Luisa Álvarez Cervantes
Albert Camus, filósofo francés comienza “El hombre rebelde” diciendo: “Hay crímenes de pasión y crímenes de lógica. Pero el Código Penal los distingue, bastante cómodamente, por la premeditación. Estamos en la época de la premeditación y el crimen perfecto.”
La justicia esta siendo tan desaseada, tan sucia, que se ha convertido en la mercancía más cara, e inalcanzable y solamente está al alcance de las mafias organizadas en gobierno.
En el México de hoy, los criminales son los nuevos responsables de la impartición de la justicia, por ello mismo, las sentencias se dictan a modo, a petición o por encargo. La vergüenza mayor es que ahora la Comisión Nacional de los Derechos Humanos es la dependencia que actúa al gusto de Calderón.
En la administración de la justicia los poderes: ejecutivo, legislativo y judicial borraron los límites y las divisiones, todo equilibrio es ficticio, falso. El ejecutivo federal pone de rodillas a los estatales (como fue el caso del gobernador de Veracruz) y, estos a su vez, a sus equipos. Toda relación de equilibrio y de respeto entre poderes esta rota, irreparablemente rota. Hasta la parafernalia esta liquidada.
Los ejecutivos, cuando lo juzgan necesario, ordenan con dedicatoria la integración de los expedientes. Los jueces siguen las mismas indicaciones y ahora en lugar de dictar sentencia, dictan venganzas y ajustan cuentas.
El poder protege al crimen y a los criminales de la aplicación de ley, en consecuencia mantienen el orden social a base del miedo y la inseguridad. Campo fértil para sus propósitos de acumulación de riqueza.
Ingresamos a otra lógica del ejercicio político del poder que legitima el miedo, la inseguridad y la injusticia. Ahora el torturado, la mujer violada, y los familiares de los desaparecidos, no tienen a donde acudir. Nadie institucionalmente escucha, más bien al contrario, el torturador, el violador y el narcotraficante hasta merecen reconocimientos oficiales, tenemos como ejemplo al propio Procurador General de la República premiado por su plausible labor de violar los derechos humanos.
Quizás se dude de mis afirmaciones pero aquí cito sólo algunos ejemplos, entre otros muchos.
1.- Doña Ernestina Ascencio Rosario, de 73 años, habitante de la Soledad Atzompa, Veracruz, violada y asesinada por soldados. Para ella, Calderón dictaminó, sin investigación muerte natural. Sus familiares fueron “INVITADOS” por una fantasmal organización no gubernamental, sin poder tener contacto con la prensa ni mucho menos promover una objeción a este “acuerdo”. ¿Cómo es posible que esa mujer indígena se atreva, en su lecho de muerte a acusar a integrantes del Ejercito Mexicano de haberla violado?
2.- A los integrantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) de San Salvador Atenco: Ignacio del Valle Medina, Felipe Álvarez Hernández, Héctor Galindo Gochicua se les dictó 67 años y 6 meses de sentencia. ¿Cómo esos campesinos, se atrevieron a oponerse y luego a resistir las decisiones del Presidente Fox e impedir un aeropuerto en sus tierras?
3.- Sin embargo, para Ismael Higuera Guerrero “El Mayel”, presunto integrante del Cartel de los Arrellano Félix, al que se le atribuyen 40 asesinatos, recibe como sentencia 18 años. Toda un alma del cielo, seguramente se confeso con Norberto Rivera.
4.- El ejercito nacional patrulla las calles y, ¿acaso hay detenidos, o se ha reducido la distribución y consumo de drogas? Entramos a una lógica de la guerra y en una guerra sólo hay muertos. Incluso hay quienes afirman que después de Irak, México ocupa el segundo lugar en muertos y desaparecidos. Y como en toda guerra, quien paga los mayores costos son los civiles.
Con los militares patrullando las calles se hace evidente la caída de las instituciones civiles. Entramos de hecho a un estado de excepción y en un estado así, no hay justicia ni ley, porque por principio todos son sospechosos y por lo tanto culpables. Pregunto ¿Quién gobierna México? Que promueve la anarquía, una guerra de baja intensidad contra la población, la inseguridad, la injusticia y el miedo. ¿Quién es Calderón?
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