eso es dañino para su salud. Le recomiendo mejor el violín en lugar de la pipa cuando no le pasa el día. Y no le aconsejo que en estas tierras mal hable de las mujeres, de repente se embravecen, sobre todo Defensa Zapatista.”

Sherlock Holmes enmudece asombrado, y Watson lo voltea a ver con curiosidad. Al parecer el detective ha recibido una sopa de su propio chocolate.

Holmes pasa del asombro a la admiración y aplaude “¡Bravo!, ha acertado en casi todo, aunque permítame diferir de la acusación de misoginia.

Watson, como de costumbre, no entiende nada.

Es el indígena quien le aclara, mientras Holmes asiente a cada afirmación:

Elemental, mi querido “Pelo de Tortilla”: el señor se ha puesto su apreciada gabardina muy rápido y, sin quererlo, ha rasgado un poco el puño izquierdo. Alguien que se viste así debe ser muy cuidadoso con lo que porta, así que es de esperar que entre sus pensamientos esté ir al sastre para arreglar el abrigo. Que el sastrero está en Londres es fácil, como trae el abrigo semiabierto, se alcanza a ver la etiqueta.

Las manchas de nicotina en la base del dedo índice y parte de la palma de la mano, delatan que fuma mucho en pipa, porque son señales que deja el tabaco que sale de la cazuela. Lo de las botas, pues esos botines que traen no van a durar mucho aquí, y es de esperar que hayan pensando en conseguir unas botas como las que usamos nosotros, que son hechas por zapateros insurgentes y que se consiguen en la tienda de los compas.

Por cierto, me olvidé decir que el señor Jol.mes es diestro, sostiene la pipa con la izquierda porque la derecha es la que usa para, por ejemplo, tocar el violín.

El violín, bueno, pues la forma en que sostiene la varita que trae ahora es la misma con la que Pablito, del mariachi zapatista, toma para tocar el violín en las fiestas, y el enrojecimiento de su cuello en el lado izquierdo o es porque toca el violín o porque algún insecto le ha picado ahí… o porque le han dado un chupetón. Lo de que mal habla de las mujeres fue nomás a ver si pegaba, pero trae de compañía un hombre, así que, o piensa mal de las mujeres o prefiere a los hombres

Holmes aplaude de nuevo. La insinuación de homosexualidad que ha hecho el indígena no le molesta en absoluto. Pero Watson es muy celoso de su heterosexualidad y trata de aclarar:

Discúlpeme, pero Holmes y yo no somos pareja. Quiero decir, sí somos pareja pero no pareja en el sentido de un chupetón, sino, bueno, es decir, es, digamos, una relación…profesional

El indígena lo interrumpe: “No te preocupes Waj-Tson, aquí cada quien su modo y se respeta”.

Lo sé”, dice Watson, “pero no es lo que parece, claro, no es que yo condene las relaciones de ese tipo, sólo aclaro que…”

Ahora es Holmes quien lo interrumpe y se inclina con respeto diciendo:

Si no me equivoco, usted debe ser Elías Contreras, comisión de investigación”.

Admirado a su vez, Watson se quita el bombín con el que, inútilmente, trata de esconder su “pelo de tortilla”, y saluda.

Holmes agrega: “Sólo alguien como Elías Contreras podría hacer esa cadena de observaciones, razonamientos y deducciones con una velocidad que me supera”.

En lugar de agradecer, Elías Contreras sonríe burlón cuando dice:

Nah, lo que pasa es que el SupGaleano tiene unos libros que hablan sobre ustedes dos y dicen como es su modo, de la pipa, el violín y esas cosas, y en la oficina de vigilancia vi sus nombres en la lista de visita y, como son los únicos ciudadanos que hay en el pueblo, pues…”

Watson se pone de nuevo, con algo de rencor, el bombín. Pero Holmes se muestra sonriente y feliz de toparse con el nada famoso detective, ése al que llaman “comisión de investigación del ezetaelene”.
Tiene usted razón, mi estimado Elías Contreras, ¿o debo llamarlo de otra forma?”, dice mientras le tiende, afectuoso, la mano.

Abasta con Elías”, dice el zapatista mientras les ofrece un cigarrillo de doblador, lo que ambos rechazan con amabilidad. Sherlock retoma la palabra:

¿Sabe? A mí me ocurría algo parecido con Sir Arthur, que me daba a leer los borradores de la lamentable crónica de mis hallazgos que luego adjudicaba inexplicablemente al doctor Waj-tson, aquí presente.”

Watson trata de protestar, pero mejor se cala más el sombrero.

Y veía yo que Sir Arthur adornaba, innecesariamente a mi entender, la labor que realizaba. Y digo que era ocioso porque lo que yo hacía era aplicar la ciencia para resolver los crímenes.

Y la ciencia y su explicación, mi estimado Elías, dista mucho del glamur que suelen atribuirles novelistas y el común de la gente.

Además de que no está exenta de errores, de la continua y agotadora experimentación, y del estudio profundo y sistemático de los avances que, en esos rubros, se dan en todos los rincones del mundo, la ciencia y su aplicación son difíciles.

El rigor científico convierte en árido su ejercicio, y lo contrapone a la pereza intelectual que se reitera en las opiniones, comentarios y supersticiones comunes. Por lo mismo, cuando tiene la oportunidad de estudiar, alguna gente suele optar por las mal llamadas ciencias sociales, o por las humanidades en general, que, a su entender y equivocadamente, no requieren del rigor, la exigencia y la complejidad de los conocimientos científicos.

Las artes, en lo que a ellas se refiere, no sólo no demandan un rigor en el sentido de la exactitud, pero, a diferencia de las ciencias exactas, las naturales y las humanidades, pueden imaginar no sólo otras realidades, sino también maravillar con las formas, sonidos y colores en los que plasman esa imaginación.

Tal vez por esto es que las artes están más cercanas a las ciencias exactas y naturales. A diferencia de las llamadas humanidades.

La holgura que demanda el relato novelesco, por poner un ejemplo, en el caso de la ciencia sería una irresponsabilidad imperdonable y una franca violación al código ético que cualquier científico debe incluir en su práctica.

Pero un problema que tarde o temprano se debe afrontar es que, el hecho de haberse impuesto una disciplina estricta y poseer conocimientos sólidos, provoca que quienes hacen de la ciencia su profesión, no pocas veces asuman una actitud pedante y miserable hacia el común de la gente.

Suelen ser soberbios y, no pocas veces, justificar así su frivolidad y falta de sentido común en cuanto a los hechos cotidianos se trata. Como si la vida real fuera asunto de los mundanos, y ellos, ellas, elloas, estuvieran por encima de todo.

Pero que, a veces a pesar de los mismos científicos, las ciencias exactas y naturales son imprescindibles, es innegable. La posibilidad real, factible, de salir de la pantanosa pesadilla que es ya el sistema mundial homogéneo, tendrá en las ciencias exactas y naturales su asidero principal. Si no es así, seguiremos consolándonos con la ciencia ficción”.

Watson mira sorprendido a Holmes mientras piensa “Increíble, Sherlock Holmes se está describiendo a sí mismo con un tono de condena”.

Holmes advierte la mirada de Watson y, dirigiéndose a él, aclara:

Te equivocas Watson, no me estoy autocriticando. Es evidente que ese parlamento no es mío, y me ha sido adjudicado por el tal SupGaleano, porque los zapatistas piensan que el reconocimiento y el suave reproche que hacen, será mejor recibido por la comunidad científica si viene del más grande de los detectives en la historia mundial, que si lo hacen a través de una nariz enmascarada que todavía usa el modelo del danés Niels Henrik David Bohr como referencia al átomo y que, para describirlo, usa expresiones como “es una bolita formada por muchas bolitas pegadas entre sí, y, alrededor de ese garapiñado central, giran otras bolitas”.

Sherlock Holmes se estremece. Un poco por la escandalosa descripción del átomo, y otro poco porque parece que, al fin, ha sido liberado del discurso que el zapatismo le ha impuesto, amparado en lo que se llama “licencia poética”.

Elías Contreras, comisión de investigación del ezetaelene, sólo intervino con un “mmh”.
Lo que ocurrió a continuación lo sabemos porque el doctor John Watson tomó nota de lo que ahí se dijo, aunque no con la intención de publicarlo sino sólo por el interés que la plática le despertó. Lo que luego le agradecería Holmes, porque lo que le refirió Elías Contreras le sigue desvelando.
Sherlock Holmes, se llevó a un aparte a Elías, seguidos a distancia prudente por el doctor Watson. La niña estaba ocupada tratando de convencer a un caballo choco de que ocupara su posición en la barrera, apoyada por los ladridos-maullidos del gato-perro.

Ahora vamos a practicar los tiros libres”, escuchó Watson decir a la niña, y vio que un niño se acomodaba, burlón, bajo el larguero de lo que se supone era una portería.
Sherlock Holmes casi murmuró:

Mi estimado Elías, acudí a usted para saber si no tiene por ahí un caso que requiera de los auxilios de mis habilidades detectivescas. Claro, prometo ser discreto y no reclamar para mí crédito alguno, en el supuesto de que tengamos éxito.”

Elías Contreras se detuvo y dijo, en el mismo tono confidente:

Bueno, de por sí. Pero la problema que vemos es muy grande y sólo tenemos la cabeza para entender y ver por dónde. De ahí que lo que llega en mi cabeza, lo puedo platicar luego con las compañeras y compañeros del comité.

¡Excelente!, exclamó Sherlock Holmes, “la reflexión abstracta requiere un esfuerzo extra que obliga al cerebro a sublimarse. Ponga atención Watson, porque ahora afrontaremos, supongo, el reto supremo de cualquier detective: resolver un crimen sólo con las herramientas lógicas y el conocimiento científico”.

Holmes se veía de lo más animado. Watson no recuerda haberlo visto así desde el caso de “Estudio en Escarlata”, que le dio nombre y prestigio mundial al detective consultor.

Sherlock Holmes no apuró a Elías Contreras. Encendió su pipa, sí, pero más para acompañar el cigarrillo que Elías ya forjaba, que porque le apeteciera el picante sabor del humo del tabaco en el paladar.

Elías Contreras empezó:

Bueno, de ahí que la problema es grande pero sencillo. O sea que lo sabemos quién es el asesino, quién es la víctima, cuál es el arma que se usó, y cuál es como quien dice la escena del crimen o sea dónde mero se hizo la chingadera, y su tiempo. O sea que, como dice el Sup, tenemos el calendario y la geografía.

De ahí que la problema es grande porque todo está revuelto. De ahí que no sé si de por sí está revuelto en la realidad, o lo que pasa es que mi pensamiento está revuelto.

O sea que el crimen ya se hizo, pero también se está haciendo y también se va a hacer. O sea que es una chingadera que no es que ya pasó nomás, o que ahorita lo están haciendo, también es que lo van a hacer.

Holmes se mostró aún más interesado, pero no interrumpió a Elías Contreras, quien continuó:

De ahí que tenemos que saber que pasó, que está pasando y conocer lo que va a pasar para no dejar que pase, porque si pasa, pues va a ser una gran desgracia que no se puede pensar.

Sherlock Holmes aguarda el impase que ha abierto el comisión de investigación para aventurar:

Creo que entiendo: tenemos que conocer el crimen cometido para entender el crimen que se está cometiendo y poder así evitar que se cometa el otro crimen: el mayor y más grande crimen en la historia de la humanidad.

Elías Contreras asiente y prosigue:

El criminal no se esconde, al revés, bien que se muestra y se presume de lo que ya hizo. Dice que estuvo bien su crimen de que mató, destruyó y robó para darse a conocer. Lo pienso que ahí mero, cuando se nació como criminal, que sea cuando agarró su modo, es que podemos aprender para saber cómo está haciendo su chingadera y cómo le va a hacer.

Claro”, interrumpe Holmes, “es necesario reconstruir la genealogía del crimen que, en este caso y si lo entiendo bien, es también la genealogía del criminal. Pero siga usted”.

Bueno,” sigue Elías, “de ahí que lo vemos que como que el criminal se modernizó, o sea que se hizo más mejor como criminal y se cuida de que no se sabe que es un criminal, sino que se viste como que es bueno, como que acaso está pensando nada y sólo está así nomás.”

Entonces, pues como que tiene sus cómplices o sea sus compañías en el delito. Y esos cómplices pues se encargan de poner su cara de buena gente al criminal. Pero como se ve claro que es una fregadera lo que pasa, pues entonces esas compañías del mal inventan un culpable. O sea que su trabajo es echarle la culpa a otro.”

Y entonces ahí van buscando a quien le van a echar la culpa de la desgracia. Y en veces es la mujer que tiene la culpa, porque no obedece, dicen, porque ahí andan con sus ropas rabonas, dicen, y hasta porque estudian y trabajan, y hasta quieren automandarse de su cuerpo, de su camino pues, que sea como autónomas, que sea porque piensan, que sea que luego son como un municipio autónomo rebelde.

Pero en otra veces le echan la culpa a los que tienen la piel de otro color diferente, o que tienen otro modo de ser, como por ejemplo la Magdalena que se murió peleando con el mal y el malo y que era mujer pero como quien dice que el dios se equivocó y la puso en un cuerpo de hombre y la 
Magdalena pues no se escondió ni se conformó, sino que como quien dice le valía madres lo que pensaran los otros y ella era otra, pero como estaba en otro cuerpo pues era otroa. Y ella, o él, o elloa, luchaba también así para ser lo que era.

Muy brava la magdalena, acaso se rindió, nuncamente”, dice Elías y los ojos se le humedecen al recordar a quien, a su modo, amó y aún ama.

Holmes y Watson guardan un silencio respetuoso.

Elías se recompone y sigue: “bueno, de ahí que también a nosotros como indígenas que somos nos echan la culpa, que las cosas salen mal porque no tenemos civilizados, dicen, que no dejamos que avance el progreso y se pongan minas en el lugar donde hay bosques y manantiales. Porque arresulta que nosotros como pueblos que somos, vivimos donde nos aventaron, porque donde antes estábamos nos robaron y nos corretearon, también nos encarcelaron y nos mataron, pero como quiera resistimos. Y estas tierras antes no las quería el criminal, pero ahora sí las quiere que porque también es mercancía, dicen, y que el agua se puede comprar y vender, y que la tierra, y que el aire, y que el sol, y que los árboles, y que los animalitos, hasta los más pequeños, y bueno, hasta de lo que está hecho el pozol es una mercancía.

Que sea que es su modo del criminal, que todo lo hace una mercancía, hasta la gente, las mujeres, las criaturas, los hombres, la dignidad, y lo que no, pues no sirve, porque no puede comprarse ni venderse. Pero de ahí que la problema no es mero eso, sino que su chingadera la puede hacer porque tiene un arma que es la que manda todo su maldito plan y es lo que dicen que es la propiedad privada de los medios de producción. O sea que la problema no es que se produzcan cosas, sino que hay quien tiene la propiedad de lo que se usa para esas cosas, y tú sólo te dejan tu fuerza de trabajo que te pagan como mercancía y mal. Entonces de ahí que el criminal destruye y mata gracias a esa arma que es la propiedad privada, y al mismo tiempo hace toda su chingadera para que no le quiten esa arma.

Bueno, de ahí que no mero sé cómo explicar eso, aunque sí lo entiendo cabal, no sé las palabras para decirlo en castilla o en sus lenguas de ustedes. Pero más o menos así como lo puse o dije, que sea que está el criminal, está la víctima que lo ponen como culpable para robarle y engañar a otros, y está el arma. Y pues la escena del crimen es de por sí todo el mundo. Que sea que pienso que está revuelto todo, porque la sistema capitalista del mundo pone todo: pone la víctima y él mismo es el asesino, el arma que mata y destruye, y la escena del crimen.

Entonces eso lo platicamos con el SupGaleano cuando hizo su delito de las mantecadas, que lo castigaron y ahora va a tener otro delito porque lo agarró su celular del SupMoy y ¿tú crees que no se va a dar cuenta el SupMoy? Bueno, pero de ahí que lo seguimos pensando de la problema porque si no lo detenemos al criminal, pues ahora sí que todo el mundo es la víctima, que sea no sólo la gente, también todo, los animales, las plantitas, las piedras, el agua, todo pues.

Y la problema también es que no hay dónde vas a meter preso al criminal, así que la única forma de parar el crimen es destruyendo la sistema capitalista.

Claro, no les estoy diciendo todo lo que platicamos, que sea que no está cabal la plática o sea que no está íntegra, pero es que si les digo todo, pues los que escuchan y leen y miran este cuento, pues ahí van a estar cabeceando o nomás están pensando qué ropas se van a poner mañana que echan baile y fiesta porque acaba un año y empieza otro, y creen que así nomás el calendario va a cambiar las cosas, pero qué va a ser, para cambiar las cosas hay que luchar, mucho, en todas partes y en todo tiempo, que sea que no hay descanso.

Holmes y Watson quedaron callados hasta que Elías se despidió diciendo: “Bueno, de ahí que me tengo que ir, ahí se cuiden y no tengan pena de los otros amores, si hay mañana también será por elloas, con elloas, y para elloas”.

Y, dirigiéndose a Watson, agregó: “Si no hay llave para la puerta del closet, rompe la puerta. Hay que salir sin miedo, como la Magdalena. O con miedo pero controlándolo”.

Watson quiso aclarar que él y Sherlock no eran lo que parecía que eran, pero Elías Contreras, comisión de investigación del ezetaelene, ya había agarrado camino y la tarde se adormecía, cobijada bajo las sombras de una noche que ya se adivinaba fría.

-*-

Hubo unos días, no hará muchas lunas, que la niña Defensa Zapatista decidió expresarse verbalmente únicamente con colores. Y no con expresiones del tipo “esto es azul” o “sentí naranja” o cosas así, sino únicamente nombres de colores. Todas las teorías del lenguaje y del discurso, fueron puestas en jaque por la impertinencia de una niña indígena y zapatista.

Un día, llegó en la champa del SupGaleano y dijo: “amarillo”.

El Sup ni apartó la mirada de la computadora, sólo dijo: “en la chamarra, bolsa derecha”.

Defensa Zapatista fue a donde estaba colgada la chamarra, de la bolsa derecha extrajo un paquete de mantecadas y salió corriendo diciendo con alegría: “morado”.

Contra lo que se pueda pensar, cada color no tenía un significado preciso. Para entender a Defensa Zapatista había que tomar en cuenta su tono de voz, el contexto en que lo decía, a dónde miraba, la expresión de su rostro, los ademanes y hasta la posición corporal.

Una vez dijo también “amarillo”, mientras se encaminaba a la escuela, como si al patíbulo se dirigiera.

Dice el Sup que hasta entonces supo que Defensa Zapatista era una niña normal y no un organismo cibernético, creado por la mente perversa del SupMarcos para molestarnos. La herencia maldita de un Moriarty de nariz impertinente, un cuestionamiento continuo y enfadoso, envuelto en la aparente inocencia de una niña que apenas levanta unos palmos del suelo. Un robot cuya fuente de energía no es la solar ni la atómica, sino las mantecadas.

Una tarde cualquiera, El SupGaleano le explicaba a Elías Contreras:

Es una infante, sin lugar a dudas. Es lo más normal del mundo que una niña que va a la escuela, lo haga con el pesar, la angustia y la desesperanza de quien marcha a la esclavitud de letras, números, nombres y fechas. Nadie podría expresar mejor que ella lo que significa ir a la escuela, y creo que llevar al gato-perro consigo, así sea oculto en la morraleta, es la forma de aferrarse al mundo en que es lo que Defensa Zapatista es, que no tengo idea de qué o quién sea, pero ella es feliz en ese mundo y es feliz en su empeño de completar el equipo que, tal vez, es su forma de decir “cambiar el mundo”.

Porque observa que ella no sueña con ser una súper heroína, alguien con súper poderes o con una katana que haga picadillo a sus enemigos que, si pones atención, son siempre masculinos. Mira que nunca se refiere al gol que anotó con una técnica que sorprendió a todos y que ha tenido las más disímbolas explicaciones. En cambio, el finado SupMarcos no dejaba de recordar, la mayoría de las veces sin que viniera al caso o cosa, según, que en la secundaría había anotado un gol. Olvidando mencionar, claro, que siempre estuvo en la banca y que sólo una vez alineó, y eso porque al entrenador le faltaba uno, y que lo anotó cuando se resbaló y, sin proponérselo y como dicen los clásicos, “empujó el esférico al fondo de las redes”.

Tampoco asume el papel de la princesa desamparada que espera la salvación llegando en lo que ella imagine la masculinidad montada en un brioso corcel. De hecho, creo que su relación con el Pedrito es precisamente la inversa: ella debe ayudar, orientar y rescatar al Pedrito, aunque tal vez su método de zapes continuos no sea el más adecuado.

No, Defensa Zapatista asume su objetivo como algo a cumplir en colectivo y no concibe su lugar como la líder o jefa, porque ha elegido la posición que menos brillo podría tener, la de defensa, y lo hace para apoyar al caballo tuerto que está en la portería. Su trabajo es buscar y encontrar a quien se sume, quien trabaje en equipo, y es, al mismo tiempo que parte del equipo, el puente para incorporarse a él. Y cuando valora por igual posiciones como la de recoge balones, o el chuchito o gato-perro que corre torcido, y pone como requisito único querer jugar, es su forma de decir “querer luchar”.

En Defensa Zapatista está no un mundo nuevo, cierto, pero tal vez está algo más terrible y maravilloso: su posibilidad.

Y cuando habla colores, tal vez está probando nuevas formas de comunicación para ese mundo que ni imaginamos, pero que ella ya asume como por venir, no sin la lucha necesaria y urgente para traerlo, de donde quiera que se encuentre, a esta realidad que padecemos.

No me imagino algo más zapatista que lo que en el esfuerzo de esa niña se sintetiza.

Eso discurría el SupGaleano ante un Elías Contreras silencioso y atento. En eso, apareció en la puerta de la champa Defensa Zapatista con el balón en una mano y el gato-perro en la otra y preguntó: 

“¿rosa?”

Ahora vamos, allá te alcanzamos”, respondió el Sup. Defensa Zapatista sólo asintió con un “negro” y se fue corriendo.

Elías Contreras le preguntó al Sup: “¿Y qué dijo?”

Ni idea”, le respondió el Sup, mientras dudaba entre ponerse la casaca del inter de Milán (que al parecer, me dicen, ya compraron los chinos), la del Atalanta (que ya está en ese mercado de jugadores llamado UEFA), o la de los Jaguares de Chiapas (que a saber dónde andan), mismas que encontró en el baúl de los recuerdos del finado. Finalmente se puso la playera del EZLN con la que, en 1999, un equipo de bases de apoyo zapatistas debutó en el estadio “Palillo Martínez”, en la Ciudad de los Deportes, en la Ciudad de México, en un partido en el que anotaron un solo gol y que el finado SupMarcos sintetizó así: “no perdimos, lo que pasa es que nos faltó tiempo para ganar, así que falta 
lo que falta”.

En realidad siempre supongo lo que quiere decir. A veces acierto, a veces yerro. O sea que, como quien dice, aplico el método científico del ensayo y el error. Vamos Elías, creo que tenemos que ir al potrero porque hay un equipo que completar. De repente dilata pero sí, un día vamos a ser más”, agregó a modo de disculpa el SupGaleano.

En el potrero ya estaban el caballo choco masticando con perseverancia la misma botella de plástico, el Pedrito que algo discutía con la niña, el gato-perro que trataba en vano de morder el flamante balón que el buen Vlady le regaló a Defensa Zapatista, y dos figuras absurdas que permanecían en un costado del supuesto campo de fútbol.

Nadie lo notó, pero entre Cabeza de Escoba, Pelo de Tortilla, Elías Contreras y el SupGaleano, hubo un intercambio de una sonrisa cómplice, y una ligera inclinación de la cabeza como saludo.

Defensa Zapatista reía, mientras el gato-perro brincaba alrededor de ella tratando de quitarle la pelota.

El frío había menguado y una tibieza empezó a vestir la tarde.

Y todo esto que aquí narro, ocurrió en cualquier calendario, pero en una geografía precisa: las montañas del sureste mexicano.

Doy fe:

El gato-perro.

Guau-miau.

Gracias.

Desde el CIDECI-UniTierra.

SupGaleano.

México, diciembre del 2017.

viernes, 29 de diciembre de 2017

CONVOCATORIA AL PRIMER ENCUENTRO INTERNACIONAL, POLÍTICO, ARTíSTICO, DEPORTIVO Y CULTURAL DE MUJERES QUE LUCHAN

Imagen: http://www.pozol.org/wp-content/uploads/2017/12/EZLN-CONCIENCIAS-DIC-2017-POZOL-IV-995x498.jpg


COMUNICADO DEL COMITÉ CLANDESTINO REVOLUCIONARIO INDÍGENA-COMANDANCIA GENERAL DEL EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL.

MÉXICO.

29 de diciembre del 2017.

A las mujeres de México y el Mundo:

A las mujeres originarias de México y el Mundo:

A las mujeres de Concejo Indígena de Gobierno:

A las mujeres del Congreso Nacional Indígena:

A las mujeres de la Sexta nacional e internacional:


Compañeras, hermanas:

Les saludamos con respeto y cariño como mujeres que somos, mujeres que luchan, resisten y se rebelan en contra del sistema capitalista machista y patriarcal.

Bien que lo sabemos que el mal sistema no sólo nos explota, nos reprime, nos roba y nos desprecia como seres humanos, también nos vuelve a explotar, reprimir, robar y despreciar como mujeres que somos.

Y ahora lo sabemos porque está más peor, porque ahora, en todo el mundo, nos asesinan. Y a los asesinos, que siempre son el sistema con cara de macho, no les importa si nos matan, porque los policías, los jueces, los medios de comunicación, los malos gobiernos, todos los que allá arriba son lo que son a costa de nuestros dolores, los cubren, los solapan y hasta los premian.

Pero como quiera no tenemos miedo, o sí tenemos pero lo controlamos, y no nos rendimos, y no nos vendemos y no claudicamos.

Entonces, si eres una mujer que lucha, que no está de acuerdo con lo que nos hacen como mujeres que somos, si no tienes miedo, si tienes miedo pero lo controlas, pues entonces te invitamos a encontrarnos, a hablarnos y a escucharnos como mujeres que somos.

Por eso invitamos a todas las mujeres rebeldes del mundo al:

PRIMER ENCUENTRO INTERNACIONAL, POLÍTICO, ARTíSTICO, DEPORTIVO Y CULTURAL DE MUJERES QUE LUCHAN.

A celebrarse en el Caracol de Morelia, zona de Tzotz Choj, Chiapas, México, los días 8, 9 y 10 del mes de marzo del 2018. La llegada el 7 de marzo y la salida el 11 de marzo.

Si eres hombre, de balde estás escuchando o leyendo esto porque no estás invitado.

A los varones zapatistas los vamos a poner a hacer lo necesario para que podamos jugar, platicar, cantar, bailar, decir poesías, y cualquier forma de arte y cultura que tengamos para compartir sin pena. Ellos se encargarán de la cocina y de limpiar y de lo que se necesite.
Se puede participar individualmente o en colectivo. Para registrarse, está la dirección de correo electrónica:

encuentromujeresqueluchan@ezln.org.mx

Y pones tu nombre, de dónde eres, si eres individual o colectiva, y cómo vas a participar o si sólo vas a venir a echar fiesta con nosotras. No importa tu edad, tu color, tu tamaño, tu credo religioso, tu raza, tu modo, sólo importa que eres mujer y que luchas como sea en contra del capitalismo patriarcal y machista.

Si es que quieres venir con tus hijos que son varones porque todavía están pichitos, bueno, puedes traer, sirve que se empiezan a entender en su cabeza que, como mujeres que somos, no estamos dispuestas a seguir soportando violencia, humillaciones, burlas y chingaderas de parte de los hombres, ni del sistema.

Si te quiere acompañar un varón mayor de 16 años, ahí lo veas, pero de la cocina no pasa. Aunque tal vez ahí algo alcanza a ver y a escuchar, y algo aprende.

O sea que no se admiten hombres que no vengan acompañados por una mujer.

Es todo, acá te esperamos compañera, hermana.

Desde las montañas del sureste mexicano.

Por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y a nombre de las niñas, jóvenas, adultas, ancianas, vivas y muertas, concejas, juntas, promotoras, milicianas, insurgentas y bases de apoyo zapatistas.


Comandantas Jessica, Esmeralda, Lucía, Zenaida y la niña Defensa Zapatista.
México, 29 de diciembre del 2017.

jueves, 28 de diciembre de 2017

TRUMP, LA NAVAJA DE OCKHAM, EL GATO DE SCHRODINGER Y EL GATO-PERRO.

Fotografía: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjS4FxU2TRDTj_PI_744NOcibvHoeVRt13PrwawyCn8LGr4qqnhdRBSLjKzPZLAToT2D5Um-wCKIKYShehRFryRg6gOwNOG1iQ5KU4Tze3gBv_0C3U-nzO0sfzuRDLEaNka5du1/s1600/DSC_0369.JPG

TRUMP, LA NAVAJA DE OCKHAM, EL GATO DE SCHRODINGER
Y EL GATO-PERRO.

28 de diciembre del 2017.

De nuevo buenos días, tardes, noches, madrugadas.

Tal vez alguna, alguno, algunoa, recuerde que el difunto SupMarcos insistía en que el sistema capitalista no podía ser entendido sin el concepto de guerra. Claro, suponiendo que sea un concepto. Decía él que la guerra era el motor que había permitido, primero, la expansión del capitalismo, y luego su consolidación como sistema mundial, además de recurrir a ella para hacer frente a sus recurrentes y profundas crisis.

Oh, lo sé, qué otra cosa podría esperarse de un soldado. Pero debo señalar, a modo desagravio, que él no limitaba la guerra a la guerra militar. Tal vez una relectura de la correspondencia que mantuvo con Don Luis Villoro Toranzo en el año del 2010 y que fue hecha pública a inicios del 2011, podría ayudarnos a entender eso. En la primera de esas misivas públicas, se desmenuza la aparente ineficacia de la llamada “guerra contra el narcotráfico” iniciada por el aficionado a los videojuegos bélicos, Felipe Calderón Hinojosa. Y digo “aparente ineficacia” porque, en efecto, a la vista de los resultados, fue y es ineficaz para combatir al crimen organizado, pero fue efectiva para poner a los militares a gobernar de facto en varias regiones del país llamado “México”.

Lo traigo a colación porque, a diferencia del difunto, a mi entender el capitalismo puede ser estudiado como un crimen.

El abordarlo así nos demandaría el conocimiento científico de materias que podrían aparecer lejanas de lo que tradicionalmente se conoce como “ciencias sociales”.

En fin, cataloguen ustedes a su gusto esta desviación teórica, tal vez producto de un inconcluso curso, por correspondencia, de detective privado, en aquella lejana época en que el correo no se refería a cuentas electrónicas y nicknames, y que, cuando se ponía la dirección, se ponía la zona postal y no la I.P. o protocolo de internet; época en que se podía estudiar, también por correspondencia, desde un curso de cerrajería hasta uno de piloto aviador, pasando, claro está, por “cómo tener un cuerpo como el de Charles Atlas sin necesidad de ir al gimnasio y en sólo unas semanas”, el cual no me fue necesario cursar porque son evidentes mis hermosas y bien torneadas piernas (arrrrrroz con leche).
En fin, pónganme en el archivo de alguno de los “ismos” que esté a la mano en las redes sociales, y eviten concluir que las ciencias sociales seguirán incompletas mientras no incluyan la criminología entre sus herramientas, además de, puesto que de un crimen se trata, la llamada ciencia forense.

-*-

Pero sigo hablando de un crimen. Un crimen que es explicado desde diferentes perspectivas.

Tomemos un ejemplo reciente: los temblores y las consecuentes desgracias.

Podríamos preguntar sobre las condiciones de las construcciones. Suponemos que hubo y hay un estudio científico del subsuelo, cálculos de resistencia de materiales, y cosas así. Quienes han hecho de la ciencia su vocación, profesión y vida, pueden decirnos que así es. Que las ciencias nos pueden dar los elementos para evitar o al menos reducir el riesgo de que los edificios colapsen.

Es decir, en una zona sísmica y con antecedentes de terremotos, sería de esperar que los edificios se construyeran tomando en cuenta eso. Quiero decir, no sería nada serio que se hiciera una construcción y se rezara luego porque no ocurrieran temblores que la echaran abajo.

No sé, tal vez los científicos podrían responder la pregunta clave, que no es, por cierto, por qué hay temblores, sino por qué mueren personas bajo los escombros de edificios que debieron ser levantados para resistir temblores.

Pero, según los análisis en boga, todo depende.

Así que, como dijo ese neo filósofo de la ciencia, el “intelectualmente formidable” (según la prensa que lo hizo suyo), el ciudadano sin partido José Antonio Meade Kuribreña, vamos “a movernos en un esquema en el que la pregunta no sea válida”. Es decir, no vamos a preguntar quiénes son los responsables, por comisión o por omisión, de que esos edificios se derrumbaran y murieran cientos de personas. No, lo que vamos a preguntar es por qué tembló. Entonces estaremos así, siempre siguiendo a ese intelectual orgánico posmoderno, en otra pregunta: ¿Por qué ocurren los temblores o sismos o como se le diga a cuando el suelo abandona su aparente resignación y se mueve?

No, si usted espera una explicación científica, espera en vano. Las explicaciones valederas son las que tienen más followers, escuchas, simpatizantes y militantes. Hace ya tiempo que la ciencia pierde todos los concursos de popularidad.

Entonces, depende de en qué esquema se den esas explicaciones.

Vayamos a una de ellas, la del señor Alberto Villasana, quien se define a sí mismo, con una modestia ejemplar, como “Teólogo católico, Filósofo, Analista internacional. Experto en relaciones Iglesia-Estado. Autor de 12 libros. 3 veces Premio Nacional de Periodismo”, lo que ratificarían, con la fe por delante, sus 15,6 mil seguidores en twiter.

No se rían, esa cantidad supera con mucho la de asistentes, participantes y escuchas en este encuentro.

Respecto al terremoto del 19 de septiembre del 2017, el ilustre e ilustrado Villasana escribió: “Este es sin duda un aviso de Dios, una gracia muy especial a México, para prepararnos a todo lo que se viene…“.

¿Qué cómo lo supo? Bueno, resulta que Villasana asegura que en el momento del temblor, se estaba celebrando un exorcismo a alguien poseído por 4 demonios. “Durante el exorcismo, los infestadores declararon que el terremoto del 19 de septiembre es parte de los avisos de Dios antes del gran castigo“, publicó en su artículo. Además de los temblores, habría huracanes y erupciones volcánicas. Según el teólogo. estos castigos serían “por haberse aprobado el aborto en la misma ciudad donde la Madre de Dios se apareció en 1531“. De acuerdo a Villasana, el sismo, bajo esos argumentos, sería un aviso para los mexicanos. En su cuenta de Twitter, publicó la imagen de los escombros del monumento a la Virgen: “Colapsó el monumento a la madre Significativo: en la ciudad donde aprobaron el aborto”.

A pesar de su sapiencia indiscutible, Villasana no es original. En noviembre del 2016, los diarios italianos señalaron que el sacerdote Giovanni Cavalcoli, quien es conocido por su carrera como teólogo, hizo las siguientes declaraciones el domingo 30 de octubre, el mismo día que un sismo de magnitud 6,5 sacudió la región central de Umbría: las sacudidas sísmicas son un “castigo divino por la ofensa a la familia y a la dignidad del matrimonio, sobre todo por culpa de las uniones civiles homosexuales”.

El esquema del cual depende esta explicación, tiene más seguidores:

Hace apenas unas semanas, en este diciembre del 2017, el cardenal emérito Juan Sandoval Iñíguez responsabilizó a las mujeres y a loas otroas de la violencia del crimen organizado y de los terremotos e inundaciones.

Como tribuna de explicación tan científica, Sandoval Iñíguez, convocó a un llamado “Gran Acto de Desagravio” que, por lo que entendí, es como un encuentro de Inconsciencias por la Deidad, pero con más poder de convocatoria que éste en el que nos encontramos. El evento fue en el llamado Estadio Azul, en la Ciudad de México, que, dicho sea de paso, tiene mejor ubicación que el CIDECI.

Para no variar, hubo también ahí encapuchados. Pero, a diferencia de quienes nos convocan, que se dedican a mal hablar del capitalismo, los encapuchados de Sandoval Iñíguez se flagelaron hasta sangrar. O sea que ésos sí son azotes y no los existenciales que se aglomeran en las redes sociales.
Entre azote y azote, pero cuidando que no lo salpicara la sangre, el cardenal emérito declaró que el derecho a decidir y la diversidad sexual son pecados, y que la violencia del narcotráfico y los temblores son el castigo a esos pecados: “Señor y Dios nuestro, antes de que venga un castigo mayor, nos mandas castigos temporales o correcciones paternas por medio de la naturaleza que es obra tuya y está gobernada por tu providencia. ¿Serán pura casualidad dos 19 de septiembre en esta ciudad?”.

El evento “Gran Acto de Desagravio” fue convocado por una especie de asociación que bien podría llamarse “Llegó la hora de que se marchiten loas pecadoroas”. O sea que como quien dice: la contra de quienes apoyan al Concejo Indígena de Gobierno y a su vocera.

Por ahí leí que, entre quienes convocaron, hay “figuras públicas”, dicen, como Esteban Arce, Manuel Capetillo y Alejandra Rojas. Ignoro qué tan públicas sean estas personas, sólo sé que la señora madre de Esteban Arce debe ser muy recordada entre la comunidad de otroas.

En el acto, que ahora lo sabemos, no era para exorcizar al equipo de fútbol que tiene como sede ese estadio (ni modos, “todo cruz azul pasado fue mejor”), el neocientífico Sandoval Iníguez declamó: “Este es un acto de desagravio, en el que venimos a hacer una confesión de culpa, a reconocer nuestros pecados delante del Señor y a pedirle misericordia y perdón. Venimos a decirle: Señor, hemos pecado contra ti y cometido la maldad que aborreces; perdona a tu pueblo y aparta de nosotros el castigo que merecemos. Hemos pecado contra ti, ante todo con el crimen más tremendo, más grave y más cruel, el del aborto practicado a lo largo y ancho de nuestra patria, a veces con el consentimiento de leyes inicuas y en ocasiones ocultamente, furtivamente, pero siempre con crueldad, alevosía y ventaja contra el inocente, el indefenso.”

Según reportes de prensa, muy cerca de donde se azotaban las “hermandades de penitentes encruzados y flagelantes de Taxco” (así se autodenominan), se recolectaban firmas para apoyar a la expanista Margarita Zavala en su proyecto de ser candidata independiente a la presidencia de la república.

A contra corriente, y en un esquema diferente, respecto a las desgracias naturales recientes, el Papa Francisco señaló: “Yo pienso que a México el Diablo lo castiga con mucha bronca porque el Diablo no le perdona a México que ella (señalando una imagen de la Virgen de Guadalupe) haya mostrado ahí a su hijo. Es una interpretación mía. O sea, México es privilegiado en el martirio por haber reconocido, defendido a su madre“.

Así que ahí tienen: castigo divino o castigo diabólico. Elija usted su esquema de explicación de una realidad.

“Son meras opiniones”, dirán ustedes o los influencers más cercanos a su ancho de banda.

Ok, ok, ok. Pero el problema es que se toman decisiones en base a esas opiniones: hay quien pide perdón divino o abraza el dolor como martirio privilegiado… y hay quien se organiza para demandar verdad y justicia.

No voy a hacer leña de la pesada cruz que carga la señora Margarita Ester Zavala Gómez del Campo de Calderón (a la que irrespetuosamente y lejos de toda corrección política, las zapatistas llaman “la Calderona”, y de quienes yo, que siempre he brillado por mi buena educación y por ser políticamente correcto, me deslindo).

Y aclaro que señalo que es “Gómez del Campo” para traerles a la memoria el asesinato de los infantes de la Guardería ABC, ocurrido el 5 de junio del 2009 en el estado de Sonora, y que estaba manejado, entre otras personas, por Marcia Matilde Altagracia Gómez del Campo Tonella, exonerada por ser pariente de la Calderona. La memoria de ese crimen no se apaga, gracias a que sus familiares siguen exigiendo verdad y justicia.

Y la nombro como “de Calderón”, porque referirla con su apellido de soltera sería señalar que vive en amasiato con el psicópata. Y, hasta donde mis limitados estudios de derecho canónico lo permiten, el amasiato es pecado. Ergo, eso nos traería más terremotos para castigarnos por culpa de quienes firman apoyando su candidatura.

En cambio, haré una breve referencia al principal saboteador de su carrera política, (su concubino, si hacemos caso a quienes se enfurecen por nombrarla por el que es su apellido según las leyes católicas, apostólicas y romanas), Felipe Calderón Hinojosa.

El señor Calderón Hinojosa era, hace 10 años, titular del poder ejecutivo federal en México. “Presidente”, creo que le decían. Bueno, hace 10 años, en ocasión de las inundaciones que azolaron el estado de Tabasco, el entonces mando supremo del ejército, fuerza aérea y la marina, declaró que la responsabilidad de que más de 125 mil personas hubieran perdido sus casas y tuvieran que refugiarse en albergues, era… de la luna y de un frente frío.

-*-

El Partido Acción Nacional compite con el Partido Revolucionario Institucional, no sólo por el ridículo en el que recaen sus pre-candidatos. No, el Partido Acción Nacional, ahora con el lastre llamado Partido de la Revolución Democrática, también le disputa al PRI la complicidad en el crimen.

Si usted nota en la mirada de Ricardo Anaya, pre-candidato del PAN-PRD-MC, un brillo demente. no lo atribuya a una posible afectación en la zona del cerebro responsable de la decencia (claro, si es que la hay). Es producto de una formación partidaria de cuadros dirigentes. Ricardo Anaya forma parte de esa generación de cuadros partidarios que crecieron como tales en medio de la corrupción, el cinismo, la traición, el fanatismo, la intolerancia, la soberbia, el nepotismo, la ignorancia, el cretinismo… ok, creo que estoy describiendo a más de un pre-candidato, pero ahora me estoy refiriendo al de la alianza del PAN, PRD y MC llamada “Por México, al frente”… y, bueno, al frente hay un abismo.
Así que ahí lo vean.

Junto a Acteal y Ayotzinapa, otro nombre nos remite al crimen impune: la Guardería ABC, en Hermosillo, Sonora, México.

Y en el sexenio de ese consistente pensador que se llama Vicente Fox, PRI. PAN y PRD se aliaron para el crimen llamado “Atenco”, en mayo del 2006, que incluyó, además del asesinato, la agresión sexual contra mujeres.

Así, todo parece indicar que el gran elector, que ciertamente no necesita del Instituto Nacional Electoral, demanda pruebas de criminalidad para decidirse. En su altar, estas propuestas partidarias ofrendan la sangre de mujeres, de niños, de jóvenes, de ancianos… y de otroas.

Y para confirmarlo, propuestas políticas de la derecha más rancia arriban a los distintos puestos de sicarios que el sistema político mundial oferta periódicamente.

Aunque hay ejemplos en Argentina, Chile, Brasil, el Reino Unido, el Estado Español, Israel, Honduras, Nicaragua, Rusia, y agregue usted la geografía que se le antoje, hay uno que sintetiza los aciagos tiempos por venir: Ronaldo Trump.

Además de su innegable habilidad y sapiencia para manejar su cuenta de twiter, Ronaldo Trump ha definido con diáfana claridad a la víctima a inmolar: mujeres, otroas, infantes, migrantes, el medio ambiente, y pudiera seguir detallando especificidades pero, al final, usted llegará a la misma conclusión que yo: la víctima es el planeta entero, incluida la humanidad que lo habita.

Aunque Ronaldo ha dado muestras de serios problema mentales, ha resuelto la ecuación básica que todo gobernante debe afrontar: ¿qué debo hacer para seguir en el Poder? Ockham le ha sido de utilidad y ha optado por la respuesta más sencilla: una guerra.

Para conseguir una guerra propone muros, cambios de embajadas, provoca incidentes diplomáticos y así suplica, implora: “¡dadme un guerra!, os lo pido. Donde sea, no importa. Y mientras más grande, mejor” Y entonces, remontándose siglos atrás, Ronaldo Trump toma la lira de Nerón y canta: “No queremos pelear, pero por Jingo, si lo hacemos, tenemos las naves, tenemos los hombres, también el dinero”

Sí, una guerra. O un crimen, depende.

Guerra o crimen, una desgracia como nunca antes en la historia de la humanidad.

Como si el mundo tal y como lo conocemos se derrumbara.

-*-

Y ya que nos hemos referido a los videojuegos, imaginemos que tenemos el sueño de cualquier video-adicto: una interfaz cibernética que nos permita, de manera simultánea, tener la perspectiva estratégica, la táctica y la de primera persona. Algo así como una combinación de la estrategia en tiempo real, el role playing, la primera persona o first person shooter, y el otro que no sé cómo se llama pero es como en tercera persona. En fin, si algún día se crea, no olviden mocharse con los derechos por autoría intelectual.

Ahora, supongan ustedes que están encerrados dentro de un cuarto ideal esférico. La superficie interna de la esfera, la que ustedes pueden ver, es una gran pantalla curva, con tecnología 5K, omled o como se diga, y en la que, simultáneamente y con velocidad vertiginosa, se le presentan paquetes informativos. No sólo imágenes, también sonidos, olores, sensaciones táctiles y gustativas. Y, bueno, también, y para no discriminar a los esotéricos, percepciones extrasensoriales.

Usted puede pensar, con un alto grado de certeza, que está en el mundo real, así que usted vive en ese mundo, ahí usted nace, crece, se reproduce, y, dios no lo quiera, pero es una situación hipotética, muere.

Usted es feliz o infeliz ahí. La máquina es tan eficiente que incluso le provee de los parámetros para definir felicidad e infelicidad. Es más, le ofrece también una explicación de ese mundo y, si es de su preferencia, de un mundo espiritual, un consuelo para el día en que, ¿ya dije que dios no le quiera?, usted muera.

Así que usted está ahí, en la máquina que llamaremos, con prudente cálculo empresarial, “la máquina del gato-perro” (todos los derechos reservados).

En eso está, o sea que simulando que vive o viviendo (porque la máquina le da también los criterios para distinguir entre “lo real” de la máquina y “lo virtual” que la misma máquina produce para darle un punto de referencia).

Bueno, supongamos que en una temporalidad cualquiera dentro de la máquina, usted está haciendo lo que se supone que hace. En eso, a saber de dónde, aparece una persona que no tiene nada qué ver con nada. Usted, claro está, es una persona moderna, comprensiva de las limitaciones tecnológicas y atribuye esa irrupción a una irregularidad en el complicado software de la máquina o en su complejo hardware. Usted espera pacientemente a que la irregularidad se solucione, o sea, busca el botón de “reset”, pero la persona sigue ahí y, cuando menos se lo espera, esa persona le dice:

“Un momento, que nadie toque nada, que nadie salga. Ésta es la escena de un crimen”.

Usted duda. No sabe si quejarse en soporte o poner en el microondas un paquete de palomitas de maíz, pues tal vez se trata de un nuevo episodio de “La Ley y el Orden, Unidad de Víctimas Especiales” (música de fondo).

Pero algo no encaja, porque no es la detective que aparece sino otra mujer. Sí, la máquina le ha dado el patrón que indica: “mujer”. Pero la susodicha trae una blusa bordada, su estatura es menor al promedio que la misma máquina le ha inculcado como “estatura promedio”, su tez es de color oscuro, digamos del color de la tierra. La máquina le da la información que tiene: “indígena, o también autodenominada “originaria”, su ubicación geográfica está en la región media de Norteamérica llamada México, nulo o mínimo nivel de estudios escolares, acceso a avances tecnológicos entre 0 y 0,1, monolingüe aunque hay casos en que maneja dos o más idiomas, tasa de mortalidad, muy por encima del promedio, esperanza de vida, muy por debajo del promedio; persistencia cultural, siglos; por lo mismo, edad indefinida.

Con esa información, usted ya empieza a redactar el reporte a soporte, claro, atascándose al mismo tiempo de palomitas, porque tampoco se trata de desperdiciar la salsa Valentina que las cubre:

“Estimados programadores, les ruego que solucionen este desperfecto. Porque no es posible que uno, una, unoa, esté aquí cumpliendo a cabalidad las funciones que me han sido asignadas, y de pronto aparezca algo tan premoderno. Apúrense porque está por empezar la nueva temporada de “A la derecha, el mejor de los mundos posibles” y ya están los promocionales. Firma”

La irrupción femenina en cuestión tiene el mal gusto de cambiar el chiste de moda de “vengo del futuro y…” seguido de algo ingenioso. Oh, no preocupar, la máquina también le dice qué es y que no es “ingenioso”. Porque la, digamos, mujer originaria dice ahora: “vengo del pasado y esta película no es una película y ya la vi”. Entonces usted se percata que la mujer no está sola, hay otras que se le parecen, aunque ahora que le obligan a mirarlas ve que son iguales pero diferentes. Hay también hombres, varones pues. Y no faltan quienes no son ni una ni otro.

Sin respetar la programación, esos seres extraños, anacrónicos y, no sobra decirlo, irreverentes, empiezan a husmear y hasta hay quien ha sacado, a saber de dónde, una lupa. Usted está a punto de aplaudir, porque piensa que la máquina se ha actualizado y ahora puede producir una realidad virtual dentro de la realidad virtual, pero la mujer que ahora la máquina etiqueta como “indígena” sin matiz alguno, le estudia a usted detalladamente. Claro que tiene usted razón en sentirse incómodo cuando, después de ponerle la lupa sobre los ojos, ella sentencia: “Otra víctima, que la anote el equipo de relatorías”.

“Sí, tienen un equipo de relatoría, lo que sugiere algún tipo de forma organizativa no catalogada”, le dice a usted la máquina, un poco para hacerse útil y otro poco para darse tiempo a auto revisar su programación.

El grupo de indígenas que, ahora usted se percata, son una minoría pero hacen bulla como si fueran mayoría, se reúne para deliberar y, después de un tiempo que la máquina no puede contabilizar u ofrecer un parámetro de comparación, decretan:

“Aquí está todo: la víctima, el asesino, el arma homicida y la escena del crimen”

Entonces usted se da cuenta de que la pantalla esférica más bien semeja un muro cóncavo, y ve, no sin alarmarse, a una niña, acompañada con un ser extraño que la máquina es incapaz de etiquetar y se conforma con “gato-perro; ser mitológico de origen desconocido; no hay ningún dato que confirme su existencia real, o sea virtual, pero real en la máquina, o sea, usted me entiende ¿no?, bueno, depende; hábitat probable: montañas del sureste mexicano”. Cfr: “Habrá una vez”, ediciones en español, italiano, inglés, griego, alemán, portugués, etc”

Bueno, lo que le alarma es que la niña y el así catalogado como “gato-perro” están señalando una grieta en la máquina, o sea en la esfera, o sea en el muro.

Ahora usted duda, algo que la máquina siempre le ha evitado hasta ahora, entre ir a revisar las condiciones de garantía o correr a asomarse a la grieta.

Porque resulta que la grieta, su posibilidad, cuestiona no sólo la programación de la máquina, sino su
existencia misma.

Entonces usted siente que está prisionero en la misma paradoja que el gato de Schrodinger

La máquina lo enlaza velozmente a Wikipedia y ahí usted lee:

Erwin Schrödinger plantea un sistema que se encuentra formado por una caja cerrada y opaca que contiene un gato en su interior, una botella de gas venenoso y un dispositivo, el cual contiene una sola partícula radiactiva con una probabilidad del 50% de desintegrarse en un tiempo dado, de manera que si la partícula se desintegra, el veneno se libera y el gato muere. Al terminar el tiempo establecido, la probabilidad de que el dispositivo se haya activado y el gato esté muerto es del 50%, y la probabilidad de que el dispositivo no se haya activado y el gato esté vivo tiene el mismo valor.”
Claro, usted ya no sigue a las partes ésas de mecánica cuántica, porque siente un ligero temblor recorrerle el cuerpo.

“Terror” le dice la máquina para que usted identifique esa sensación. Porque la máquina ya tenía etiquetada esa percepción sensorial, pero siempre, al menos hasta ahora, se la había presentado como ajena: el terror siempre había estado en lo otro.

Todas las evidencias, todo lo sólido que le daba a usted certezas, valores, razonamiento, juicio, se empiezan a desvanecer.

No sabe si está vivo o muerto, hay un 50% de probabilidades de una cosa u otra, y usted se estremece, pero no porque está a punto de averiguar su condición existencial, sino porque la pregunta que plantea la grieta, como quien dice le mueve el tapete:

“¿Otro mundo es posible?”

“Es”, le responde la niña que ahora trae bajo un brazo un balón y, sobre la cabeza, algo que podría ser un gato… o un perro.

Usted, claro, es una persona con conocimientos y se auto aplica la “navaja de Ockham” interpretada como que la explicación más sencilla es probablemente la más correcta. Entonces se dice a sí mismo, misma, mismoa: “estoy soñando”

Mientras decide si está en un sueño o en una pesadilla, ¿qué hace usted? ¿se asoma a la grieta o sigue haciendo lo que estaba haciendo cuando esa bulla irreverente e insumisa apareció?

Para esto lo que originalmente era un grupo de indígenas, ahora es un colectivo más amplio: hay personas de todos los colores, hay quien empuña un martillo y sonríe cómplice cuando se dirige al muro donde, oh, oh, parece que quieren agrandar la grieta.

Y allá hay quien danza, y quien pinta, y quien imagina un encuadre para la toma, y quien escribe apresuradamente, y más allá cantan, y hay quien está sopesando un microscopio para ver si lo arroja al muro esférico o es mejor el bisturí que algo habrá de hacerle a la grieta.

Y, un momento, ¿de dónde salió esa marimba?

Y ya están jugando fútbol y la niña, que para ahorrarse explicaciones, se colgado un gafete que reza: “Defensa Zapatista” le pregunta a usted que cómo se llama, y usted entiende entonces que no le está pidiendo su nombre-nombre, sino su posición para un supuesto equipo que no acaba por completarse.

Y usted siente ya que el terror se ha apoderado de todo su ser, porque ha intuido que la niña en realidad le está preguntando:


“¿Y tú qué?”



Desde el CIDECI-UniTierra, Chiapas.

SupGaleano.

México, diciembre del 2017.



DEL CUADERNO DE APUNTES DEL GATO-PERRO:

EL MISTERIOSO CASO DE LAS MANTECADAS DESAPARECIDAS.

Elías Contreras es un compañero zapatista que tiene el trabajo de comisión de investigación, un detective pues. O sea que es como un vigía. Elías Contreras está finado, al igual que el Supmarcos y trabajaban juntos en eso de buscar al mal y al malo. Elías ahora trabaja a veces con el SupMoy, aunque cada tanto se platica con el SupGaleano.

Este breve resumen debe servirles para entender lo que ocurrió una tarde de este diciembre en la Comandancia General del EZLN, a donde el Subcomandante Insurgente Moisés citó al mentado Elías Contreras.

Elías”, dijo el SupMoy después de responder el saludo militar del comisión de investigación, “hay un problema”.

Elías Contreras no dijo nada, sólo sacó un poco de doblador y unas briznas de tabaco, y se dedicó a forjar un cigarrillo mientras escuchaba al SupMoy:

Es en la tienda cooperativa de la región. Dicen que faltan unas mercancías, que se desaparecieron. 

Me pidieron si alguien podía apoyar. ¿Te encargas?

Elías Contreras sólo emitió un sonido como “mmh”, y salió sin decir palabra alguna.

El encargado de la tienda saludó a Elías apenas con un gesto, estaba haciendo la cuenta del mes.

¿Qué fue lo que se despareció pues?”, preguntó Elias mientras miraba distraído los Dvd que estaban a la venta, la mayoría de ellos con el sello de “Los Tercios Compas”.

Las mantecadas”, dijo el encargado sin despegar la vista del cuaderno donde sufría con las cuentas.

“¿Y cómo sabes que faltan?”, pregunta Elías mientras revisa el estante.

Porque ésas nadie las compra, siempre estaban ahí, de balde pues

“¿Y si nadie las compra cuál es el problema?”

La comisión de vigilancia”, suspiró resignado el encargado, “tiene que estar cabal la cuenta, si no, 
pues hay que reponer o castigo

Elías Contreras dio un resoplido y se inclinó a recoger unas hilachas de tabaco negro al pie del mostrador.

Se marchó.

Sup”, dijo cuando estaba ya en la puerta de la champa del SupGaleano.

Elías”, respondió el Sup sin apartar la vista de una pantalla cableada a una vieja computadora laptop.

Se jodió”, quiso aclarar el Sup, “la pantalla se quebró, pero el procesador y lo demás está bien, así que la conecté a este monitor. Apenas le adapté el teclado, pero el ratón no lo encuentro

Giró en su silla de ruedas y miró a Elías.

Las mantecadas”, dijo el comisión de investigación.

Ya no hay”, dijo el Sup, “se las comieron Defensa Zapatista y su perro… o gato… o lo que sea”.

“Pero tengo algo de pan de pinole que hicieron los insurgentes. ¿Que cómo sé que lo hicieron los insurgentes? Pues porque sí levantó, cuando lo hacen las insurgentas queda aplastado.”

Elías se forjó un cigarrillo y le pasó al Sup los fósforos para la pipa.

¿Y ahora?”, preguntó el SupGaleano después de esperar a que Elías Contreras encendiera su cigarro.

Pues te van a poner a hacer las cuentas del tiendero. Claro, además de reponer la paga. Pero no vine a eso. Hay un pensamiento que quiero platicarte…

Algunas horas después, Elías Contreras, comisión de investigación del EZLN, salió de la champa del SupGaleano y se detuvo un momento a ver la tarde rendida ya a las sombras de la noche.

Con el focador alumbró el camino hasta la comandancia general del ezetaelene. Ya en la puerta, sin entrar, saludó y dijo: “El Sup, unas mantecadas

El SupMoy se sonrío y dijo para sí: “Bueno, alguien tenía que hacer esas cuentas”.

En la asamblea general al SupGaleano no le fue mal, pero tampoco bien. Después de “autocriticarlo” por comer comida chatarra y no alimentarse bien (le dijeron que son mejores las mantecadas que hacen en la panadería del CIDECI), las autoridades le dieron el peor castigo que hay actualmente en esa comunidad: hacer las cuentas de las cooperativas.

El Sup encendió la pipa al salir de la asamblea y, mientras se dirigía a la cooperativa “Como mujeres que somos”, se dijo a sí mismo: “bueno, pudo ser peor, en otros tiempos me hubieran puesto a limpiar potrero”.

Hizo las cuentas rápidamente, no porque supiera matemáticas, sino porque las hizo con el celular que tomó “prestado” de la comandancia cuando el SupMoy lo llamó para regañarlo. Tampoco era un gran celular, era uno de esos de “gama baja” que no servía para capturar las firmas que el INE del primer mundo ponía como requisitos a aspirantes a candidatas del tercer mundo, pero la calculadora sí jalaba para sumas y restas.

Encontró a Elías al pie de la Ceiba, tal y como habían quedado.

Los olores de ambos tabacos se entremezclaban con los silencios. Diálogo entre difuntos, diálogo sordomudo.

Ninguno de los dos recuerda quién preguntó: “¿Cuánto tiempo?”, pero saben que ambos
respondieron al unísono: “poco, muy poco”.

Doy fe:

El gato-perro.

Transmisión en vivo del 28 de diciembre de 2017:

SEGUNDA EDICIÓN DEL “CONCIENCIAS POR LA HUMANIDAD”
CON EL TEMA “LAS CIENCIAS FRENTE AL MURO”


Transmisión en vivo del 28 de diciembre de 2017:

Participación de la Comisión Sexta del día 27 de diciembre de 2017 en el ConCiencias por la Humanidad. SupGaleano. Depende

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DEPENDE…

27 de diciembre del 2017.

  Buenos días, tardes, noches, madrugadas.

  Queremos agradecerles a quienes asisten, sea aquí en el CIDECI, sea a la distancia en geografía y calendario, a este segundo Encuentro de ConCiencias por la Humanidad, cuyo tema central, se supone, es “las ciencias frente al muro”.

  Celebramos que hayan decidido participar, sea como ponentes o como escuchas y videntes,

  Mi nombre es SupGaleano y ahora no voy a hablarles de ciencia, ni de arte, ni de política, ni les voy a contar un cuento.

  En cambio, quiero hablarles de un crimen y de sus posibles análisis o explicaciones.

  Y no un crimen cualquiera, sino un crimen que rompe los calendarios y redefine el tiempo; que amalgama al criminal y a la víctima con la escena del crimen.

  Un crimen, digo.  Pero… ¿Un crimen en curso?  ¿Uno ya perpetrado?  ¿Uno por cometerse?  ¿Y quién es la víctima?  ¿Quién el criminal?  ¿Cuál es la escena del crimen?

  Tal vez alguna, alguno, algunoa, esté de acuerdo conmigo que los crímenes son ya parte de la realidad que se padece en México, y en cualquier parte del mundo.

  Crímenes de género o feminicidios, de homofobia, racistas, laborales, ideológicos, religiosos, por la edad, por la apariencia, por negocios, por omisión, por el color, y así.

  En resumen: un territorio anegado en sangre.  Tanta, que las víctimas ya no tienen nombre, son sólo números, índices estadísticos, notas de interiores o de relleno en los medios de comunicación.  Incluso cuando la sangre es de quienes, como ell@s, trabajan de comunicadores,

  Miles de crímenes con minúsculas, que se alimentan de un crimen mayor,

  La aberración es tan grande, que los deudos de las víctimas tienen que luchar ya no por la vida de sus ausentes, sino porque no mueran dos veces: una de muerte mortal y la otra de muerte de memoria.

  Para no ir muy lejos, en México, ya se puede decir que alguien “murió de muerte natural” cuando es víctima de la violencia.

  Cada actividad, cada paso, cada instante de una vida otrora normal, ahora transcurre en la incertidumbre…

  ¿Llegaré con vida al trabajo, a la casa, a la escuela, al día siguiente?  ¿Encontrarán mi cuerpo?
¿Estará completo?  ¿Dirán que yo lo provoqué y me harán responsable de mi ausencia?  ¿Tendrán mis cercanos que luchar por encontrarme, por recordarme?  Mi familia, mis amistades, la gente que me conoce, quien no me conoce, ¿dedicarán un pensamiento a mi muerte, un tuit, un comentario en voz baja, una lágrima?  ¿Y después?  ¿Seguirán adelante?  ¿Guardarán silencio?  ¿Cómo reaccionarán cuando no se diga que asesinaron una mujer, sino que una mujer murió?  ¿Cuál su valoración cuando la nota roja detalle mi ropa, la hora, el lugar?  ¿Alcanzará mi muerte al mínimo necesario para que los gobernantes decreten una alerta de género?  ¿Mi asesino, sí, en masculino, será castigado?  ¿Quién explicará qué del crimen que me atacó por ser mujer?  Sí, joven, niña, adulta, madura, anciana, bonita, fea, flaca, gorda, alta, baja, siempre mujer.

  ¿Por qué no me advirtieron que nacer y crecer mujer en este calendario, en cualquier geografía, reducía mi esperanza de vida y que cada maldito minuto iba a tener que luchar, ya no sólo para ser valorada y respetada por mis méritos, grandes o pequeños, para tener una retribución justa por mi trabajo, para tener oportunidades de estudio, de trabajo, de relación, para ser feliz o infeliz, según fuera arrastrándome o caminando o corriendo por los calendarios, para ir tirando pues, o como cada quien le diga a vivir; no, resulta que también tengo que luchar para que no me maten, no una, dos, tres, cien, miles de veces?

  Porque me mata el hombre que me mata, y me mata quien ignora mi muerte, la matiza, la maquilla, la enmascara, la ensucia con su maledicencia (“se vistió provocativamente”, “estaba tomando”, “estaba en un antro”, “andaba de noche”, “andaba sola”) ocultando que mi delito es vivir.  Así nomás, vivir.  Sin importar mi edad, mi credo, mi color, mi posición política, mis ideas, mis sueños y mis pesadillas.  Mi asesino no se decidió porque fuera yo a votar o abstenerme, porque votara rojo o verde o azul o café o amarillo o independiente o la verdad es que ni credencial de electora tengo.  Tampoco fue la edad su móvil: soy niña, joven, adulta, madura, anciana.  Me asesinó porque soy mujer.

  Así estamos, oiga.  Aceptamos que la explicación de un crimen de género, del asesinato de una mujer, del feminicidio, sea esa: es que era mujer, quién le manda, ella se lo buscó, y que siga la cacería.  Porque el silencio es complicidad, y la complicidad es la celebración del crimen.  Sólo un cambio de casilla: del crimen a la normalidad.  Brindemos porque es éste el sistema que culmina la historia, donde la humanidad alcanza su máximo desarrollo, donde el progreso y el bienestar pueden ser disfrutados por todo aquel que trabaje y se esfuerce.

  Eso es el sistema capitalista, oiga, el sistema en donde asesinar a una mujer es parte de la vida diaria, de la muerte cotidiana, del terror asumiendo su identidad de género.

  ¿O no?  ¿O todo depende de quién explique mi muerte?  ¿O ya no importa?  ¿Ya ni siquiera merece una explicación?  Mi muerte es como la lluvia que hace más lento el tráfico y que uno, una, unoa, padece con el fastidio de quien llegará tarde al siguiente asesinato como se llega tarde al siguiente semáforo?  ¡Chin! Otra vez rojo, otra muerta, otra asesinada, otro retraso.

  Decía el finado SupMarcos que, para ser tomados en cuenta, los indígenas tenían que morirse por miles.  Que si eran unos cuantos, normal.  Que si eran unas decenas, “es parte su naturaleza bárbara”, “síntoma de retraso cultural”, “el gobierno debe cumplir con la deuda histórica con las más desprotegidos”.  Que si eran cientos, “¡ah, las desgracias naturales, pobrecillos!”.  Si ya eran miles, entonces sí alguien preguntaba “¿qué está pasando?, ¿por qué?”

  Así que cabría preguntarse: ¿Cuántas mujeres asesinadas se necesitan para que nos preguntemos qué está pasando y por qué?  ¿Quién es el responsable del crimen?  ¿Quién es la víctima?  ¿Cuál es el móvil?

  ¿O vamos a esperar el siguiente escándalo en las redes sociales?  ¿En serio?  ¿Dónde antes había la limosna del lamento o una moneda, ahora un tuit, un hilo si me apuran?

  Hace poco tiempo, en esa fuente perene de sabiduría, tolerancia y preocupación por el bien común que es la red social “twiter”, un usuario reprendía a una usuaria que condenaba el asesinato de una mujer (otra más) como feminicidio.  El usuario en cuestión le decía, palabras más, palabras menos: “No es feminicidio porque ella no era feminista, era sólo una mujer”,  Y remataba así “ustedes las feminazis no respetan a las demás mujeres y quieren extender su odio a todas”.  Mi imagino que la réplica que recibió el usuario fue del tipo “no puedes acceder a esta cuenta, porque has sido bloqueado porque la usuaria es alérgica a la estupidez”.

-*-

  Un crimen de género.  Podríamos intentar una explicación, una hipótesis.  Podríamos, por ejemplo, preguntarle al asesino por qué cometió ese crimen.

  Les adelanto que las justificaciones serán muchas pero siempre la misma.  La respuesta inconfesable del varón siempre será: “porque puedo hacerlo, ya vendrán otros, otras, a darme la razón, el móvil”.

  Y sí, aunque todo depende.

  Por ejemplo:

  Hace unos días, la agencia de noticias Apro, informó: “Al deplorar los feminicidios en el país, el cardenal Juan Sandoval Íñiguez hizo referencia a un presunto experimento en Juárez, Chihuahua, donde un policía vestido de civil a bordo de un auto de lujo “conquistaba” a mujeres para llevarlas a la presidencia municipal, donde las reprendían por su comportamiento diciéndoles “con cualquiera se suben, por eso las matan”.

  En entrevista para Canal 44, tras asistir a una plática de la Coparmex, el también obispo emérito de Guadalajara dijo hoy que el alarmante incremento de los feminicidios en el país se atribuye a la “imprudencia de las mujeres”.

“De parte de la mujer puede haber cuando menos imprudencia. Con cualquiera que sale por ahí bien vestido, se comprometen, se enganchan”, soltó Sandoval Iñiguez para enseguida hacer referencia al supuesto experimento realizado en Ciudad Juárez.

  Como pueden apreciar, aquí ni siquiera se menciona a los asesinos.  La responsable de su asesinato es la mujer y su “natural” imprudencia.

  Oh, lo sé.  Ustedes se preguntan a qué viene toda esta perorata sobre los feminicidios, si aquí estamos para hablar de las ciencias y el muro.

  Bueno, en mi defensa alego que estoy describiendo una parte de ese muro.  Y lo primero que resalta en él, es un extendido grafiti, que abarca los 5 continentes, donde la sangre ocre de las mujeres víctimas de la violencia colorea la palabra “CULPABLE”.

  Claro, depende.  Hay quien ve los grandes avances científicos y tecnológicos, las urbes soberbias, las doradas luces reflejadas en los rascacielos.

  Y nosotros aquí de necios e irresponsables, escuchando que estamos frente a un crimen.  El más grande, profundo, extendido y terrible en la historia de la humanidad.  Un crimen hecho sistema.

  Pero yo aclaré, al inicio, que no iba a hablar de ciencia, ni de arte, ni de política, ni iba a contar un cuento.  Dije puntualmente que iba a hablar de un crimen.  Así que va en su cuenta de usted si sigue escuchando, leyendo o dándole click al ícono de recarga porque la transmisión en stream ya se cayó y la pantalla de la compu, la tableta, el celular, se congeló en esa palabra que bien puede resumir la explicación que el sistema da a los asesinatos de mujeres: “CULPABLE”.

  Y mientras la transmisión se reanuda, volteo a mirar hacia arriba para ver y escuchar si alguien está hablando de eso, de esos crímenes.  Pero nada. Tal vez falla mi conexión y en realidad sí se está hablando de eso y se están proponiendo planes, estrategias, tácticas para acabar con esa pesadilla.

  Y entonces, mientras la transmisión se reanuda, usted, nosotras, nosotros, escuchamos las palabras del poeta Juan Bañuelos.  Es apenas un eco el sonido de su voz, porque es de hace diez años, en ocasión del homenaje que recibió en el Encuentro de poetas del mundo latino, en el 2007.  En su voz no hay celebración por el premio.  Hay, en cambio, un ligero temblor de dolor, de indignación, de rabia.  Ahora se escucha:

  “Pero a lo que voy, concretamente, es a lo siguiente: el 22 de diciembre de 1997 se perpetró el asesinato de 45 indígenas en la comunidad de Acteal, que está en el municipio de San Pedro Chenalhó, en el estado de Chiapas. La más sangrienta de muchas agresiones que han sufrido: la saña con que mujeres, niños y hombres fueron asesinados por grupos paramilitares.  El gobierno quiso explicar que se trataba de “luchas intertribales”.  No es casual, también, que la mayoría de los muertos hayan sido mujeres ni que la violación sexual hecha por los grupos paramilitares fuera para sembrar el terror en las comunidades y para atacar los proyectos autonómicos.

  Desde la fundación del grupo indígena Las Abejas la respuesta fue la violación tumultuaria, en diciembre de 1992, contra las esposas de los fundadores, una de ellas con siete meses de embarazo.  La masacre de Acteal significa que matando a las mujeres se destruye un símbolo de la resistencia: el fin es “matar la semilla”, ése fue el grito de los paramilitares ese 22 de diciembre: que no se multipliquen más los indios. El asesinato en Acteal no es la hechura de una violencia loca ni de venganzas tribales o personales. El que no se haya investigado a fondo y se identifique a los culpables en estos 10 años de los hechos es responsabilidad sólo de los grupos de poder estatales y de los presidentes de México que hemos tenido. No se ha resuelto nada.”

  Imagino que hay una pausa, tal vez para aclarar la voz, tal vez para tratar de controlar la rabia:

  “Al día siguiente del 22 de diciembre de 1997 fui enviado a Acteal como miembro de la Conai (Comisión Nacional de Intermediación por la Paz) para investigar lo que había sucedido. La impresión fue espantosa: hallamos ropas ensangrentadas de niños y mujeres en las ramas de los arbustos, y en una cuevita donde trataron de esconderse. Algunos de los sobrevivientes dieron su testimonio contando pormenores sobre cómo fueron masacradas algunas mujeres al abrir su vientre (cuatro estaban embarazadas) y extraerles a sus nonatos, con tal saña que sintetiza una política de exterminio.

Micaela, una niña de 11 años, tiene mucho miedo. Ella nos cuenta que desde temprano está con su mamá rezando y jugando con sus hermanitos para que no den lata. Hay varias mujeres en la ermita. A las 11 de la mañana empezó la balacera, los niños empezaron a llorar, hombres y mujeres empezaron a correr, y a otros los alcanzó la bala ahí mismo; un disparo le llegó por la espalda a la mamá de Micaela. La encontraron por el llanto de los dos niños que luego fueron asesinados. 

Micaela se salvó porque la creyeron muerta. Tenía mucho miedo y fue a esconderse a la orilla del arroyo. Ahí vio cómo los paramilitares regresaron con machetes en la mano; se reían, hacían bulla, desvistieron a las mujeres muertas y les cortaron los pechos. A una le metieron un palo entre las piernas y a las embarazadas les abrieron el vientre y sacaron a sus hijitos y juguetearon con ellos: los aventaban de machete a machete. Después se fueron los tipos gritando, gritando y gritando. A Micaela la tomó de la mano su tío Antonio para ir a buscar a sus primos o a gente conocida que pudiera estar viva entre los muertos. Ella sigue relatando: “rescatamos a dos chiquitos que estaban junto a su madre muerta; el niño tenía la pierna destrozada, otra niña tenía el cráneo desbaratado y se revolvía tratando de aferrarse a la vida. Después del genocidio muchos no pudieron combatir la tristeza: Marcela y Juana han perdido la razón, ya no hablan, sólo emiten monosílabos ante el ruido de helicópteros militares que sobrevuelan la comunidad”.

  Juan Bañuelos se disculpa.  Sabe que su palabra sonará anacrónica para algunos de los asistentes (de entonces y de ahora):

  “Que el público de esta noche me perdone si en esta fiesta de la palabra con poetas de diferentes países he tenido que abordar la matanza espantosa de Acteal, de hace 10 años, aún sin ninguna solución, pero es que yo nací en Chiapas y fui miembro de la ex Conai y no puedo mantenerme callado.

  A algunos les pareceré radical por exigir cambios profundos en mi país; sin embargo, les respondo con el pensamiento de José Martí, el gran poeta de América: “Radical no es más que eso: el que va a las raíces. No se llame radical a quien no ve las cosas en su fondo. Ni se llame hombre quien no ayude a la seguridad y dicha de los demás hombres”, porque hay que sostener que “patria es humanidad”. Por lo mismo, y por lo tanto, este homenaje a mi persona lo trasfondo, lo cambio y lo transfiero a la memoria de los masacrados en Acteal.”

  Juan Bañuelos, poeta al fin, lee el poema de la poetiza Xuaka´ Utz´utz´Ni´, titulado “Para que no venga el Ejército”:

Escucha, sagrado relámpago,
escucha, santo cerro,
escucha, sagrado trueno,
escucha, sagrada cueva:
Venimos a despertar tu conciencia.
Venimos a despertar tu corazón,
para que hagas disparar tu rifle,
para que dispares tu cañón,
para que cierres el camino a esos hombres.
Aunque vengan en la noche.
Aunque vengan al amanecer.
Aunque vengan trayendo armas.
Que no nos lleguen a pegar.
Que no nos lleguen a torturar.
Que no nos lleguen a violar
en nuestras casas, en nuestros hogares.
Padre del cerro Huitepec, madre del cerro Huitepec,
Padre de la cueva blanca, madre de la cueva blanca,
Padre del cerro San Cristóbal, madre del cerro San Cristóbal:
Que no entren en tus tierras, gran patrón.
Que se enfríen sus rifles, que se enfríen sus pistolas.
Kajval, acepta este ramillete de flores.
Acepta esta ofrenda de hojas, acepta esta ofrenda de humo,
Sagrado padre de Chaklajún, sagrada madre de Chaklajún.

  Juan Bañuelos termina su intervención diciendo:

  “Exigimos juicio sumario para el norteamericano ex presidente Zedillo y sus cómplices.”

  ¿Le aplauden o no?  No lo sabemos.  La grabación se corta abruptamente con la palabra “cómplices”.  En una reunión de poesía, un artista de la palabra ha decidido hablar de un crimen y, en lugar de agradecer el homenaje, ha demandado verdad y justicia.  Juan Bañuelos no lo sabe, porque la muerte natural lo dejó sin palabras hace algunas lunas, pero los asesinos materiales e intelectuales de ese crimen están libres con la complicidad, entonces y ahora, de los líderes del mexicano Partido Encuentro Social.

  Y hace unas horas acaba de fallecer, en paz y “con los auxilios espirituales de la santa madre iglesia”, uno de los autores intelectuales de esa matanza: el general Mario Renán Castillo Fernández.

  Y donde digo Acteal, pueden ustedes, ajustando su calendario, decir ahora “Chalchihuitán” o “Chenalhó”.  Y agregar la variable de la disputa por la próxima gubernatura de Chiapas entre el PRI-rojo y el PRI-verde.  Ellos pondrán los candidatos, sus militantes indígenas ponen ya los desplazados
y los muertos.

  Dije antes que nadie estaba hablando de los crímenes contra las mujeres.  Bueno, depende de a dónde se dirijan el oído y la mirada.  Porque hay una mujer que se llama Guadalupe y le dicen “Lupita”.  Tenía 10 años cuando la matanza de Acteal y le tocó vivir ese horror y morirlo también con sus seres cercanos.  Ahora Lupita es concejala del Concejo Indígena de Gobierno y, junto a la vocera de ese Concejo, Marichuy, anda los caminos de este país y cuenta esa historia.

  Lupita habla con otras mujeres.  Algunas son como ella, otras no.  A unas y a otras, les habla y no sólo les dice: “mírate en esta historia porque ya es también la tuya”.  También les dice: “organízate, resiste, no te rindas, no te vendas, no claudiques.  No esperes a que el terror entre a tu casa, tu calle, tu escuela, tu trabajo.”

  Ni lupita ni la vocera caminan solas.  Otras concejalas, indígenas como ellas, mujeres como ellas, trabajadoras como ellas, pobres como ellas, madres como ellas, esposas como ellas, hijas como ellas, abuelas como ellas, hermanas como ellas, organizadas como ellas, rebeldes como ellas, caminan y hablan en otras partes de este crimen llamado “México”.

  No hay lujos para ellas, ni aviones privados, ni reporteros de la fuente asignados.  Dicen algunos que están juntando firmas para que la vocera Marichuy sea candidata independiente a la presidencia de la república.  No sé si están juntando firmas. Ellas dicen que están juntando dolores, rabias, indignaciones, y que no hay una aplicación cibernética para recabar eso, ni celular de gama baja, media, alta o venti que soporte esos terabytes.  Sólo tienen su oído, su corazón.  Su palabra es invariablemente la misma: “organización”, “resistencia”, “rebeldía”.

  No lo dicen, pero así dicen: “no me tengas lástima, no te pido limosna, sólo te digo: mírate al mirarme, y al escucharme, escúchate”.

  Entonces yo les pregunto a ustedes, a quienes asisten, escuchan, leen, miran: “¿merece el Concejo Indígena de Gobierno la oportunidad de recorrer más lugares, de hablar con más personas, de escuchar más dolores y, en lugar de ofrecer promesas, programas de gobierno y gabinetes, también denunciar un crimen, compartir su explicación de él e invitar a acabar con el criminal?  No acomodarlo, no matizarlo, no maquillarlo, no reciclarlo, no perdonarlo, no olvidarlo.  No, acabarlo, destruirlo, desaparecerlo.

  La respuesta a esa pregunta, ya lo sabemos, depende de quién, de dónde, de cómo.

-*-

  He hablado de una parte del crimen.  Porque, como dije al principio, no voy a hablar de ciencia, ni de arte, ni de política, ni voy a contar un cuento.  Sin embargo, al hablar del crimen hablo también de las explicaciones que de él se dan,  Y la explicación de este horror cotidiano varía.  Depende desde dónde se explica y depende de quién da cuenta de él.

  Fiel a su esquema a modo, el Partido Revolucionario Institucional de Acteal, renovó su persistencia delictiva en este sexenio.  No le basta la corrupción rampante, la ineficacia administrativa, la torpeza diplomática, la frivolidad como estilo de gobierno.

  No, el PRI necesita siempre un crimen aterrador que lo mantenga en los parámetros que le dan identidad, color, vocación y proyecto.

  Y, como en Acteal, las mismas plumas que archivaron en “conflicto intertribal” el asesinato de mujeres, niños y hombres desarmados, para Ayotzinapa construyeron la tesis del “enfrentamiento internarcos”.

  Curiosa esa definición de “enfrentamiento” que puebla los tribunales jurídicos y mediáticos del Poder: una de las partes está armada y la otra indefensa, pero se trata de un “enfrentamiento”.

  En el esquema gubernamental, un agotado procurador general de justicia declaró que los quemaron y ya, a rezar para que no ocurra de nuevo.

  En ese tiempo de la llamada “verdad histórica”, un grupo de científicos demostró que no era posible esa explicación.  Pero el supremo gobierno se mantuvo en su esquema validado por los grandes medios de comunicación.

  La desaparición forzada de los jóvenes estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, en el estado de Guerrero, sigue siendo atribuida a una banda narcotraficante rival.  Y en torno a ella, se construye un esquema de entendimiento de la realidad.

  El PRI hecho gobierno sostiene, con un cinismo escalofriante, que todo lo que lo exhibe como lo que es, es decir, un sicario con gabinete graduado en el extranjero, es siempre atribuible al Satán en turno: el crimen organizado en contubernio con un grupo de científicos perversos.

  El gobierno tricolor confiesa así, con una imbecilidad blindada, que no es responsable de nada porque él es, en esencia, el crimen desorganizado.

  Pero, como en Acteal, en Ayotzinapa hay quien no se resigna, quien no se rinde, quien no se vende,
quien no claudica, y, con tierno empeño, persiste en la demanda de verdad y justicia.

-*-

  Creo que hay una cosa en neurobiología que se llama “el síndrome del miembro fantasma”.  No me hagan mucho caso, mejor acudan a quien le sabe a eso de la neurociencia, pero creo consiste en que hay percepción de sensaciones de que, un miembro del cuerpo humano que ha sido amputado, todavía está conectado al cuerpo.  Es decir, ya no se tiene la mano, o el brazo, o la pierna, o el ojo, pero se “siente” que sí se tiene.

  Y, tal vez, es un supositorio, cuando decimos “fue el Estado”, “Estado Fallido” o “Narco Estado”, nos estamos refiriendo a una ausencia.  Y que lo que contemplamos y de lo que nos quejamos no es sino una muestra del “síndrome del miembro fantasma”.  El Estado Nacional ha sido amputado en la etapa actual del capitalismo y lo que percibimos es el eco de su existencia.  Ya no hay Estado, lo que hay es una banda de criminales sostenida por un grupo armado que se amparará en la Ley de Seguridad Interior para que el dolor y la rabia no falten en las mesas cotidianas de México.

  Hace unos días, el señor Enrique Peña Nieto ha declarado, palabras más, palabras menos, que este del 2017 fue un buen año para México.  Al escucharlo decir esto, uno se pregunta si no es alguien a quien le han amputado no sólo la vergüenza y la decencia, también el cerebro, y refleje el síndrome del miembro fantasma: ya no tiene cerebro, pero actúa como si lo tuviera.

-*-

  “Todo depende de un punto de vista”, nos dicen las mil lenguas del Poder, “no hay una realidad conocible, sino múltiples realidades que dependen de esquemas diferentes”.

  Entonces yo vengo a preguntarles:

  Si hay un crimen, ¿su explicación depende de un punto de vista o podemos analizarlo con el apoyo de las ciencias?

  Gracias por el oído, gracias por la mirada, y gracias, sobre todo, por su impopular práctica científica.

Desde el CIDECI-UniTierra, Chiapas.

SupGaleano.

México, diciembre del 2017.


DEL CUADERNO DE APUNTES DEL GATO-PERRO:

DEPENDE.

  En una comunidad zapatista, en el salón de clases, la promotora de educación le pregunta a la niña autodenominada “Defensa Zapatista”, si hizo la tarea.

  En la morraleta de la niña se alcanza a ver la cola del gato-perro, seguramente resguardado del frío que viste esa mañana.

  Defensa Zapatista se pone de pie y dice:

  “Eso depende maestra

  “¿Cómo que “eso depende”?, no entiendo”, pregunta la maestra casi como un reflejo.

  Defensa Zapatista suspira resignada, pensando hacia sus adentros “pues ni modos, le tengo que dar su clase política otra vuelta a la maestra

  “Sí, por ejemplo”, dice la niña mientras mira de reojo si la sombra de la ceiba le indica la hora de la salida, “ahí tiene usted que hay una compañera que se llama doctora y se “apedilla” margarita.

  “Apellida”, trata de corregir inútilmente la promotora, “Se dice “apellida”

  “Eso pues”, replica Defensa Zapatista que no está para nimiedades, “entonces se llama doctora, pero hay muchas que son doctoras, o doctores, según.  Porque por ejemplo está el Doc, que una vez el SupMoy le preguntó si sabía curar y el Doc dijo que no y entonces el SupMoy puso su ojo así, o sea que así pone su ojo el supMoy cuando se embravece.  Y entonces el SupMoy le dijo “pero entonces no eres doctor”.  Y entonces el Doc lo volteó a mirar al SupGaleano como pidiendo apoyo, pero el SupGaleano se puso a fumar en su pipa o sea que se hizo pato.  Y entonces yo le expliqué al SupMoy que es Doc pero le falta el apedillo, o sea que es el Doc Raymundo, o sea que no sabe curar con medicina, sino que dice “ánimo” cada tanto aunque esté muy triste la situación, aunque viera que lo inyectan ya va ser que dice “ánimo”.

  Bueno, de ahí que una día vino la Doctora Margarita, que no se siempre se apedilla “margarita”, porque a veces es “margara”, según si te da pastilla o jarabe o inyección.

  Bueno, de ahí que yo me llevaron con la doctora, que para que me checa, así dijo mis mamaces.  Y entonces, pues ahí estoy y entonces lo miro que ahí está como quien dice el arma criminal, que sea unas inyecciones que tenía la doctora en su mesa, y que llega en mi pensamiento que le voy a echar clase política a la doctora, para que entienda pues la lucha.

  Y entonces le dije a la doctora que tenemos que apoyarnos como mujeres que somos y que no debemos hacernos mal entre mujeres.  Y la doctora nomás puso cara de que sí entendía pero yo claro lo vi en su ojo que no entendió nada.  Y entonces le dije que por ejemplo las inyecciones son un mal o un bien, depende.  Por ejemplo, son un mal si le pones una inyección a una niña, porque, a ver, ¿usted cree que voy a poder patear el balón si me duele la pierna porque me inyectaron?, no, ¿verdad?

  Pero por ejemplo las inyecciones son un bien si lo inyectan por ejemplo al Pedrito, que el muy maldito siempre me está burlando que las mujeres no sabemos fútbol y que somos “endebles”.

  Yo no sé qué cosa es “endebles” pero rápido lo miré que el Pedrito no está respetando como mujeres que somos y ahí nomás le di un zape de endeble para que no ande mal hablando.

  Bueno, de ahí que la doctora me quiso echar la plática política de que sí sirven las inyecciones, pero depende, le dije.  Y entonces le dije que como mujeres que somos nos tenemos que apoyar y que nada de inyecciones a las niñas, nomás a los niños y si chillan pues un su zape para que tengan por qué y no porque les están haciendo un bien con la inyección.  Y entonces le expliqué a la doctora que a las niñas, sólo pastillas y jarabe, pero sólo si el jarabe no está amargo.  Si está amargo debe tener un su letrero que diga “sólo para niños”.

  La doctora nomás se reía, o sea que creo que no entendió bien la clase política porque luego le dijo a mis mamaces que me toca la vacuna de no sé qué.  ¿Usted cree que va a avanzar la lucha de cómo mujeres que somos si no entiende la doctora?  Pero, nada, que me inyectan, y me dolió mucho y anduve renca un buen de tiempo pero no lloré… bueno, sí lloré un poco, pero fue porque me dio coraje que nos falta de la política para la lucha.  Y ya no fui a entrenar, así que si luego sale que no se completa el equipo rápido, pues ahí está que es su culpa de no entender la política.

  Bueno, de ahí que pues me fui a platicar con el señor ése que se llama “cherloc” y se apedilla “Jol-mes” (nota: en tzeltal, “jol-mes” quiere decir cabeza de escoba y es una planta que luego la usan para hacer escoba y barrer las champas), que es un poco raro que así se puso de apedillo, pero creo que es porque tiene cabeza de escoba de por sí.  Bueno, ese Jol-mes tiene de compañía uno que se llama Doctor y se apedilla Waj-tson, o sea pelo de tortilla, y pobrecito siempre tiene cara como de que no entiende y rápido se ve que no lo quiere al gato-perro porque le da la vuelta.  Bueno, de ahí que en otra vuelta te cuento de eso maestra, porque si no se me va a ir el día en la explicación política.

  Entonces, maestra, si usted pregunta si hice la tarea es que no está cabal la pregunta porque, como ya expliqué, depende.  Por ejemplo, “Sup” es un nombre, pero falta el apedillo.

  Porque ahí está que si el apedillo es Moy, pues ahora sí que ya la amolamos porque el SupMoy no apoya y me dice que tengo que obedecer a mis mamaces.

  Pero por ejemplo si el apedillo es “Galeano”, pues ya es diferente porque el SupGaleano sí apoya de resistencia y rebeldía, y deja que el gato-perro se duerma en su computadora y nos comamos las mantecadas que se roba de la cooperativa.

  Claro el SupGaleano dice que no las roba, sino que las toma prestadas, pero yo lo sé que no las regresa.  ¿Cómo las va a devolver si ya nos las zampamos con el gato-perro aquí presente? (el gato-perro mueve la cola).

  Bueno, de ahí que yo le pregunté al SupGaleano si a él le han puesto inyecciones y el SupGaleano me dijo que en la comandancia no se pueden decir malas palabras.

  O sea que yo entendí que “inyecciones” es una mala palabra para el SupGaleano, pero la doctora Margarita dice que no es mala palabra.  Ahí se ve claro que las inyecciones son malas palabras depende si te inyectan a ti o al Pedrito, que el muy maldito me vino a acusar que le di un zape y que era violencia de género, ¿va usted a creer que así dijo?  Yo le expliqué a mis mamaces que sólo me defendí porque el Pedrito me insultó o sea que como quien dice le apliqué la equidad de género.  Y mis mamaces, pues, ¿cómo le diré?, le falta pues para entender la lucha de cómo mujeres que somos y me castigó que no voy a ir a entrenar y entonces yo le dije que iba en su cuenta si no completábamos el equipo, pero ella nada que qué equipo ni qué nada, que tengo que hacer la tarea.

  Entonces yo me salí a hacer la tarea y lo llevé un mi cuaderno de apuntes y entonces ahí tiene usted que el gato-perro, aquí presente, se acostó en el cuaderno y anda vete, ¿tú lo crees que vas a poder moverlo al gato-perro si ya se echó a dormir?  Nuncamente.  Si nomás te acercas un poco y hace su gruñido ése que en lenguaje de gato-perro quiere decir “si me quitas, vas a morir”.  Entonces pues yo pensé que para qué me voy a morir si todavía estoy niña y falta que críe.  Y el SupGaleano me contó un día que no sirve morirse, que es muy aburrido estar muerto, que nomás no pasa el día.

  Y un día el SupGaleano estaba viendo unos videos de unas personas que no se mira bien qué son, pero están explicando que luchan porque se respete su modo.  Y yo le pregunté al Sup si son hombres o son mujeres, y el Sup me respondió: “Depende”.  O sea que el caso o cosa, según, es que no basta con lo que se mira o se oye, sino que hay que tomar en cuenta muchas cosas y que hay que escuchar, así dijo el Sup.  Porque, por ejemplo, si a mí me miran, piensan que soy una niña que estoy así nomás, que acaso estoy pensando nada.  Pero viera que me preguntan, pues primero les digo que me llamo “Defensa” y me apedillo “Zapatista”, y pienso muchas cosas.  O sea que depende.”

  Durante toda la perorata de la niña, la promotora de educación ha puesto cara de resignación.  Pero respira aliviada cuando ve que el Pedrito, sentado adelante, levanta la mano con insistencia.

  La maestra aprovecha un respiro de la niña, y dice:

  “A ver Pedrito, qué tienes que decir”

  El Pedrito se levanta y alega:

  “Creo que Defensa Zapatista no entendió lo que quise decir, porque cuando alguien dice “endeble”, depende del contexto…”

  La niña miró al Pedrito con cara de “me las vas a pagar maldito”.

  La maestra ya se resignaba a escuchar uno de los derroches de erudición del Pedrito, cuando sonó la campana de salida.

  Todos salieron corriendo, con Defensa Zapatista delante de todos.

  Ya afuera, la niña sacó al gato-perro de la morraleta y le dijo al oído: “parece que nos salvamos

  Entonces vio a la promotora hablando con sus mamaces, y agregó: “bueno, depende”.

  Y se fue corriendo a buscar el balón de reserva que el SupGaleano le guardaba en la comandancia a cambio de que no se supiera nada del misterioso caso de las mantecadas desaparecidas, que ya investigaba, sin mayor trascendencia aparente, Elías Contreras, comisión de investigación del ezetaelene.

Doy fe:

El gato-perro.

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Al inicio de mi intervención les dije que no iba a hablar de política, ni de ciencia, ni de arte, y que no iba a contarles un cuento.

¿Mentí?, bueno, depende…

Gracias de nuez.

El SupGaleano buscando las mantecadas en la tienda cooperativa.